Como si de un thriller se tratase, el Gobierno llega a cada votación clave con un suspense que sólo se resuelve a ultima hora. Así seguirá siendo durante los próximos meses, vaticinan todos, aunque con cierta sensación de estar exhaustos.
En el Ejecutivo esperan que la crisis abierta con ERC, a cuenta del espionaje, se resuelva "en una semana". La idea de La Moncloa era empezar a rendir cuentas en la comisión de secretos oficiales durante la primera semana de mayo. No se podrá cumplir ya que el calendario legislativo tiene a medio gas la Cámara Baja durante la próxima semana.
"Las relaciones volverán a la normalidad tras la comisión", confían en el Gobierno que trabajan a contrarreloj para que el CNI dé explicaciones a puerta cerrada a Bildu, ERC, Junts y la CUP tras incluirlos, mediante una estratagema de Meritxel Batet, en la comisión de secretos oficiales.
Robles en la diana
Antes, como anticipo, los separatistas tratarán de volver a hacerle pasar un mal trago a la ministra de Defensa, Margarita Robles, que tendrá que rendir cuentas el próximo miércoles en otra comisión: la de Defensa. Ahí, esperan volver a ponerla contra las cuerdas, como en la sesión de control.
En el Ejecutivo hay un cierto malestar con el tono, y las formas, de la ministra de Defensa por un intervención este pasado miércoles. "Hay que cuidar las palabras la sensibilidad es máxima", advierten algunos ministros que no ocultan que no les ha gustado las palabras de Robles preguntando a una diputada de la CUP, qué tiene que hacer un Gobierno cuando le declaran la independencia
Dos rivales en la misma ecuación
En La Moncloa son conscientes de caminar sobre el alambre y quieren volver a "rescatar" a ERC, creyendo que, a diferencia de Junts, se podrá volver a pactar con ellos y que no buscarán, en el corto plazo, reeditar otro procés. Otros ministros advierten que con ERC "nunca se sabe", y que es difícil predecir su lealtad.
En el PSOE saben que el binomio PNV-Bildu en la misma ecuación no es duradero, debido a los recelos mutuos. En Sabin Etxea miran con desconfianza el acercamiento, cada vez más indisimulado, de los socialistas a los proetarras, su gran rival electoral en el País Vasco. El riesgo está en que el PNV, y sus 6 diputados, les deje caer en alguna que otra votación.
La idea de Pedro Sánchez y Félix Bolaños es volver a la "mayoría Frankestein", bautizada así por Alfredo Pérez Rubalcaba. Mientas tanto, la oposición, y el hemiciclo, asiste atónito al "Gobierno Kamizake", conduciendo en contra de casi todos y esquivando, de momento, un choque mortal. Queda por ver en qué votación se estrellarán.