La noticia de la salida de Albert Rivera y José Manuel Villegas, del despacho Martínez-Echevarría por el que ficharon en marzo de 2020 sentó francamente mal en la firma. Entre otras cosas porque se anunció, según nos dicen, por sorpresa y, por lo que se vio, explicándola como resolución de contrato por incumplimiento.
Mientras Rivera y Villegas decían que la decisión se había tomado de forma "sosegada" y "tras dos años de reiterados incumplimientos contractuales", en el despacho Martínez-Echevarría sonaban tambores de guerra y la dirección —evidentemente ya sin su presidente ejecutivo— llamaba a capítulo a todas las áreas del despacho. "Están reunidos y parece que va para largo", decía la recepcionista a este periodista cuando llamó a primera hora para pedir la versión oficial sobre la salida de los políticos.
Otras fuentes del sector consultadas por este diario, fuentes que siguen de cerca al despacho Martínez Echevarría, asistían atónitos a lo que estaba sucediendo y repetían que "esto ha terminado como el rosario de la aurora". Apostillaban que la experiencia en la abogacía de Rivera era absolutamente nula. En cualquier caso, todos concedían que "seguro que Martínez Echevarría ha ganado clientes gracias a Rivera", que es, en definitiva, de lo que vive un despacho.
Aunque se hizo esperar, el comunicado de Martínez-Echevarría terminó llegando y en él se notaba el enfado de sus líderes: "La decepción por nuestra parte es absoluta", confesaban a Expansión, y calificaban de "auténtico fiasco" su relación con Rivera. Añadían que la aportación del político durante "estos últimos años" —fichó en marzo de 2020— "ha sido ninguna y su implicación nula". En El Confidencial, elevaban el tono y acusaban a Rivera de falta total de experiencia "concretada en solo dos años como becario en La Caixa, junto con una pasividad e inactividad no vistas nunca en la empresa privada". Añaden que se le ha requerido en varias ocasiones que "elevara sus ratios de presencia, trabajo y rendimiento a unos mínimos que no avergonzaran a sus propios compañeros de despacho". Por último, prometían "seguir creciendo con profesionales de la mayor categoría jurídica, huyendo de políticos vacíos, desinteresados y sin capacidad de trabajo".
Por su parte, tanto Rivera como Villegas decían llevarse de estos dos años en el despacho "una buena experiencia profesional" y destacan haber obtenido los mejores resultados de la firma y crecido en plena pandemia. "El despacho ha pasado de facturar 16 millones a casi 20 y la oficina de Madrid ha pasado de facturar 1,5 millones a facturar casi 4 millones", pusieron de relieve, al tiempo que agradecían el trabajo a los compañeros que les han acompañado y a los clientes "que han confiado en este proyecto".
Lo que parece evidente es que el anuncio de Rivera y Villegas pilló con el pie cambiado a la firma que todavía este miércoles 9 de febrero no ha podido cambiar su página web, donde seguimos viendo las fotografías de Rivera por toda la home. El apellido "Rivera" que le dio a la firma, también figura. El enfado de Martínez-Echevarría es evidente y lógico, pero quizá cabría preguntarse que si tan malo era el desempeño de Rivera en el despacho, por qué no rescindieron su contrato antes de que el propio Rivera anunciara su salida.