El "major" de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, ha pasado de héroe del independentismo a bulto sospechoso. Los grupos de orientación separatista insertos en los Mossos piden su destitución arguyendo el supuesto plan para detener a Puigdemont con el que se defendió en su juicio en la Audiencia Nacional. El presidente de la Generalidad, Pere Aragonès, también desconfía abiertamente de Trapero y le ha retirado el mando de la nueva sección de escoltas. El consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, tampoco ve con buenos ojos al jefe policial una vez trascendido que Trapero estuvo el pasado mes en Madrid y giró visita al Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional, Zarzuela y a la cúpula de Interior sin informar a sus superiores políticos de la Generalidad.
ERC pretende que sea Trapero quien renuncie al cargo ante la evidente falta de confianza que le demuestran tanto Aragonès como Elena. Que se le quitara el mando de los escoltas del presidente autonómico y los miembros del Govern fue una invitación a la renuncia aliñada con las peticiones de cese de los sindicatos independentistas del funcionariado autonómico. El trascendido del viaje a Madrid, noticia que publicaron La Razón y Crónica Global este miércoles, ha reactivado a los críticos de Trapero, sector al que se han sumado personajes como el indultado Jordi Turull o el cantautor y exdiputado Lluís Llach.
Hasta el presente, ninguno de los golpistas condenados había criticado en público a Trapero. Turull ha sido el primero en romper el tabú con un mensaje de Twitter en el que asegura que "Ya no viene de aquí... Ninguna sorpresa desde hace tiempo. Cada cual con su conciencia". Llach, por su parte, ha pedido el cese de Trapero si se confirma que no informó al consejero de su viaje a Madrid.
Ja no ve d’aquí… Cap sorpresa de fa temps. Cadascú amb la seva consciència . #Independencia https://t.co/yM3lQjvj77
— Jordi Turull i Negre (@jorditurull) August 18, 2021
Restitución controvertida
La desconfianza del separatismo comienza a pesar más que el objetivo de restituir a Trapero en su puesto. Tras su cese con la aplicación del artículo 155 de la Constitución, el independentismo convirtió el retorno de Trapero a su puesto de jefe de los Mossos en un mantra electoral y en el símbolo de que se habían revertido los efectos de la intervención de la autonomía. La absolución en la Audiencia Nacional dio pie a dicha restitución por parte del entonces consejero Miquel Sàmper, de Junts per Catalunya (JxCat), con el aval de Torra. Pero enseguida se constató que la operación no contaba con el apoyo mayoritario en el cuerpo, tal como se creía, ni con el visto bueno de un importante sector del independentismo, dolido por el giro que Trapero había interpretado tanto en el juicio en el Supremo a los golpistas, donde sacó por primera vez la versión de que estaba dispuesto a detener a Puigdemont, como en su propio proceso en la Audiencia Nacional.
Además, el separatismo recela del protagonismo de Trapero, que es el encargado de rendir honores en representación de la Generalidad al Rey cuando visita Cataluña. Sigue en vigor el boicot contra el monarca y ni Aragonès ni sus consejeros han saludado a Felipe VI como correspondería. Es un papel que han delegado en Trapero, quien lo ha asumido, según el separatismo, con demasiado entusiasmo.
La visita a Madrid del pasado julio ha avivado estas críticas y la sospecha de una supuesta "traición" de Trapero, quien poco después de ser absuelto también visitó a autoridades judiciales y de Interior. Este segundo viaje vendría motivado por el hecho de que los Mossos son policía judicial, por razones de coordinación funcional con Interior y también con la Zarzuela tras la recuperación de la agenda catalana de Felipe VI. Sin embargo, el separatismo se aferra al hecho de que Trapero no habría informado a Elena para exigir su cese de manera urgente, sin esperar siquiera a la vuelta de las vacaciones.