El PNV, que ha estado estos últimos años un tanto agazapado, a la espera de cómo acababa el desafío secesionista lanzado al Estado desde Cataluña, vuelve a asomar la patita.
Sánchez tiene que decidir si España se dota de un Gobierno respaldado por una vasta mayoría parlamentaria comprometida con el orden constitucional o si prefiere seguir negociando con sediciosos, comunistas y proterroristas