Tabletas de chocolate con la imagen del "major" de los Mossos, Josep Lluís Trapero, disfrazado de Superman, lazos amarillos en los pasteles y urnas de chocolate blanco con el escudo de la Generalidad. El imaginario separatista también impregna la tradición de las monas de Pascuaque los padrinos regalan a sus ahijados.
El gremio de pasteleros catalán, al que pertenece la familia Puigdemont, es muy sensible a las tradiciones nacionalistas y tras haber creado panes y pasteles de la Diada o de Sant Jordi se ha volcado esta Semana Santa en la elaboración de dulces alusivos al referéndum ilegal del 1-O, la república y sus héroes que han lucido como reclamo en los escaparates y que han tenido un cierto éxito frente a las peticiones infantiles de pasteles con personajes de los dibujos animados o de sus clubes de fútbol.
La tradición gastronómica de la mona de Pascua se ha convertido en algunas pastelerías catalanas en otro acto político de un separatismo capaz de combinar los "ayunos por los presos" con la celebración de cenas de alto copete en solidaridad con los detenidos por el golpe y sus familiares realizadas a base de productos de color amarillo como cervezas belgas, patatas fritas, pollo al curry, sorbetes de limón y crema catalana.