Por una vez, y gracias a Holanda, la Unión Europea le está cumpliendo a España en su papel de guardián supranacional ante las clases políticas nacionales y sus malos instintos.
Anda ufano paseándose por la capital el triunfador de las elecciones gallegas esparciendo con retranca la buena nueva: si me imitáis en Madrid, acabaremos con los extremismos de Vox y Podemos.
Estamos en manos de un hatajo de sociópatas sin el menor sentido de la dignidad que son capaces hasta de prostituir un funeral de Estado y degradarlo a pantomima gubernamental.