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La cuenta atrás de Sánchez para afrontar su 'reflexión del verano'

El presidente abrirá las carpetas de su nuevo gobierno tras un julio ‘caliente’: viajes internacionales, Conferencia de Presidentes y balance del año.

El presidente abrirá las carpetas de su nuevo gobierno tras un julio ‘caliente’: viajes internacionales, Conferencia de Presidentes y balance del año.
Pedro Sánchez en un acto en Oporto. | EFE

Los mentideros políticos arrojan la ‘cruda’ realidad: "Garzón intentó jugársela y el presidente le ha desahuciado". El ministro de Consumo, poco dado a la actividad gubernamental, ha encontrado el peor momento para cambiar de hábitos y se ha convertido en el primer ministro saliente in pectore del gabinete. Y por méritos propios, tras haberle salido ‘hastag’ por la culata: #MenoscarneMasVida. Un lema paradójico, habida cuenta de que el "chuletón" se ha convertido en su certificado de defunción política.

A Pedro Sánchez se le achaca desde siempre la virtud de la cabeza fría y el defecto de la crueldad para sacrificar a los suyos en función de la conveniencia. Se atrevió a hacerlo hasta con sus más cercanos como el primer jefe de gabinete, Juanma Serrano, a quien desterró Iván Redondo a la presidencia de Correos, una vez que consiguió obnubilar a Sánchez con sus dotes de estratega.

Que "el presidente hace buenos equipos", es una verdad ampliamente conocida; y que no hace prisioneros por lealtades personales, una realidad muy temida. Si a eso se le suma la aportación galáctica de su gurú Redondo para hacer operaciones mediáticas de shock -el llamado ‘efecto wau’-, el resultado es el nerviosismo en el que se mueven los miembros del Consejo de Ministros, donde "muy pocos saben lo que va a pasar", conscientes de que todo puede pasar.

Pero, pase lo que pase, no pasará hasta septiembre, lo que dispara el estado de pánico en el que algunos -como Garzón-, dan pasos en falso precipitando o popularizando su salida. A Pedro Sánchez le espera una "reflexión de verano" en la que abrir carpetas de sus ministrables para dar el golpe de gracia definitivo. Dicen los suyos que está todo decidido, o casi. Y los últimos flecos los cerrará tras un mes de julio caliente en el que "está descartado" que sorprenda con una crisis de gobierno, como adelantó Libertad Digital. El principal motivo, más allá de la necesidad innata de todo presidente por sorprender y marcar sus tiempos, es la intensa agenda que le espera al presidente en este último mes antes de su descanso veraniego.

Su ‘confidente’ Maroto

Tras su gira por los países Bálticos, el presidente Sánchez afronta la semana que viene su siguiente viaje oficial a EEUU. Viaje relámpago a Nueva York, Los Ángeles y San Francisco entre los días 20 y 24 de julio con un alto componente económico que pretende justificar la ausencia de un encuentro bilateral con el presidente Joe Biden, tras el ridículo del presidente Sánchez en la cumbre de la OTAN. Una ‘gira económica’ para promocionar a España como lugar de inversión, al que le acompañará la ministra de Industria, Reyes Maroto, una de las pocas ministras a quien mantendrá Pedro Sánchez en Moncloa. Maroto seguirá siendo su ‘confidente internacional’ y no será desterrada a Madrid o Castilla y León, como se especula en los círculos periodísticos.

No será el único viaje internacional que se guarda bajo la manga La Moncloa en las próximas semanas, además de la frenética agenda doméstica del presidente. El día 15 de julio se celebrará el homenaje a las víctimas del covid en el Palacio Real, junto al rey Felipe VI y la mayoría de sus ministros. Otra gran cita será la Conferencia de Presidentes, a finales de mes, el día 30 de julio en Salamanca. Convocatoria con los mandatarios autonómicos tras la que se espera una rueda de prensa de balance del jefe del Ejecutivo antes del verano. En Moncloa barajaban el 3 de agosto, último Consejo de Ministros, pero algunas fuentes apuntan a que se adelanta y no descartan que sea el mismo viernes 30 de julio tras esa convocatoria.

