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Jaime Mayor Oreja: "El domingo, Pedro Sánchez sepultó el espíritu de Ermua"

El exministro del Interior recuerda en LD el día que ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco y lamenta que Sánchez haya certificado que el proceso continúa.

El exministro del Interior recuerda en LD el día que ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco y lamenta que Sánchez haya certificado que el proceso continúa.
Jaime Mayor Oreja, exministro del Interior | Libertad Digital

El día en que ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco, Jaime Mayor Oreja (San Sebastián, 12 de julio de 1951) cumplía 46 años. Desde entonces, sus cumpleaños nunca han vuelto a ser lo mismo. Cada 12 de julio revive el horror de una cuenta atrás que marcó su etapa como ministro del Interior y que lo único bueno que trajo consigo fue el nacimiento del llamado espíritu de Ermua. Hoy, 25 años después, lamenta que Pedro Sánchez haya elegido precisamente el homenaje al joven concejal para sepultarlo y pisotear la dignidad de todas las víctimas del terrorismo.

Pregunta: Cualquiera que en 1997 tuviera uso de razón recuerda estos días cómo vivió aquellas agónicas 48 horas, pero para usted, como ministro del Interior, tuvo que ser especialmente difícil…

Respuesta: Así fue. Estábamos esperando a que se cumpliera la sentencia de aquel crimen que hicieron a cámara lenta. El 12 de julio era mi cumpleaños, cumplía 46 años, y para mí fue uno de los días más duros de mi vida, en el que se confirmó que ETA iba a cumplir su anuncio de asesinato.

P: ¿Tenía claro cómo iba a terminar aquello desde el mismo momento en el que le confirmaron el secuestro?

R: Yo tenía esa convicción profunda, la misma que tenía el presidente del Gobierno, José María Aznar. Yo creo que todos sabíamos lo que significaba, empezando por el General de Información de la Guardia Civil y todas las fuerzas de seguridad del Estado y sus mandos. Todos sabíamos que, al final, eso no había sido una amenaza, sino una sentencia para cometer un crimen a cámara lenta en venganza por el éxito de la Guardia Civil liberando a Ortega Lara.

P: Miguel Ángel llegó con vida al hospital y usted le pudo ver antes de morir...

R: Sí, y me impresionó muchísimo. Fundamentalmente, porque era ver a un muerto viviente. Estaba intubado, con la cabeza envuelta en vendas... Pero no teníamos ninguna esperanza.

P: Estos días hemos vuelto a ver esa imagen suya, en la capilla ardiente, mirando fijamente el féretro de Miguel Ángel... ¿Recuerda qué pensaba en aquel momento?

R: Lo que millones de españoles. Todos estábamos conmocionados, emocionados y confirmamos la crueldad, no inesperada, pero la crueldad brutal de ETA.

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Jaime Mayor Oreja, frente al féretro de Miguel Ángel Blanco

P: Como Gobierno, ustedes tenían claro que no se podía ceder, pero… ¿Cómo se explica eso a unos padres?

R: En aquellos momentos, no hubo ninguna duda. Hubo angustia, hubo dolor y hubo tristeza, pero no hubo ninguna duda. No se podía hacer otra cosa. No hubo vacilación, no hubo ningún debate. No se lo dijimos expresamente, pero los padres de Miguel Ángel fueron ejemplares. Su padre y su madre, que acaban de fallecer, eran un matrimonio ejemplar, una familia excepcional, que ni siquiera preguntó. No puso ninguna mínima dificultad, no imploró, no pidió. Fundamentalmente, se puso en manos de la providencia.

P: De ese asesinato a cámara lenta surgió el llamado espíritu de Ermua que, sin embargo, hoy parece haber sido enterrado. ¿Cuándo empezó a resquebrajarse?

R: Es una fractura sucesiva, pero le pongo tres hitos. Lo que significó El discurso del método, el artículo de Juan Luis Cebrián, cuando políticamente mataron a Redondo y se cargaron el potencial acuerdo PP-PSOE; el pacto de Estella, que fue previo, en el año 98; y, evidentemente, el acuerdo que Esquerra Republicana de Cataluña hizo con ETA. Esos tres hitos van significando un final, antes y después, del espíritu de Ermua.

P: ¿Algún día recordaremos también entre esos hitos la presencia y el discurso de Pedro Sánchez en el homenaje a Miguel Ángel Blanco?

R: El domingo, Sánchez sepultó el espíritu de Ermua. Lo grave de ese acto no fue la falta de respeto a la dignidad de las víctimas, sino que fue la confirmación de que el proceso de ETA y Zapatero del año 2004 continúa, que el proceso que Sánchez reeditó en la moción de censura del año 2018 continúa y va a seguir. Esto no es un día en el que recordamos el pasado, es un anticipo del futuro. Esto es para dar satisfacción a ETA, esto es para decir que España y Euskadi son dos realidades que necesitan una reformulación de la Constitución a través del derecho de autodeterminación o a través de otros instrumentos. El que no lo entienda en términos de futuro, no entiende nada de lo que está pasando.

P: La portavoz del Gobierno, de hecho, no ha rectificado a Sánchez, sino que ha dicho que eran unas consideraciones generales…

R: ¡Claro! Es que no es casual. No fue una casualidad, no fue un error, no fue un lapsus. Simplemente es el paso que tenía que dar una de las partes, en este caso Sánchez, para certificar que el proceso continúa. Y el proceso es lo que gobierna España. Sánchez es un títere del proceso. ETA es la pieza esencial del proceso. Y cuando no hay un diagnóstico correcto, se dan palos de ciego y no se entiende nada de lo que tenemos enfrente. No hay un Gobierno, ni un Gobierno de coalición. Hay un proceso, en el que Sánchez, ETA y ERC son los tres ejes. Lo demás son simples anécdotas. La pugna entre Podemos y PSOE, anécdota. Los debates que tienen entre ellos, anécdota…

P: El discurso de Sánchez fue, además, la culminación a una semana en la que el Gobierno pactó con Bildu la Ley de Memoria Democrática, algo que ha dolido incluso entre los históricos del PSOE…

R: Es que esto es una pieza más de lo anterior, no se puede separar de lo que exige ese acuerdo con ETA. Y los pasos siempre duelen, las confirmaciones siempre duelen. Los símbolos son símbolos, pero lo grave es la no comprensión por parte de muchos españoles del proceso que tenemos delante de nosotros. El Frente Popular tiene que ser derrotado en las urnas y pronto, y pactar con ellos es un disparate. Entender que es reversible es un disparate. Eso lo ha dejado muy claro Sánchez cuando después de firmar la Ley de Memoria Democrática ha sido capaz de ir a Ermua en el 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Su proceso no tiene límites.

P: ¿Entiende que muchas víctimas no quisieran, por tanto, participar en un homenaje en el que iba a estar Pedro Sánchez?

R: Lo que no entiendo es a las víctimas que participaron, pero a las que no fueron y prefirieron estar con nosotros el viernes anterior como Ortega Lara, Daniel Portero, Cristina Cuesta o la presidenta de la AVT que, aunque no pudo ir, hablé con ella el día antes… ¿Cómo no las voy a entender, si han sido fundamentalmente pisoteadas en su en su dignidad?

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