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El PDeCat y Junts se libran por ahora de devolver los 6,6 millones del saqueo del Palau de la Música

La Audiencia de Barcelona se declara "no competente" para determinar qué formación política es la heredera de Convergència.

La Audiencia de Barcelona se declara "no competente" para determinar qué formación política es la heredera de Convergència.
Marta Ferrusola y Jordi Pujol, en una imagen de archivo. | Cordon Press

La creación de marcas sucesivas tras la liquidación de Convergència no respondía solo a discrepancias entre elementos de un sector u otro del nacionalismo. Los herederos de Jordi Pujol, con Artur Mas y Carles Puigdemont a la cabeza, crearon primero el PDeCat, partido demócrata europeo de Cataluña. El nombre no gustó a casi nadie y a día de hoy son prácticamente unas siglas amortizadas. Tienen un grupo en el Congreso fruto del cisma con Junts y algunas alcaldías, pero las pasadas elecciones autonómicas, en las que no consiguió representación, son la prueba de que su vida será efímera. De hecho, algunos de sus dirigentes han presentado ya otro proyecto, Centrem, al frente del que está la exconsejera de Torra Àngels Chacón y que negocia con personajes como Santi Vila o el expresidente del Barça Sandro Rosell para incorporarlos a sus listas municipales.

La siguiente marca posconvergente fue fruto del empeño de Carles Puigdemont, que renunció expresamente a la carga del continuismo convergente porque pretendía agrupar a sectores no conservadores. Eso no era óbice, por otro lado, para que Puigdemont y otros connotados dirigentes reconocieran el liderazgo "moral" del corrupto confeso. Sin embargo y de cara al público, los gestores de Junts per Catalunya (JxCat) decían no tener nada que ver con el pasado pujolista. Mas, amortizado electoralmente, no dio el paso hacia JxCat aunque abandonó todo protagonismo en el PDeCat, partido del que llegó a ser presiente.

Pero todos estos vaivenes no se debían solo a batallas ideológicas puesto que la "herencia" de Convergència era una pesada losa económica. Se tuvieron que vender todos los inmuebles que fueron durante cuarenta años el símbolo de la implantación del pujolismo y aún así no se han cubierto las deudas. Faltan, por ejemplo, los 6,6 millones que tirando por lo bajo una sentencia judicial determinó que fueron a parar de las arcas del Palau de la Música a las arcas del partido de los Pujol.

Al respecto, la Audiencia de Barcelona se ha declarado "no competente" para determinar qué partido es el heredero de Convergència, si el PdeCat que camina hacia la extinción o Junts per Catalunya (JxCat), que ha asumido el papel y buena parte de la representación del pujolismo. Eso es así hasta el punto de que a los "junteros" como Laura Borràs o Carles Puigdemont se les define como "posconvergentes" o "neoconvergentes".

Remite al juzgado mercantil

La Audiencia no entra en esas disquisiciones y se remite al juzgado de lo Mercantil número 9 de Barcelona, el que ejecuta la liquidación de los bienes de Convergència, quien debe asumir el expediente de la deuda con el Palau de la Música y determinar a qué partido le corresponde pagar. En sus recursos judiciales, tanto el PdeCat como JxCat han alegado que no es lo mismo tener una línea política determinada y similar al pujolismo que ser los responsables de sus deudas económicas. El "argumento" ha colado parcialmente en el caso de la Audiencia, que asegura que ninguna de las dos formaciones heredó patrimonio convergente. Confían en que suceda lo mismo con el juzgado de lo Mercantil. En caso contrario, están dispuestos a desaparecer para emerger con otras siglas. Cualquier cosa antes que devolver un dinero del que no se sienten responsables.

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