El Gobierno, que hace poco más de un año recibió un avión argelino con el líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, lo que desencadenó una crisis diplomática sin precedentes con Marruecos, ha asegurado ahora que Argel " estaba cada vez más alineada con Rusia" y trata de vincular la suspensión del Tratado de Amistad, por parte del régimen de Tebounne, con una posible represalia de Putin.
La versión la comenzó a circular el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, quien, tras su vuelta de Bruselas, ha vinculado en privado la postura de Argelia con la de Rusia, asegurando que Lavrov, el ministro de Exteriores de Putin, podría estar detrás.
La teoría ha ido cogiendo fuerza, con la aparición de algunos reportajes, y ahora se ha convertido en la versión del Gobierno como ha demostrado la vicepresidenta primera, Nadia Calviño en una entrevista en Cataluña Radio. "Tuve que presidir las reuniones de primavera, del FMI, y ya entonces vi que Argelia estaba más alineada con Rusia. No me sorprende nada ver cómo eso se concreta", ha afirmado la ministra de Economía dejando entrever la mano de Putin.
¿Tenemos un problema con Argelia?
El Gobierno se enfrenta a un doble problema. Por un lado, se ha afanado en negar la evidencia, problemas con Argelia, y ha asegurar que está todo superado. "Se ha calmado, lo hemos visto recientemente", ha afirmado José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social este lunes en un desayuno informativo. Más contundente ha sido la ministra de Industria, Reyes Maroto, que ha proclamado que "las cosas vuelven a la normalidad" y ha pronosticado que Argelia "seguirá cumpliendo todos sus compromisos".
Otros ministros, en cambio, han reconocido que existe un problema. En ese sentido, Nadia Calviño ha pedido a Argel que "cambie" y "de marcha atrás". "Espero que se revierta esa amenaza por parte de Argelia", ha asegurado mientras ha anticipado que el suministro de gas "está garantizado". O marcha atrás o las cosas han vuelto a la normalidad, dos versiones contradictorias que prueban que el Gobierno tiene que pulir su argumentario