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Artur Mas amenaza con nuevas elecciones si persiste el bloqueo de la CUP

El presidente en funciones redobla el desafío al Estado y los Mossos reciben una circular en la que se les insta a confiar en la cadena de mando.

El proceso separatista no tiene vuelta a atrás. Artur Mas está dispuesto a desobedecer las instrucciones del Tribunal Constitucional y ceder en todo y más ante la CUP, pero hay una línea roja, su propia figura. Acepta ser florero, jarrón chino, presidente de honor, coral y antisistema, insumiso, insurgente e insurrecto, el nuevo Tsipras y lo que sea menester con tal de lograr el apoyo de, al menos, dos diputados cuperos, pero la formación, referente batasuno en Cataluña, no traga. Por dos veces lo han negado, aunque el portavoz de la CUP, Antonio Baños, ha mostrado la disposición de su grupo a seguir negociando. Hay tiempo, consideran. La fecha límite es el 9 de enero, por lo que se avecinan días de frenéticas, intensas y constantes negociaciones. Como hasta ahora.

Ante Mas se abren dos alternativas: o cede y deja paso a otro candidato o espera hasta el 9 de enero y convoca otra vez elecciones autonómicas. Todas las demás opciones están en manos de los diez diputados radicales, el grupo más pequeño de la cámara, el partido con representación parlamentaria menos votado, los "guardianes de las esencias", una formación asamblearia que necesita tiempo y trámites "populares" tanto para adoptar una posición como para cambiarla. Los parlamentarios de la CUP, sus rostros más conocidos, los nuevos portavoces, todos están en el bloque del no a Artur Mas, que podría estar viviendo las últimas semanas de su larga carrera política. Reivindican su "coherencia" y culpan a Mas de que por su protagonismo y razones personales el proceso separatista pueda colapsar. El reproche es mutuo.

"Unidad" en Junts pel Sí

En apariencia, la plataforma Junts pel Sí se mantiene cohesionada en torno a su candidato. Así lo quisieron escenificar al término del pleno, con una reunión a puerta cerrada de los 62 diputados. Mas sigue siendo su hombre, pero las grietas son cada vez más evidentes. ERC corteja a la CUP sin esconderse, Romeva se mantiene a la expectativa y el núcleo de fieles de Mas cada vez es más reducido. Varios de sus consejeros le advirtieron respecto a la declaración aprobada con la CUP. No quieren tener nada que ver con ningún acto ilegal o de desobediencia. Se trata de Andreu Mas-Colell, de Economía, Felip Puig, de Industria, Empleo y Turismo, de Jordi Jané, Interior y mando político de los Mossos d'Esquadra, o de Germà Gordò, de Justicia, que se erige en alternativa interna pero podría resultar imputado en las próximas semanas por el caso del 3%. Fue gerente del partido en la década pasada y el director general de la Infraestructuras.cat, la repartidora de contratos y adjudicaciones, Josep Antoni Rosell, era su mano derecha.

De la "desconexión" al cortocircuito con Mas

En ese contexto, a la histórica jornada de la soflama separatista del 9-N -en "celebración" del primer aniversario del referéndum ilegal- le ha seguido un no menos histórico 12 de noviembre. Por primera vez desde la restauración de la Generalidad, el candidato a presidirla no ha superado la segunda votación, en la que sólo necesitaba una mayoría simple. A Mas, por tanto, también le cabe ese dudoso honor. De la "desconexión" con España se ha pasado al cortocircuito con Mas. El parlamento regional ha instado al gobierno autonómico a emprender la fase final de la "hoja de ruta", pero el ejecutivo está en funciones, partido en dos, sin dinero, sujetado por el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) y sin la más mínima capacidad de maniobra más allá de la agitación y propaganda.

Mas, en su línea habitual, dice que no se arruga, que hará como el 9-N del 2014, que no acatará las leyes y sentencias y que la "legalidad catalana sustituirá a la española". Ningún presidente autonómico en España había llegado a tanto en su desafío al Estado, pero ni siquiera la rebelión institucional ablanda a la CUP. Sin embargo, no todo está perdido. Si Baños y el resto de sus compañeros son inflexibles en el "no", Mas cree que aún puede arrancar una respuesta contraria.

