El resultado de Vox en las elecciones generales sigue, a día de hoy, pesando en el ánimo de sus votantes y del partido. A pesar de tratarse de un magnífico estreno teniendo en cuenta que hace apenas cuatro años ni siquiera alcanzaron el 1% de los votos, la decepción por la expectativa generada y el miedo a que gobierne la izquierda podría lastrar sus aspiraciones el 26-M.
El pasado 28 de abril, la formación consiguió un 13% de votos en Madrid, por encima del 10% que sumaron en toda España. El objetivo es mantener esa cifra para consolidar su base electoral, al igual que en el caso de las europeas. Sin embargo, en la recta final de la campaña varios indicadores han hecho saltar las alarmas.
Según ha podido saber Libertad Digital, el partido está teniendo dificultades para constituir algunas mesas informativas, especialmente en la capital, por falta de voluntarios. El número de inscritos para ejercer de interventores durante la jornada electoral es mucho menor que en las elecciones generales.
Otro motivo de preocupación es la falta de público en los actos que no cuentan con la presencia de Santiago Abascal, a diferencia de lo que ocurrió durante la campaña del 28-A cuando incluso candidatos desconocidos congregaban a cientos de personas para sorpresa de la propia dirección del partido. Fuentes de Vox admiten cierta desmotivación e incluso hartazgo entre los votantes ante tantas convocatorias electorales. "La fecha de las generales se eligió con ese objetivo", aseguran.
El malestar por la confección de las listas
La confección de las listas municipales y autonómicas es otro de los motivos de descontento. Al margen de los habituales enfrentamientos con algunas provincias por el control ejercido desde la dirección nacional para evitar polémicas, en Madrid la inclusión de exmiembros del PP en perjuicio de quienes colaboran con Vox desde el principio ha generado malestar con el partido.
Dos ejemplos son las incorporaciones de Íñigo Henríquez de Luna en la lista de Rocío Monasterio para la comunidad y de Fernando Martínez Vidal en la de Javier Ortega Smith para el Ayuntamiento. Desde Vox aseguran haber priorizado los perfiles con un buen currículum profesional frente a quienes han estado en el partido desde 2015. El objetivo, dicen, es confeccionar un equipo que les permita desarrollar sus medidas ante la posibilidad de que tengan que gobernar si suman con PP y Cs.
Una campaña electoral 'discreta'
Existe también cierto desconcierto ante el evidente cambio de estrategia en esta campaña electoral. Si durante las generales Vox optó por mítines multitudinarios con discursos muy combativos, en esta ocasión se han priorizado los actos pequeños que permiten un contacto más directo con los ciudadanos pero generan menos expectación mediática y movilizan poco a los simpatizantes.
Uno de los análisis hechos tras el resultado del 28-A fue precisamente la necesidad de no generar miedo en la izquierda para evitar que su movilización pudiera perjudicar a la derecha. Sin embargo, el riesgo de adoptar un perfil bajo durante la campaña es que acabes desmotivando también a los tuyos y no acudan a las urnas el próximo 26-M.