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Rajoy prevé una batalla durísima por los restos y llama a "no tirar el voto"

Utiliza el Brexit para erigirse como única opción segura frente a las turbulencias políticas y económicas. La cautela se impone en Génova.

Utiliza el Brexit para erigirse como única opción segura frente a las turbulencias políticas y económicas. La cautela se impone en Génova.
Mariano Rajoy, este viernes en Valencia, durante su segundo acto de cierre de campaña | Tarek/PP

Mariano Rajoy no las tiene todas consigo. El PP reconoce en privado que la batalla por los restos será durísima el próximo domingo, con Unidos Podemos como principal contendiente. Durante toda la campaña, se negaron a poner un número de escaños encima de la mesa, pese a que el entorno del candidato llegó a sugerir los 130, e incluso más. "Estamos entre el 30 y el 31% de los votos pero hablar de diputados es hacer juegos de artificio", adujeron oficialmente. El mayor temor: tener más apoyos que el 20D, cosa que dan por descontado, pero no sumar más representantes. Y eso, confiesan algunas fuentes, dejaría al presidente en funciones en una situación muy comprometida una vez cerrada las urnas.

Partiendo de esta base, la noticia de que Reino Unido saldrá de la Unión Europea permitió a Rajoy recuperar cierto impulso, después de que las grabaciones a Jorge Fernández Díaz rompieran su campaña ralentizando, según su propio equipo, la tendencia positiva que se observaba en los trackings. A primera hora, antes de iniciar su agenda de campaña, hizo una declaración institucional en Moncloa, previo aviso al resto de fuerzas políticas. Y coló el mensaje de la "estabilidad" y de que hoy España puede afrontar con mayor "solidez" las posibles turbulencias económicas.

Según el PP, ante las grandes crisis, Rajoy sale fortalecido por su papel presidencial. Y el candidato no paró de sacar a colación la cuestión de Brexit, ya encima de un mitin. Tuvo hasta tres durante la última jornada de campaña, en Teruel, Valencia y Madrid. "El país necesita un gobierno fuerte que tenga crédito y coraje" además de "capacidad de negociar en Europa", destacó. "Es el momento de apostar por políticas responsables y sensatas, y no por asumir riesgos", enfatizó, mientras los suyos respiraron aliviados al comprobar que el caso de las grabaciones desaparecía de las tertulias de radio y televisión.

El PP o el caos

A partir de ahí. Rajoy quiso cerrar su campaña con dos ideas clave. La primera, que no hay otra opción al PP que la llegada de Podemos al palacio de la Moncloa. Y, la segunda, que para evitarlo es imprescindible concentrar el voto moderado en torno a él. Pablo Iglesias llegó a convertirse en protagonista de uno los últimos vídeos de Génova. En él, primero se escuchan voces de periodistas comentando la catastrófica jornada en los mercados por el Brexit, y a renglón seguido se puede ver a un Iglesias diciendo en el pasado: "¿Qué es lo que debería de hacer una fuerza política democrática que ganara las elecciones en un país del sur de Europa? Tomar el control de la política monetaria saliendo del euro".

Hecho el cuerpo a cuerpo con Iglesias -en el PP consideraron muy grave que el jueves pusiera en duda el desarrollo de las elecciones por el caso de las grabaciones-, el candidato popular también se dirigió con insistencia a los moderados. En concreto, a "todos" los que en diciembre se decantaron por Ciudadanos, a "muchos" de los que lo hicieron por el PSOE y a quienes se quedaron en casa. "Las cosas no están para tirar el voto", proclamó Rajoy en Teruel. "La clave es sumar a todos los que pensamos igual", sentenció casi a medianoche en la capital. Según sus cálculos, en 25 provincias apostar por Ciudadanos "no sirve para nada", y en muchos casos permitirá a la formación morada lograr un representante más.

En el PP están convencidos de que el mensaje del miedo ha calado, y han logrado captar a buena parte de quienes dudaban entre el PP y Ciudadanos o iban a volver a abstenerse. Precisamente, Génova lanzó un vídeo a última hora de la tarde del viernes para movilizar a los abstencionistas, y lo hizo con el argumento de que "la izquierda radical" se quedó en diciembre a un millón de votos de gobernar en España.

Por lo demás, fue una campaña de mucho paseo electoral, presencia en los medios de comunicación y mítines pequeños. De alcachofas, vacas y terneros, hasta llegar a El Hormiguero. A Rajoy se le vio muy cómodo y campechano, pero también bastante cansado en la recta final. Hubo días en los que apenas tuvo descanso. "Mi intuición es que nos irá bien, lo noto en la calle", suele repetir, más aún cuando le enseñan las encuestas más pesimistas. Si bien, en su entorno son más cautelosos. Saben que si el PP no sube con claridad el domingo, también en escaños, será muy difícil salir al balcón. Y las dudas sobre el candidato se multiplicarán una vez más. "Son unas elecciones de resultado incierto", reconoció el propio Rajoy, que reclama que le dejen gobernar aunque sea en solitario y ve un disparate unos terceros comicios.

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