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La CUP niega tres veces a Mas, pero deja una puerta abierta

Arrimadas se gana el cargo de jefa de la oposición y el "presidente" acusa al Estado de pagar a confidentes contra él y el proceso.

Arrimadas se gana el cargo de jefa de la oposición y el "presidente" acusa al Estado de pagar a confidentes contra él y el proceso.

Artur Mas está en la lona. La paliza ha sido monumental. Comenzó a las diez de la mañana y no paró hasta las siete de la tarde, con menos de dos horas de descanso. Paró cuando ocupó el atril parlamentario Jordi Turull, un burócrata de segunda fila de Convergencia comisionado por Junts pel Sí de la defensa de la candidatura de Mas. Ni Raül Romeva, candidato en la sombra, ni Junqueras, candidato a la espera, ni nadie de peso en Junts pel Sí asumió la defensa de la candidatura de su número cuatro. Le tocó a Turull, el número tres de Convergencia, un hombre marengo y romo, el típico convergente a la que la CUP le ha puesto la cruz. A esas alturas el desastre ya era absoluto.

Abrió fuego en la sesión Inés Arrimadas, la jefa de la oposición, una mujer de 34 años que sólo lleva tres en política. Una desconocida hasta ahora que ha logrado en 48 horas asumir el liderazgo de Albert Rivera y poner a Mas contra las cuerdas. Arrimadas fue inclemente y lo abarcó todo, desde la falta de gestión a la ausencia de ideas, de la corrupción a la independencia. Y puso sobre la mesa la causa real de la deriva radical del partido de Pujol y su delfín Mas. Se trata de eludir las responsabilidades penales de tres décadas de tres por ciento. Un tres para los Pujol, un tres para el partido y otro tres por dilucidar.

C'S: oposición pura y dura

La panadera fue antológica e incluso histórica. Mas no había tenido oposición hasta este martes. Rivera tenía ocho diputados detrás, mientras que ERC, el segundo partido de la cámara, era la oposición pero sostenía a la extinta CiU en el camino sin retorno del separatismo.

Ha sido una actuación de relieve la de Arrimadas en un contexto más que complejo, una lección de aplomo y consistencia. La nueva dirigente de Ciudadanos no es tan irónica como Iceta ni tan campanuda como Albiol, pero su texto es inapelable e incontestable. Hechos, datos, cifras, porcentajes, consecuencias y, sobre todo, lógica.

La dirigente de Ciudadanos en Cataluña confirmó las expectativas generadas tras su primera intervención, en el pleno de la "desconexión" en el que se aprobó la soflama separatista que insta a desobedecer a los tribunales y constituir la república catalana. Vapuleó a Mas y le replicó con contundencia. Reseñó las mentiras, los engaños, las manipulaciones y los insultos a la ciudadanía implícitos en el proceso separatista. Fue una tunda parlamentaria en toda regla. Oposición pura, formal, en español casi todo el rato y con un despliegue de argumentos que desbordó al "president".

"Sé cómo funciona el Estado..."

La intervención de Arrimadas desató al Mas que se cree víctima de una persecución policial y es capaz de confundir la denuncia de una exconcejal de ERC en Torredembarra en enero de 2014 (origen del caso 3%) o la confesión del propio Pujol (25 de julio del mismo año) con una operación de las cloacas del Estado. "Sé cómo funcional el Estado cuando quiere destruir a alguien, sé cómo funcionan determinadas unidades policiales, sé que usan fondos reservados para pagar a confidentes para montar mentiras en campaña electoral", declaró el 'president'.

El líder convergente trató de utilizar el debate de investidura para presentarse como un mártir, un hombre dispuesto a todo, a llegar hasta el final y más allá. El lunes, en su discurso, fue el primero de los antisistema. La corrupción, ni mentarla. Este martes, Mas es la víctima de una cacería de todos los poderes del Estado e incluso un político con dignidad que no está dispuesto a arrastrarse para lograr el voto de la CUP. "No estoy dispuesto a lo que sea para ser presidente. Hay líneas rojas", declaró Mas en su réplica al dirigente del socialismo catalán, Miquel Iceta. No dijo cuáles, pero añadió que "llegaré tan lejos como haga falta para establecer el mandato de las urnas; no me temblarán las piernas ni me fallará el pulso". Es decir, admite por primera vez que lo tiene complicado para ser investido, pero se reserva el as en la manga de poder convocar nuevas elecciones.

El grupo de Podemos en Cataluña, Catalunya Sí que es Pot, denunció el "disfraz" de Mas, su rauda asimilación de los principios asamblearios y anticapitalistas, así como su súbito rapto antisistema. Su portavoz, Lluís Franco Rabell, se erigió en representante de los barrios, del cinturón rojo, de las víctimas de la crisis en su calidad de exlíder vecinal. El vapuleo no fue tan intenso como el de Arrimadas, pero anticipaba lo que podía ser la parte "social" del discurso de la CUP. Así se cerró la sesión matinal.

Odio a España

Por la tarde comenzó Xavier García Albiol, el dirigente del PP de Cataluña, que estuvo mucho mejor en la réplica que en sus folios de apertura. Arrimadas lo había dicho todo, así que el dirigente popular tenía poco margen de maniobra para sacar la cabeza, a pesar de su altura, en el debate de investidura, con la comunidad autónoma de Cataluña en un purgatorio sin leyes. Sin embargo, la torpe respuesta de Mas, que volvió a aferrarse a la supuesta conspiración del Estado contra él y a la falta de capacidad de negociación del Estado, dio pie a una brillante réplica de García Albiol, que demostró la incapacidad ejecutiva del gobierno regional.

