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La Guardia Civil disecciona en el Supremo los correos del golpe y hunde a los Mossos

Los agentes del Instituto Armado que testifican en el juicio por el 1-O desmontan las tesis de Trapero sobre el papel de la policía regional.

Los agentes del Instituto Armado que testifican en el juicio por el 1-O desmontan las tesis de Trapero sobre el papel de la policía regional.
Los jueces del Tribunal Supremo, con Marchena presidiendo la Sala. | EFE

La Guardia Civil es uno de los cuerpos policiales más prestigiosos del mundo. La lucha contra el terrorismo en las últimas décadas acredita las capacidades y eficacia del Instituto Armado, su consistencia profesional y el rigor y la precisión en actuaciones y atestados. Los agentes de la Benemérita se caracterizan por un escrupuloso cumplimiento de las órdenes judiciales y de sus superiores. Son la policía judicial en todos los procedimientos relativos al golpe de Estado separatista.

Nueva ronda de agentes, sargentos y oficiales de la Guardia Civil en el Supremo, la policía judicial que investigó y combatió el referéndum ilegal. La irrupción de los agentes que investigaron el golpe en el juicio que se sigue en el Tribunal Supremo desmonta el supuesto carácter naif del proceso separatista y el relato de los mandos de los Mossos sobre sus discrepancias con los superiores políticos y su fidelidad a la justicia.

La jornada ha vuelto a ser de duelo para los encausados y sus letrados, desconcertados ante la memoria y precisión de los guardias civiles. La sesión matinal es un torpedo en toda la línea en la teoría de que los Mossos d'Esquadra querían cumplir el mandato judicial de impedir el 1-O. Comparecen agentes que han analizado las comunicaciones de los Mossos el día de autos, que han tenido acceso a las pruebas que demuestran que hubo seguimientos de la policía regional a la Policía Nacional y la Guardia Civil en septiembre y octubre. O que se diseñaba un servicio de espionaje y planes de Defensa militar sobre la base de la policía autonómica.

La incautación de las papeletas

La testifical del primer agente comprende dos planos del golpe, la incautación de casi diez millones de papeletas y la parte no pacífica ni cívica del separatismo. A la Guardia Civil le costó salir del almacén con las nueve furgonetas cargadas de papeletas. El golpe para el separatismo fue duro. La Guardia Civil sitúa en el lugar de los hechos, pero en fechas previas, al propio Quim Torra acarreando cajas con las papeletas. Torra fue presidente de Òmnium, activista de cierto prestigio, exdirector del museo separatista del Borne de Barcelona.

La incautación de las papeletas y la de las cartas a los presidentes y vocales de mesa no impidió el referéndum. Para el separatismo, las urnas son el símbolo de su triunfo. El abogado de la defensa Francesc Homs, exconsejero de Presidencia inhabilitado por el 9-N de 2014, se permite el lujo de preguntar al agente si encontraron las urnas. Se ha quedado a gusto. Sin embargo, el testimonio de los agentes abre más boquetes en el relato separatista.

Abogados desencajados

Los miembros "operativos" de la Guardia Civil que han pasado hasta ahora por el Tribunal Supremo han sido sometidos a duros interrogatorios por parte de las defensas, que intentan erosionar el rigor y la profesionalidad de los policías. Estos se remiten en última instancia a los atestados. Algunos se exceden en los pormenores y otros se muestran a veces titubeantes, pero el cuadro encaja y la mayoría de los guardias depone con asepsia funcionarial.

Los abogados de los golpistas están desencajados. No cesan de protestar, de hostigar a los testigos. Jordi Pina, defensor de Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull, gesticula, se engola y expande, recurre a pausas dramáticas y pelotea al presidente de la sala, el juez Marchena, que sigue con sus muestras de infinita paciencia salvo con la abogada del Estado, Rosa María Seoane. Este jueves continúa el desfile de agentes de la Benemérita.

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