Blindar la plaza de San Jaime de Barcelona, donde están emplazados el Ayuntamiento y la Generalidad, no le ha servido de nada a la alcaldesa Ada Colau. Sólo se podía entrar con invitación en el enclave para asistir al pregón de la activista vecinal Custodia Moreno que ha inaugurado las fiestas de Barcelona. El motivo era evitar protestas contra la alcaldesa como las acontecidas en los barrios de Gracia y Sants durante este verano. Pero la artimaña no le ha servido de nada al equipo de gobierno municipal.
Cerca de tres mil personas han abarrotado las calles que dan acceso a la plaza para mostrar su rechazo a las políticas de la alcaldesa. Trabajadores de la televisión municipal, colectivos vecinales, independentistas y hasta una plataforma contraria a la dictadura cubana -La Habana es la ciudad invitada en las fiestas de La Mercè en su 150 edición- se han dado cita para expresar su repulsa al grito de "¡Fuera Colau!". Un amplio dispositivo de los Mossos impedía el acceso a la plaza a pesar del tono pacífico y la urbanidad de los manifestantes.
Colau trató de impedir la protesta por la vía de limitar el acceso a la plaza donde se han inaugurado las fiestas con la excusa del coronavirus. Para poder asistir al pregón había que solicitarlo en una web municipal. Quería evitar escenas como las vividas este pasado mes de agosto en los populares distritos de Gracia y Sants, donde independentistas, pero también vecinos hartos de la suciedad de Barcelona, de la inseguridad y de la dejadez municipal protagonizaron sonoras manifestaciones en contra de Colau. No lo ha logrado.
En el ecuador de su segundo mandato, la popularidad de Colau está por los suelos y desciende al mismo ritmo que la calidad de vida en la ciudad. Colau valora las encuestas y se resiste a anunciar si repetirá candidatura. En privado especula con un salto a la política nacional, dado que el deterioro de su imagen no ha superado aún las fronteras de la ciudad.