A la cascada de citas políticas habrá que sumarle la intensa agenda legislativa que aprobará el Gobierno en los cuatro Consejos de Ministros que restan antes del verano: los días 13, 20 y 27 de julio, y 3 de agosto. Entre los proyectos de Ley que se enviarán al Congreso para su tramitación, destacan: el de la Ley de Seguridad Nacional con su polémica capacidad de requisar bienes e intervenir empresas; la Ley de Vivienda, que enfrenta a la coalición por los precios del alquiler, y la Ley de Memoria democrática, que se aprobará previsiblemente el martes que viene con la comparecencia en Moncloa de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, quien intentará nuevamente resucitar su denostada capacidad política en el Gobierno, con un previsible mayor acierto que Garzón, aunque igualmente se quede en un intento.

Calvo, entre el PSOE y el Congreso

Fiel a sus frías costumbres, Sánchez dejará caer a la número dos de su Ejecutivo bajo la premisa que pregonan sus cercanos: "no hay amigos en política". Aunque, de haberlos, los mayores escuderos serían José Luis Ábalos y Adriana Lastra a quien "les mantendrá en sus puestos orgánicos en Ferraz" y en Moncloa, en el caso de su ‘señor Lobo’. Pero a Calvo le espera ya una función simbólica en pago a los servicios prestados: o bien la presidencia del PSOE (lo más probable) o en la presidencia del Congreso en sustitución de Meritxell Batet, porque algunos deslizan que "no se conformará con lo primero".

Iceta, "gran protagonista"

De lo que no habrá ninguna duda es de que "el gran protagonista" del nuevo Gobierno será Miquel Iceta. Es el único punto en el que no hace falta reflexionar, dado que cubre las expectativas de los socios sobre los que descansa la gobernabilidad: Podemos, ERC y PNV. El primer secretario del PSC está llamado a hacer de su actual ministerio una vicepresidencia primera de Política territorial con la que dar "impulso a la agenda del reencuentro" que centrará el inicio del curso político en la mesa de diálogo para Cataluña.

Y, como cuadratura del círculo, Sánchez reforzará el papel del otro fiel a quien confió la reconstrucción de la convivencia catalana: a Salvador Illa le espera heredar el bastón de mando del liderazgo del PSC. Iceta cederá el testigo a su eterno secretario de Organización, empoderándole como barón autonómico para revalidar su candidatura en las próximas elecciones catalanas, y con el encargo de coser las relaciones con los republicanos sobre el territorio.

Calviño y Montero, intocables

Por lo demás, quedan pocas dudas de que en el núcleo del Ejecutivo continuarán María Jesús Montero y Nadia Calviño, previsiblemente en los mismos puestos -en Moncloa rechazan ‘jugar’ con las carteras económicas y mucho menos fusionarlas-. La vicepresidenta económica es la garantía en Europa del éxito en el reparto de los fondos y su palabra es valorada en Bruselas donde fue su más alta funcionaria. Y la portavoz Montero juega un papel asumido como portavoz pero "no está quemada", en un puesto en el que el siguiente se puede abrasar con rapidez.

La compensación para Yolanda

También se descuentan las salidas de Arantxa González Laya en Exteriores, Pedro Duque en Ciencia, José Manuel Rodríguez Uribes en Cultura, Carolina Darias en Sanidad, José Luis Escrivá en Seguridad Social y, por supuesto, Alberto Garzón en Consumo. Un puesto menos para la cuota de Podemos en la coalición que Sánchez quiere compensar con una cartera más para el ministerio de Yolanda Díaz: la de Seguridad Social, que tantos enfrentamientos le ha conllevado con Escrivá.

Entre los dudosos estaría Fernando Grande Marlaska, a quien muchos ven "quemado y consumido" pero que comparte con el de Universidades, Manuel Castells, su afinidad con el presidente. Dicen que Sánchez "se enamoró de él (Castells) en un viaje a EEUU" en sus tiempos en las universidad de Berkeley. Aunque ni la amistad ni el enamoramiento son obstáculos para un suicidio asistido. Como tampoco lo es que el Plan de Acción de la Agenda 2030 aprobado por el Gobierno fije "el objetivo de producción y consumo sostenible de carne" para que Sánchez declare "imbatible un buen chuletón en su punto". Es la versión cárnica de los indultos, la coalición con Podemos o el pacto con Bildu. Y eso a lo que en Moncloa llaman ‘resiliencia’ y en español es inconsistencia, no cambiará tras la ‘reflexión del verano’ que alumbrará un nuevo Gobierno y que tiene al actual temblando por si Diego, digo Pedro, decide volver a cambiar de opinión y, por ende, de ministros.

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