De aquí a la confección de ayuntamientos y gobiernos autonómicos, Mariano Rajoy ha dado orden tanto al Gobierno como al PP de poner el foco de atención en el PSOE, y en especial en Pedro Sánchez. Interpreta que los socialistas han abandonado el centro político para echarse en brazos de la izquierda radical, y avisa de que esto supondrá un revés para la estabilidad institucional y económica de España.
Según el análisis del presidente, que no ha despachado con Pablo Iglesias ni tiene intención de hacerlo, existe alarma entre una importante mayoría de la población -incluidos votantes socialistas- ante la posibilidad de que Podemos marque el rumbo de consistorios y comunidades, primero, y del país a renglón seguido. Y de ahí que, desde el viernes y empezando por él mismo, todos los portavoces gubernamentales -también Soraya Sáenz de Santamaría- y del PP hayan insistido en la misma idea: la "deriva" de Sánchez, a tenor de su política de pactos.
Una "preocupación" a la que se unió este lunes una dura ofensiva política, no exenta de nuevos ingredientes de ataque. Así, con María Dolores de Cospedal presidiendo maitines pero no ejerciendo de portavoz, fue Carlos Floriano el encargado de denunciar que el PSOE "ha optado por el extremismo y la radicalidad", lo que a sus ojos representa "un error histórico" para los españoles.
Si bien, la novedad no residió en el diagnóstico -Sánchez "se apoya en los radicales para llegar al poder" o se convierte "en la muleta" para que sean los radicales los que tomen las instituciones-, sino en las distintas formas de hacer política que el PP observa dentro del PSOE. Y, en este sentido, Floriano aprovechó una pregunta para ensalzar como pocas veces antes la figura de Felipe González.
Así, el número tres del PP no sólo defendió que el expresidente socialista esté en Venezuela para apoyar a la hostigada oposición, sino que le encumbró porque "está haciendo un gran servicio a la democracia". "Como español y como demócrata, estoy absolutamente del lado de Felipe González", insistió, no sin "detestar" lo que de él se dice en los medios de comunicación del régimen de Nicolás Maduro.
En privado, fuentes de la dirección ahondaron en la diferencia de un González "defendiendo libertades" en el país "de los amigos de los nuevos aliados de Sánchez", en relación a Podemos. "El líder del PSOE ha decidido convertirse en un radical de izquierdas, pero nosotros creemos que no todos piensan igual en su partido", deslizaron al más alto nivel.
De hecho, el propio Floriano en la comparecencia de prensa, utilizó como segundo argumento la supuesta brecha que la alianza con Podemos está generando en el PSOE, mentando expresamente a los "históricos" de la formación. "Cada vez queda menos del Pedro Sánchez moderado", avisó a navegantes, poniendo incluso en cuarentena su posición con respecto a la unidad nacional. "Tenemos que poner en duda sus posturas", fue exactamente su respuesta, preguntado por la situación política en Cataluña.
Para rematar, el número tres del partido tenía guardado un último titular. Hecho todo el análisis anterior, alertó de que Sánchez "es cada vez más una copia" de José Luis Rodríguez Zapatero. Y no sólo en página económica, sino también y principalmente con respecto a sus políticas de "enfrentamiento y extremismo", como la Ley de Memoria Histórica.
La división socialista
Mientras, en el PSOE se constata la división. "Yo no seré la primera que pactaré con Podemos", aseguran fuentes socialistas que dice Susana Díaz, la presidenta en funciones de la Junta, sobre los opciones posibles que se abren al partido en el abanico de pactos post electorales. La opción de Podemos en Andalucía es la más improbable, constatando así la enésima diferencia entre Pedro Sánchez y la baronesa socialista. El líder del PSOE dio la orden a los suyos hace semanas de no entrar en los gobiernos con Podemos -salvo excepciones- hasta las generales de noviembre, pero sí pactar con la formación de los círculos las investiduras para comunidades y ayuntamientos.
Un giro de 180 grados respecto a su "no pactaré con los populismos" con el que no sólo no comulga Susana Díaz, sino diversos cargos socialistas que han mostrado en las últimas semanas su preocupación por el 'abrazo del oso' que pueden protagonizar los de Pablo Iglesias con el PSOE. En resumidas cuentas, el peligro que puede suponer que un pacto PSOE-Podemos acabe destruyendo la situación histórica del PSOE como fuerza hegemónica de la izquierda tal y como han mostrado los últimos resultados electorales.
Opinión de cargos socialistas a sumar al temor de los veteranos. Ex dirigentes del PSOE como Alfonso Guerra, José Luis Corcuera y Joaquín Leguina, mostraron estos días su preocupación por la deriva del PSOE ante una disyuntiva histórica. "Francamente me preocupa. Si mi partido gira 180 grados dejará de ser mi partido", dijo Corcuera en la cena de homenaje a Guerra hace algo más de una semana. "La política hace extraños compañeros de cama", añadió Leguina en el mismo acto.
Fueron los dos únicos que se atrevieron a hablar ante las cámaras. Guerra no lo hizo, como acostumbra, para denunciar la estrategia de "alimentar al huevo de la serpiente", según ha denunciado en alguna ocasión. Pero su preocupación es latente y creciente, como la de Felipe González y Alfredo Pérez Rubalcaba, quienes, de momento, callan en público pero no en privado.
Rajoy, que conversa con varios de ellos de forma habitual, ha optado por marcar todas las distancias con Sánchez, aunque en los despachos aún no se descarta la gran coalición en caso necesario, y con el Ibex35 ejerciendo una gran presión para que así se produzca. Si bien, para el PP, a día de hoy, al PSOE sólo hay que identificarlo con "radicalidad".