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La indultada María Sevilla crea escuela: "Mi expareja ha secuestrado a mi hija de 2 años siguiendo todos sus pasos"

Joel Prieto asegura que la pequeña Alena se encuentra en Suiza, país al que su ex se habría fugado tras un largo historial de denuncias falsas.

Joel Prieto asegura que la pequeña Alena se encuentra en Suiza, país al que su ex se habría fugado tras un largo historial de denuncias falsas.
María Sevilla, en el Congreso, junto a Ione Belarra y otras miembros de Podemos | Archivo

Cuando el Gobierno indultó a María Sevilla, condenada por secuestrar a su hijo durante dos años, Irene Montero presumió de haber saldado "una deuda con las madres protectoras". A la ministra de Igualdad —y, por extensión, al Gobierno— no le importó su largo historial de denuncias falsas contra su exmarido, ni tampoco las condiciones en las que mantuvo al pequeño aislado del mundo. Ya entonces fueron muchos los que advirtieron del peligroso precedente que el Ejecutivo de Pedro Sánchez estaba sentando con tal maniobra, y lo cierto es que las consecuencias no han tardado en salir a la luz.

Al caso de Verónica Saldaña, recientemente localizada en Suiza tras fugarse con sus mellizos, se suma ahora el de una madre de Güímar (Tenerife) que ha secuestrado a su hija de dos años siguiendo exactamente el mismo patrón: separación, discusión por la custodia, denuncias falsas contra su expareja por presunto maltrato e incluso abusos sexuales, alienación parental y, finalmente, sustracción de la menor.

"Ha secuestrado a mi hija de dos años siguiendo todos sus pasos", denuncia Joel Prieto en conversación con Libertad Digital. La suya es la historia de un hombre completamente "anulado" —como él mismo se describe—, pero, ante todo, la de un padre desesperado por recuperar a su pequeña Alena, a la que vio por última vez el pasado 16 de julio. Aquel día, su expareja se negó a entregarle a su hija tras finalizar su periodo de vacaciones y emprendió una huida que, al igual que la de Verónica Saldaña, ha terminado en Suiza. "Lo único que ha hecho Paola es enviar un video de la niña para demostrar que está bien y la jueza le ha dado de plazo hasta este viernes para que vuelva, pero yo sé que no va a volver", lamenta con la voz entrecortada.

Separación y denuncias falsas

Su historia se remonta a principios de 2020. Apenas unos meses después de nacer Alena, Paola y Joel decidieron separarse. Con la excusa de la pandemia, ella empezó a poner todo tipo de problemas para que él visitase a la pequeña, así que, tras fracasar a la hora de acordar un régimen de visitas, Joel decidió recurrir a los tribunales. La sentencia llegó a finales de año: durante 2021, la custodia la tendría la madre y él podría ver a la pequeña dos tardes a la semana, además de fines de semana alternos. Sin embargo, en 2022, la custodia pasaría a ser compartida. Y eso es precisamente lo que desató la ira de Paola.

"El primer año transcurrió con cierta normalidad, hasta que, de repente, cuando se estaba acercando el final de 2021, un día me viene la Guardia Civil a buscar a casa y me dice que estoy denunciado por un delito de violencia de género", recuerda Joel. Su sorpresa y su indignación fue mayúscula, pero nada comparable a la impotencia que sintió cuando llegó la siguiente denuncia. "Me acusó de haber abusado sexualmente de mi hija y caí en depresión. Es imposible describir lo que sentí aquel día".

Ambas acusaciones fueron desestimadas tanto en el primer juzgado, como en la Audiencia Provincial ante la que Paola presentó un recurso de apelación. Sin embargo, en contra de lo que Joel pensaba, aquello no era el final, sino el principio de una auténtica pesadilla. "Hubo un tiempo de relativa calma, hasta que ella vio que yo estaba intentando rehacer mi vida. Pronto empezaron otra vez las hostilidades y los problemas de todo tipo a la hora de recoger a la niña", explica horrorizado al recordar todo lo que vino después.

Alienación parental

Tras fracasar con las denuncias falsas, Paola se propuso convertir a su hija de dos años en víctima del llamado síndrome de alienación parental. "En mi idioma, eso no era otra cosa que volver loca a la niña con todo tipo de falsedades y toxicidades. Eso, y un chantaje permanente que hacía que mi hija viniera a casa con frases que no correspondían a su edad, como que ‘Mamá está muy triste porque me he ido’ o ‘Mamá está muy su sola’". El objetivo, además, ya no era ponerla en contra de su padre, sino también del resto de la familia paterna.

