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Rajoy no se moverá: no cree en el 'efecto Cs' y se muestra orgulloso de su gestión

Convocará la sesión constitutiva del Parlamento catalán el 17 de enero y ve “absurdo” que Puigdemont pretenda ser presidente viviendo en Bélgica.

Mariano Rajoy se mostró exultante en su tradicional balance del año. No hubo espacio para la autocrítica más allá de reconocer, ya en el turno de preguntas, que el resultado de su partido en las elecciones catalanas no fue bueno. Calificó de "extraordinariamente difícil" el 2017 por culpa de la amenaza independentista pero defendió su gestión de la crisis. La economía acaparó la mayor parte de su intervención inicial, y se mostró satisfecho. A diferencia del Rey en su discurso de Nochebuena, obvió por completo el tema de la corrupción.

Al término del último Consejo de Ministros del año, y con todos los integrantes de su gabinete en primera fila -a excepción de Luis de Guindos-, el presidente aseguró que nada hay que cambiar en su Ejecutivo porque las cosas se han hecho razonablemente bien. "No voy a hacer ninguna remodelación del Gobierno", contestó en hasta tres ocasiones. "Nadie me lo ha pedido", añadió, en relación a esas voces en su formación que piden cambios. La Fundación FAES, que dirige José María Aznar, llegó a señalar a Soraya Sáenz de Santamaría como una de las responsables del batacazo electoral en Cataluña. Así lo han advertido también, siempre en privado, algunos dirigentes del PP.

Sobre el caso particular de De Guindos, las fuentes consultadas explicaron que, en caso de que logre ocupar la vicepresidencia vacante del Banco Central Europeo como desea, se hará "un cambio en el ministerio de Economía y punto".

Rajoy fue tajante en ese sentido y quiso tranquilizar a los suyos asegurando que el resultado de las catalanas no es extrapolable al resto de España. "Estoy absolutamente convencido", llegó a afirmar, restando importancia a las encuestas que apuntan a que Ciudadanos seguirá subiendo. Y, con independencia de ello, proclamó que el Ejecutivo aplicó el artículo 155 "por obligación" y, ahora, "todo el mundo sabe" que el Estado puede defenderse "ante un ataque a la Constitución" y "se ha recuperado la legalidad" en dicha comunidad. En síntesis, nada que reprocharle.

El "absurdo" de Puigdemont

La sesión constitutiva del nuevo Parlamento catalán se celebrará el próximo 17 de enero, según anunció después de los contactos del Gobierno con las principales fuerzas políticas. En este sentido, Rajoy consideró "absurdo" que Carles Puigdemont pretenda ser presidente desde el extranjero. "No le voy a dar una respuesta jurídica sino de sentido común. Es absurdo pretenderlo viviendo en el extranjero. Imagínese que yo estuviera ubicado en Lisboa", fueron sus palabras exactas. Y añadió que él no elegiría candidato a un dirigente político que se ha fugado para no dar la cara ante la Justicia.

Dicho esto, y con independencia de quien sea el futuro candidato a presidir la Generalidad, Rajoy reclamó una vuelta a la legalidad. Insistió en varias ocasiones en ese mensaje. "El Gobierno ofrecerá toda su colaboración siempre dentro de la ley para resolver los problemas de los catalanes", prometió. "Pluralidad que no unilateralidad", dijo. Fue clarísimo al avisar de que la maquinaria del Estado podría volver a ponerse en marcha. "No caben más apelaciones a la ruptura y a la ilegalidad", aseveró, no sin precisar que "lo lógico y lo razonable sería" no ponerle a prueba de nuevo.

Cataluña ocupó buena parte de su intervención aunque cuando se explayó fue a la hora de abordar la situación económica. Si bien, relacionó un asunto con otro al enfatizar que la matraca independentista puede seguir provocando consecuencias económicas negativas. En cambio, si las aguas vuelven a su cauce, auguró una revisión al alza de las previsiones económicas. "España está en condiciones de seguir creciendo a la cabeza de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá o Japón", subrayó.

No cita la corrupción

En la Sala Tapices de Moncloa, reservada para las grandes ocasiones, Rajoy se ayudó de un gran plasma cargado de buenos datos económicos. Citó la creación de empleo, las exportaciones e incluso la construcción. Sacó pecho del acuerdo con sindicatos y patronal sobre el salario mínimo interprofesional o la nueva ley de autónomos. "Tenemos un optimismo realista de cara al futuro", pregonó. Espera reducir el paro hasta el 11% en 2020 y mantener un crecimiento medio del 2,5%.

De cara al futuro, además, se fijó como objetivo la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. Para lograrlo, seguirá viéndose con los líderes políticos del país después de que Albert Rivera visitara Moncloa el jueves. En caso contrario, las cuentas públicas seguirán prorrogadas, tal y como destacó. Encima de la mesa, también, el melón sobre la financiación autonómica. No fijó entre sus prioridades la reforma de la Carta Magna, que mentó de soslayo en el turno de preguntas.

"Mi valoración de 2017 es positiva. Se puede gobernar en tiempos de fragmentación política y con retos tan exigentes" como el pulso separatista, remató Rajoy. Agradeció la "lealtad" dentro de la "discrepancia" de Pedro Sánchez y Rivera. Y reivindicó su forma de hacer política: "No es fácil avanzar en estas circunstancias. Exige esfuerzo y altura de miras". Nada sobre la corrupción hasta que una periodista le interrogó por ello habida cuenta del oscuro futuro judicial que espera al PP. El presidente replicó que estudiará cualquier propuesta para luchar contra dicha lacra y dio por concluida su comparecencia.

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