El Gobierno y el PSOE han tenido todo un fin de semana para digerir el volantazo de Sánchez en el Sáhara. Los socialistas han pasado de abanderar la causa saharaui a claudicar ante Marruecos y firmar la incorporación al reino alauita como provincia autónoma del antiguo territorio español. En el Ejecutivo siguen estupefactos con una decisión que pocos conocían y no pocos señalan a Pedro Sánchez como único artífice.
El viernes, el ministro de Exteriores, que se encontraba en Barcelona, tuvo que improvisar una rueda de prensa para dar explicaciones. José Manuel Albares dejó entrever que Argelia estaba informada del comunicado, algo que era desmentido por Argel al día siguiente al llamar a consultas a su embajador.
El desconcierto durante las primeras horas era total en el seno del Ejecutivo con una decisión que muy pocos conocían y para la que no había una estrategia de comunicación definida. El comunicado marroquí, filtrando parcialmente una carta de Sánchez, obligó a reaccionar a La Moncloa con una comunicado apresurado.
Sin conocimiento de la carta
De desatino en desatino, la cuestión saharaui se instala en el Gobierno donde no pocos ministros afirman que no habían sido informados de la decisión. Ya no son sólo los morados. La políticos socialistas dejan entrever su desconocimiento de unos puntos que La Moncloa no quiere facilitar. De momento, la carta que Pedro Sánchez envió a Mohamed VI no va a ser publicada en su integridad, sólo se conocen los párrafos que Mohamed VI ha decidido dar a conocer.
El acuerdo, que según La Moncloa sólo se trata de una mera carta, deja en el aire no sólo la política gasística con Argelia sino importantes dudas en materia de cooperación, de pesca en los ricos caladeros frente al Sáhara o los intentos de Rabat por hacer prospecciones petrolíferas en las proximidades de Canarias, donde también hay una zona submarina en disputa, la del volcán Tropic, que es rica en telurio y cobalto. La carta habla de respetar la "integridad territorial" de ambos países pero no profundiza en las zonas sobre cuya jurisdicción hay dudas.
Ante las críticas, muchas internas en el propio PSOE, donde creen que han "traicionado" una causa histórica en el partido, la última orden de La Moncloa es fingir que nada cambia pese a que el comunicado de presidencia del viernes hablaba "de una nueva etapa". Tampoco se va a aclarar más. Todo lo fían a una comparecencia del ministro de Exteriores en el Congreso a petición propia, aunque varios socios del Gobierno quieren que sea Sánchez quien comparezca.
"Nada cambia"
En esa línea se esforzaban los ministros que salían este lunes a dar la cara en varias entrevistas. El titular de Agricultura, Luis Planas, aseguraba en RNE que "hay una línea de continuidad" en las relaciones y aseguraba que no habían "ningún problema" con Argelia". Incluso añadía que va en la línea de lo firmado en 2007 y 2008. Algo que va en línea con el argumentario del PSOE donde este lunes afirmaban que el Gobierno español ya se había pronunciado a favor de la autonomía como la "más viable de las planteadas".
"La diplomacia requiere de discreción", añadía el portavoz de la Ejecutiva, Felipe Sicilia, para justificar que el Gobierno no diese explicaciones a sus socios de Gobierno ni a la oposición del volantazo. A juicio del PSOE, la política exterior la marca el Ejecutivo y no tiene que rendir explicaciones. Los socialistas, tras ser acusar de incumplir su programa electoral con el Sáhara, se refugian ahora en el 40 congreso del PSOE donde eliminaron la referencia a la autodeterminación.
¿Hubo negociación previa? Esto es lo que el Gobierno tendrá que aclarar. El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, hablaba en TVE de un "trabajo minucioso y detallado", lo cual iría más allá de una carta, pero se negaba a aclarar las "derivaciones" que a él le afectaban y emplazaba a la comparecencia parlamentaria del ministro de Exteriores en el Congreso a petición propia.
En el Ejecutivo reconocen que se llevaba tiempo trabajando en un acuerdo con Marruecos para tratar de frenar los ataques híbridos, utilizando la inmigración, con los que Mohammed VI castigaba a España desde que se conociese la entrada ilegal del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, para ser tratado en un hospital de Logroño.
El reto inmigratorio
La respuesta de Rabat fue inmediata y el punto más tenso fue en Canarias donde llegaron en los últimos meses de 2020 hasta 23.000 ilegales en cayucos y pateras. Los violentos asaltos violentos a las vallas de Ceuta y Melilla fueron un reto para Interior que veía como cada eran más agresivos, llegando a portar hasta machetes. Aunque el mayor reto fue la noche del 17 de mayo de 2021 cuando 8000 irregulares, la mayoría niños, entraron a la capital ceutí por el paso del Tarajal.
En el Ejecutivo esperan que se acaben estos ataques y recalcan la importancia del punto en materia de inmigración. En la carta, Sánchez llegaba a hablar de "determinación para afrontar juntos los desafíos comunes, especialmente la cooperación de la gestión de los flujos migratorios en el Mediterráneo y el Atlántico, con espíritu de total cooperación" sin que Marruecos haya informado de más.
Sánchez anuncia una visita a Ceuta y Melilla
En mitad de la crisis y las críticas, el presidente del Gobierno ha anunciado que el próximo miércoles hará una visita institucional a Ceuta y Melilla, según han informado a Efe fuentes del Ejecutivo.
Sánchez ha fijado esta visita, en la que estará acompañado por los presidentes de ambas ciudades autónomas, tras el anuncio de esta "nueva etapa" en las relaciones entre España y Marruecos y diez meses después de su anterior visita a ambas ciudades autónomas, a las que viajó tras la crisis migratoria por la llegada masiva de migrantes irregulares el pasado mes de mayo.