Anna Gabriel, sobre la que no pesa ninguna orden de detención, se fugó a Suiza antes de comparecer ante el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena, que le imputa un cargo, el de desobediencia, que no está penado con prisión. A pesar de ello, la exdiputada de la CUP se sintió tan reprimida y en peligro que decidió tomar rumbo a Ginebra a fin y efecto, según dijo, de librarse de la injusticia española e internacionalizar la causa de la república catalana.
Nada más aterrizar en Suiza, Gabriel se sometió a un cambio de "look", contrató los servicios de un joven pero experto abogado internacional de etarras y proclamó a los medios suizos en un perfecto francés que su intención era la de establecerse en Ginebra como profesora universitaria. Sin embargo, pasa el tiempo (se fugó el 20 de febrero) y las ofertas de trabajo no llegan, la vida es sumamente cara, los abogados tienen honorarios y los seis mil euros recaudados en un concierto en Sallent (Barcelona), la localidad natal de la dirigente antisistema, ya se han agotado, según ha desvelado El Confidencial.
La situación económica de Anna Gabriel es tan desesperada que ella misma lo confirma en un llamamiento a asistir a otro concierto a 18 euros la entrada más barata y a 30 la "solidaria" por dos días de actuaciones, con zona de acampada especifica el cartel. En un mensaje en Twitter en el que da las gracias a las personas que forman parte del comité de solidaridad "Sallent Respon", anuncia el concierto y pide para resistir. "Los próximos 4 y 5 de mayo, la gente de 'Sallent Respon' organiza un conjunto de actos que se llenan de solidaridad y que pretenden hacer efectiva y concreta la generosidad", dice Gabriel en el mensaje. La exdiputada también vende un libro con sus discursos y conferencias y "cuyos beneficios se destinan íntegramente a la campaña 'Free Anna Gabriel'", reza la solapa.
En la CUP han reactivado la caja de solidaridad, pero no es suficiente para mantener a la dirigente y su pareja en Suiza sin ingresos, trabajo ni perspectivas. En la formación se cuestiona además el estatus de Gabriel, que a diferencia de Marta Rovira, no está buscada por rebelión. Ni siquiera está buscada, lo que reduce su atractivo mediático y la capacidad para internacionalizar la causa separatista.
Después de cinco años de proceso, la CUP, imprescindible para sustentar el golpe pero se ha abstenido de asumir responsabilidades institucionales, es el partido menos perjudicado por la acción judicial, un lastre para sus expectativas electorales dado que su prédica sobre la desobediencia y el choque frontal con el Estado no les ha acarreado mayores contratiempos que el exilio voluntario y poco mediático de Anna Gabriel en una de las ciudades más caras de Europa.