Rebatió todas las consignas contra el Estado sin leer los papeles, dirigiéndose en persona a Mas, los consejeros y los diputados. Fue directo y claro, mucho más que en el discurso. La administración catalana ha sido un desastre y la independencia ha sido una excusa para tapar la corrupción. La razón es el "odio" a España y a los españoles que tienen Mas y los nacionalistas, se atrevió a decir García Albiol.

La CUP no traga, pero...

En el plano sustantivo, la CUP, que intervino después, negó tres veces a Artur Mas. La intervención de Antonio Baños, el presidente del grupo parlamentario antisistema y encargado de exponer las razones por las que se niegan a investir a Mas. Son tres, la corrupción, porque no se fían de la conversión de Mas al republicanismo y por sus recortes sociales. "Hay que trascender el personalismo", proclamó.

Los diputados de la CUP no tragan con las promesas de Mas. Tienen una lista de agravios muy larga relacionada con los desahucios, la privatización de la medicina, el gobierno "bussines friendly" de Convergencia y las actuaciones de los Mossos d'Esquadra. Son separatistas, pero Mas también era y es uno de sus "enemigos políticos", como Rajoy, el Rey, las empresas del Ibex 35 y los tribunales. Coherencia absoluta.

Baños aprovechó su momento y citó a Bakunin y Espriú, una macedonia de diccionario de frases en la que sobresalió, a efectos prácticos, la del poeta catalán relativa a que un hombre se puede sacrificar por un pueblo, pero no todo un pueblo por un solo hombre. O sea que no, que los diez diputados del grupo menos votado de la cámara regional no apoyarían a Mas.

…que vuelva Mas el jueves

Pero para cerrar el discurso, Baños dio una de piratas. Stevenson. "Señor Mas, hoy no saldrá investido (capitán), pero hay tripulación". "Somos 72 y somos mayoría", advirtió al presidente en funciones en versallesco amotinamiento. Empezó mucho mejor de lo que acabó, cuando trató de demostrar sus lecturas y conocimientos. De directo pasó a pedante, alejado y más endeble que la aguerrida Anna Gabriel y su tono de asamblea de bachillerato.

Decepcionó Baños incluso a los suyos, tanto por lucir traje y corbata a la manera del tripartito (todo oscuro) en vez de utilizar una camiseta reivindicativa. La perla de su discurso fue una pancarta del 15-M en la plaza de Cataluña en Barcelona: "Si alguno se cree imprescindible, que se vaya a casa y descanse". Baños recomendó a Mas que volviera el jueves, día de la segunda votación. Todo es posible en el parlamento catalán, incluso que el "president" arranque un acuerdo en la campana. El "desliz" de Baños abrió un rayo de esperanza para los masianos.

Mas cerró los parlamentos con una nueva intervención en la que renovó sus votos antisistema y predijo el descarrilamiento del proceso si él era apartado del proceso. La votación que cerró la primera vuelta (este jueves habrá una segunda) fue de viva voz, al contrario que la relativa a la proclamación de independencia y desobediencia. Al escuchar sus nombres, los diputados debían declamar su posición. Cuando sonó el Julià de Jòdar -el diputado de más edad del parlamento, de la CUP pero partidario de votar a quien sea para la desconexión- hubo un segundo y medio de silencio. Al final sonó el no de Jòdar o el jodarazo abortado. A partir de ese momento, Convergencia activó el dispositivo para que la próxima votación de investidura sea secreta.

El factor Romeva

Sustanciado el recuento, la presidenta de la cámara, Carme Forcadell, convocó a los diputados para las diez de la mañana del jueves. En esa sesión, a Mas le valdría la mayoría simple. No obstante y en estas condiciones no es previsible que haya un acuerdo antes del 20-D, elecciones a las que ERC y CDC concurren por separado y que deben dilucidar el peso de cada formación en Junts pel Sí.

La CUP no se presenta y es más que probable que sus votos vayan a parar a los republicanos. El equilibrio de fuerzas de la plataforma se basa en los resultados de las penúltimas autonómicas, pero como no se cansa de repetir Mas, el escenario ha cambiado y los sondeos auguran a CDC, ahora con el nombre Democràcia i Llibertat, un estrepitoso batacazo. A partir de ese momento, quedarán un par de semanas para que Mas bloquee el Parlamento catalán y convoque nuevas elecciones. O, caso que todavía se considera muy improbable, tire la toalla y se avenga a una solución de conveniencia para sobrevivir políticamente.

La CUP ha puesto el nombre de Romeva en el debate y los diputados de la CUP se muestran cada vez más indignados con Mas por su renuencia a admitir la corrupción y los recortes sociales. Mas les proporciona argumentos en cada frase de sus réplicas. La posibilidad de un acuerdo se aleja, al menos en apariencia. Mas no está dispuesto a cualquier cosa para ser presidente, pero no se sabe si eso implica ser un presidente florero o cercenar las cabezas que le reclama la CUP, las de Felip Puig, Germà Gordó, Jordi Jané, Boi Ruiz, la comisionada para la Transparencia o el director general de la repartidora regional de contratas, entre otros estrechos colaboradores.

Se abre un paréntesis de 24 horas desesperadas en las que Convergencia, sin ayuda y al margen de ERC, tratará de obtener el sí de la CUP, el partido menos votado en las pasadas elecciones autonómicas.

62 a favor y 73 en contra. Ese fue el resultado de la primera votación. Mas se había cansado de repetir que le apoyaba una mayoría social y política, los electores y escaños. El resultado demuestra todo lo contrario. Mas no ha pasado la pantalla, como le gusta decir, de la sesión de investidura. Malas caras en Junts pel Sí. Las negociaciones con los antisistema han entrado en otra fase.

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