La dirección nacional no prevé ningún giro en la precampaña para tratar de ganar impulso. Una semana después del abrupto estallido del caso Rato, y de que el exvicepresidente siga monopolizando la actualidad política, los estrategas del PP se decantan por "aguantar estoicamente" la agenda parlamentaria -con toda la oposición pidiendo detalles de la peliaguda cuestión- y la presión mediática.
En otras palabras, el entorno de Mariano Rajoy espera que la tormenta política vaya amainando en los próximos días y que el deterioro electoral sea ínfimo, toda vez la imagen de Rodrigo Rato -otrora referente interno por su papel clave en la época de Aznar- estaba ya "extraordinariamente afectada" a raíz de las denominadas tarjetas black. De hecho, recuerdan una y otra vez que desde entonces ya no tiene ni el carnet de militante.
La directriz que Génova está transmitiendo a sus estructuras regionales y locales es que no se debe perder la calma y hay que "seguir municipalizando" la precampaña. "Si el tema de Rato nos hubiera tocado en unas generales el daño sería mucho mayor, pero ahora se vota al alcalde y al presidente autonómico, se elige entre Cospedal o Page, y eso cambia muchos las cosas", según el argumento oficial, que contrasta con el temor de los propios candidatos, que sí creen que les afecta. La dirección solamente se plantea cierto daño electoral en Madrid, porque "su política se confunde con la nacional", aunque confía en Esperanza Aguirre para darle la vuelta.
Así, y a la espera de recibir nuevos sondeos tras la crisis política, acrecentada por los casos de Federico Trillo o Rita Barberá, se ha dado orden de intensificar "el debate local" mientras el presidente y sus portavoces nacionales se dedicarán en centrarse en los datos económicos. "El único frente que nos quedaría es el de las tertulias de televisión, y ahí lo que diremos es lo que llevamos diciendo desde el principio", según fuentes de la dirección. Esto es, el caso Rato "nos entristece muchísimo" pero "lo importante es la independencia demostrada" por los distintos órganos del Estado.
Lo que una semana después se admite prácticamente sin tapujos es el "evidente desbarajuste de la Administración" que provocó el "tétrico espectáculo" con Rato como protagonista, y que fue retransmitido en directo por las televisiones el pasado jueves. En este punto, sigue existiendo mucha controversia interna. En Onda Cero, Luis de Guindos aseguró que "evidentemente" el presidente fue informado del proceder contra su antiguo compañero de gabinete pese a que éste se desmarcó afirmando que se había enterado "por la prensa".
Las fuentes consultadas en el entorno del jefe del Gobierno apuntan a que lo sabía "pero a nivel general y no puntual". "Es impensable, como todo el mundo puede entender, que no estuviera al tanto de ello". Si bien, en el PP, algunas voces -como un destacado barón autonómico- van más allá y recalcan que Rajoy podría haber evitado el escarnio público a Rato "si lo hubiera querido". Y prácticamente todos en el partido coinciden en que "nunca habíamos visto algo parecido contra alguien que, hay que recordar, no está acusado por corrupción".
En este contexto, el presidente se encargó de transmitir a Cristóbal Montoro que tiene su "total respaldo" pese a que, incluso declarados amigos, reconozcan que está bastante tocado "y no sólo por lo de Rato". "Tenía una responsabilidad y un encargo muy claro del presidente, que lo está cumpliendo", en palabras de cargos próximos al titular de Hacienda. En encuentros con periodistas, el propio Rajoy habría transmitido este extremo, como también lo sugieren fuentes próximas a la Presidencia. "Esto es información: Montoro tiene todo el apoyo de Rajoy", deslizan, no sin confesar tiranteces con Guindos también por este proceso.
Al término del Consejo Europeo extraordinario celebrado en Bruselas, los periodistas preguntaron al presidente por Rato. "Buenas noches", contestó dando por concluidas sus declaraciones, que no rueda de prensa, centradas exclusivamente en las nuevas medidas de la UE para dar solución al drama de la inmigración.