Todo es posible en la Cataluña política, pero Mas ya ha sacado a pasear el comodín de unas nuevas elecciones. "Es una opción, es consistente y no nos tiene que dar miedo votar", declaró cuando ya se habían agotado todas las posibilidades de resultar reelegido en segunda vuelta.

La CUP dice que no quiere ese escenario. Mas tampoco, pero no quiere esperar y que la situación se alargue en interminables disquisiciones. Las elecciones del 20-D pueden alterar los equilibrios dentro de Junts pel Sí. ERC confía en obtener unos buenos resultados, en gran parte porque la CUP no se presenta en esos comicios, mientras que los sondeos sobre Convergencia revelan una fuerte caída. De cumplirse los pronósticos, Mas quedaría aún más en entredicho y cobraría fuerza la candidatura de Romeva o incluso la del propio Oriol Junqueras, líder de ERC.

Arrimadas, una oposición consistente

Por si no fuera suficiente, Mas tiene enfrente una oposición digna de tal nombre. Inés Arrimadas se ha convertido en sólo dos sesiones en la revelación del Parlament. Mas puede llegar a echar de menos a Albert Rivera dada la contundencia, capacidad dialéctica y de réplica de la líder de C's en Cataluña. Miquel Iceta, del PSC, es un notable parlamentario y Xavier García Albiol, jefe de filas de los populares, ha mostrado tablas y pocas ganas de contemporizar, pero ambos son personajes sobradamente conocidos en la política catalana. En cambio, Arrimadas era un incógnita que en dos días ha demostrado que, en lo que reste de legislatura, sean dos meses o dieciocho, va a ser un tormento para Mas y para los separatistas.

Sobria y sin complejos, Arrimadas ha puesto a Mas contra las cuerdas resaltando todas y cada una de las contradicciones de los mensajes del president, la división de la sociedad catalana, la ausencia de diálogo, el frentismo separatista, sus grandes mentiras y los riesgos que se abren para la sociedad catalana por el intento secesionista de Mas. "Si quiere emociones fuertes, deje a los catalanes en paz y no les arrastre en su locura", le espetó la diputada al president en la sesión de este jueves.

Toda la oposición reclamó a Mas que abandone la deriva y comience de cero y por hablar con todos los grupos y no sólo con la CUP y Catalunya Sí que es Pot -los podemitas en Cataluña-. Pero Mas está enrocado en el proceso, en el desafío a las leyes y centrado en su propia figura. Su última oferta, la de someterse a una cuestión de confianza pasados diez meses si es que resulta elegido es un ejemplo de las humillaciones que está dispuesto a asumir el presidente en funciones para dirigir la nave rumbo al naufragio.

La imagen final del pleno de investidura frustrada fue la de cuatro funcionarios del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) entregando en persona a los 21 señalados del Constitucional la resolución en la que se les advierte de que sus actuaciones podrían ser causa de delito si no se atienen a la suspensión cautelar de la proclama independentista.

Circular a los Mossos

La inquietud entre el funcionariado es máxima. Los agentes de la policía autonómica han recibido una circular interna en la que se les insta a confiar en la cadena de mando. Las instrucciones de la Fiscalía de la AN son claras. Deben impedir cualquier acto sedicioso. En el aire planea la idea de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no moverá ficha durante la campaña electoral, salvo que el ejecutivo de Mas cometa alguna ilegalidad flagrante. El discurso insumiso de Mas en la sesión del jueves le saldrá gratis. Pura retórica. Los separatistas dan por descontado que hasta después de las elecciones generales no se producirán movimientos de relieve por parte del Gobierno, la Fiscalía o el Tribunal Constitucional, a los que se refieren en conjunto como la "Brigada Aranzadi".

Muchos analistas consideran que el pacto entre Mas y la CUP llegará más temprano que tarde, en un par de semanas. Esa es la impresión que difunden ERC, Romeva -con un papel capital en las negociaciones- y Convergencia, pero nadie en la CUP avala esa tesis.

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