De sobra saben Sánchez e Iglesias que una sociedad pobre, dependiente de la dádiva estatal, es lo único que puede garantizar su permanencia en el poder.
Con Podemos en el Gobierno copresidiendo el fracaso ante la pandemia, los que protestan violentamente no son el pueblo justamente indignado, sino la peor escoria.
Ahora son ellos los que están en el Gobierno. Los que jalean a Antifa en EEUU y a la izquierda golpista en Chile. Y, claro, ahora lo que está en la calle no es el pueblo sino el fascio.