El inicio de esta nueva estrategia coincidió con la decisión de Paola de sacar a la niña de la guardería: "Decía que no entendía el trato que me daban a mí, sabiendo que era un maltratador, y la sacó sin mi consentimiento cuando apenas quedaban cuatro meses para terminar el curso". Esto, además de dificultar la conciliación de Joel —que, a diferencia de ella, sí trabajaba—, también supuso un problema añadido en las recogidas.

Hasta entonces, éstas se producían en el centro escolar, por lo que siempre había testigos ajenos a la ya expareja. A partir de entonces, sin embargo, los intercambios pasarían a realizarse en sus respectivos domicilios. Temiéndose una nueva espiral de denuncias falsas, Joel solicitó recurrir a los llamados Puntos de Encuentro Familiares (PEF), pero ella se negó en redondo: "Y yo me pregunto… ¿cómo es posible que a una persona que me tacha de todo lo que me tacha se le dé la posibilidad de no verme más y se niegue? —denuncia indignado—. Pues así empezó otra vez el drama, la tragedia, y la intervención de la Policía".

La última discusión

El último episodio se produjo precisamente el pasado 16 de julio. Paola había disfrutado de la primera quincena de vacaciones con su hija y ese día Alena debía comenzar las vacaciones con su padre. "Fui con mi hermana a recoger a la niña e hizo lo mismo de siempre: una manipulación. Cuando la niña ya se iba a venir conmigo, la cogió y empezó con los cuchicheos, hasta que mi hija salió y me dijo que quería quedarse en casita con mamá. A partir de ahí fue una auténtica locura. Empezó a gritar, la niña se puso a llorar y, al final, nos tuvimos que ir por el show que estaba montando, porque yo ya no sé cómo actuar y sé que siempre está esperando a la mínima para tirarse al suelo y decir que la he hecho algo".

Ante esa perspectiva, Joel decidió ir directo a comisaría y enviarle un correo a su abogado para que redactase una demanda de ejecución de sentencia y escribiera a la letrada de Paola para hacerle entender que las cosas no podían seguir así. Su expareja, sin embargo, se negó a entregar a la niña y su abogada —la quinta que tenía, según Joel— terminó por presentar su renuncia: "Nos dijo que Paola estaba fuera de sí, que no entendía lo que estaba haciendo ni por qué lo estaba haciendo y que no iba a seguir representándola".

La huida a Suiza

Después de aquella conversación, Joel empezó a temerse lo peor, así que decidió presentar una denuncia por retención de menores. Sus peores presagios no tardaron en confirmarse: "Enviaron una patrulla a su casa y, al ver que no estaba, empezaron a interrogar a sus familiares, hasta que su padre reconoció que se había ido a Barcelona". Según explica, él siempre le ha apoyado y, de hecho, fue quien le animó a denunciar, ya que "ellos también están separados y la madre de Paola le hizo algo parecido". De hecho, Joel está convencido de que "es ella la que le está financiando toda esta locura".

Tras hacer las pertinentes averiguaciones, los agentes descubrieron que sólo había estado dos días en la ciudad condal y que allí se había puesto en contacto con un abogado y con una asociación de mujeres maltratadas. Después, habría volado a Suiza, el mismo país al que han recurrido otras tantas madres que han secuestrado a sus hijos, como Verónica Saldaña, que, incluso a pesar de haber sido localizada por la Policía española, continúa fugada con sus dos mellizos de 8 años.

"Se ha ido a Suiza, como Saldaña y como otras tantas mujeres que se llevan a sus hijos, por las lagunas que hay allí con la extradición y todas esas cosas, pero es que, además, Paola conoce perfectamente el país, porque antes de tener a Alena viajamos juntos", denuncia Joel, que está convencido de que su expareja no va a volver fácilmente. "Para retrasar la Euroorden, ha sacado un billete de Barcelona a Tenerife para este viernes, pero no consta ninguno desde Ginebra".

Ante esta maniobra, la jueza ha decidido esperar a ver qué sucede este fin de semana. Sin embargo, según ha podido saber Libertad Digital, al ir a limpiar su casa, su familia se encontró unos folios escritos de su puño y letra con anotaciones sueltas en las que quedan patentes sus intenciones: no entregar a Alena a su padre bajo ningún concepto y contratar a un abogado que ya haya defendido con éxito a alguna de esas "madres protectoras" a las que Irene Montero defiende a capa y espada.

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