Mariano Rajoy no se saltó su pauta ante la trama de corrupción que presuntamente afecta al partido de Artur Mas. Se limitó a recordar que "vivimos en una democracia" y, como tal, "los jueces son independientes y libres y toman decisiones ajustadas a la ley". Un proceder que en nada tiene que ver con la voluntad gubernamental, según dijo en una declaración ante los periodistas, en teoría, para valorar los buenos datos de la EPA.
El presidente no quiso ir más allá, a pesar de que su distancia con Mas es prácticamente total. "En este y cualquier caso, respeto a las decisiones que tomen los tribunales", recalcó a su entrada al congreso del PP europeo, en el que la convulsa situación que atraviesa Cataluña copó buena parte de los comentarios. "Todos, ya sea el señor Mas o el señor Rajoy, sea quien sea, estamos sometidos a la ley y a lo que digan los tribunales", remató el jefe del Ejecutivo.
Mientras, desde su partido, sí fueron mucho más contundentes. Según Pablo casado, "ha quedado claro que en Cataluña no era España quien robaba, sino el nacionalismo". "Lo que tiene que hacer Mas es invertarse menos confabulaciones exteriores" y "empezar a explicar qué pasaba con ese 3% de Convergencia y con esas supuestas mordidas que el nacionalismo catalán exigía a empresas de Cataluña y del resto de España", en palabras del vicesecretario de comunicación.
De hecho, en el PP vieron a Mas acorralado y con "dificultades de verdad" para ser elegido nuevamente presidente de la Generalidad. "Se sitúa directamente al lado de su tesorero", dijo Casado. Y, en privado, desde la cúpula del partido en Cataluña se dibujó un escenario bastante negro para el líder secesionista. "Ya veremos lo que ocurre" pero "no las tiene todas consigo".