Javier Maroto, el vicesecretario general de acción sectorial, no se cansó de repetir que todo el mundo podía coger el micrófono y decir lo que quisiera. Tanto una pregunta a los ponentes como una reflexión. Escrutaba el auditorio mientras insistía: "¿Alguien quiere decir algo?". Si bien, algunos cargos consideraron que el debate fue más que limitado.
Los coordinadores explicaron el funcionamiento nada más tomar la palabra. Los ponentes -ministros y altos cargos- tenían cinco minutos para hacer su análisis, acotado a las cuestiones previamente establecidas por la dirección nacional. Y, tras ello, los asistentes -más de 1.000, según la organización- podían interpelarles o decir lo que quisieran durante un minuto de duración. Cuando sobrepasaban ese límite, empezaba a sonar la música.
"Un minuto para las intervenciones, ¡un minuto! Si no fuera trágico, sería cómico", lamentó un diputado nacional. Además, se quejó de que la mayoría eran preguntas y no "reflexiones o aportaciones". En voz de otro cargo, algunas de las preguntas –principalmente las primeras- estaban "teledirigidas”.
El formato, en todo caso, fue novedoso. Maroto y los demás moderadores repitieron hasta la saciedad quién quisiera podía hablar. Lo dijo hasta Mariano Rajoy en su saludo inicial. Un dirigente del PP preguntó por el aborto y qué va a hacer el partido, a lo que se le respondió que hay que esperar al dictamen del Tribunal Constitucional.