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Puigdemont ataca a Aragonès y trata de agitar al independentismo contra ERC

El prófugo llama a participar en la manifestación del 11-S a la que el presidente de la Generalidad no asistirá para evitar insultos o agresiones.

El prófugo llama a participar en la manifestación del 11-S a la que el presidente de la Generalidad no asistirá para evitar insultos o agresiones.
El expresidente catalán fugado, Carles Puigdemont. | EFE

El prófugo Carles Puigdemont, expresidente de la Generalidad, trata de contrarrestar las cargas de ERC contra la manifestación del próximo 11-S, fiesta regional de Cataluña, convocada por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y a tal efecto ha soltado una arenga en sus redes sociales a favor de la participación y en contra del partido republicano.

La división en el independentismo es absoluta. Ni Pere Aragonès, presidente de la Generalidad, ni ninguno de los consejeros de ERC en el gobierno catalán, participará en la convocatoria de la ANC porque consideran que la manifestación es contra su propio ejecutivo. No opinan igual los consejeros del gobierno regional de Junts per Catalunya (JxCat) que ya han anunciado que acudirán a la tradicional cita separatista, la manifestación con la que hace diez años se dio el pistoletazo de salida al proceso separatista.

Según ha proferido Puigdemont en su alocución, "si el objetivo es la independencia, la movilización es condición necesaria; si el objetivo es convivir con el Estatuto recortado por el Tribunal Constitucional, la movilización es un engorro". Aludía a la negativa de Aragonès a acudir a la manifestación de este próximo domingo.

El separatismo encarnado por el partido de Puigdemont que ahora preside la procesada por corrupción Laura Borràs y las organizaciones "cívicas" del independentismo presiona a ERC para que abandone la denominada "mesa de diálogo y negociación" con el Gobierno y asuma la doctrina de la confrontación con el Estado y la vía unilateral para alcanzar la independencia. ERC, por contra, abraza una línea pragmática para lograr la "desjudicialización" del proceso, evitar que altos cargos de su partido sean acusados de delitos con pena de cárcel y, de rebote, lograr que el mismo Puigdemont pueda regresar a España sin temor de ingresar en prisión.

Sin embargo, es el propio Puigdemont, junto a dirigentes como Laura Borràs, la CUP y las entidades separatistas quienes impugnan la "mesa de diálogo" y el trayecto pactado hacia la independencia que explora ERC con la anuencia del Gobierno de Pedro Sánchez.

A tal efecto, Puigdemont ha suplantado a Aragonès en una especie de mensaje "institucional" de cara a la Diada de este domingo en Cataluña para pedir que las bases separatistas olviden los incumplimientos de sus líderes y vuelvan a salir a la calle para reiniciar el "Procés".

La proximidad de las elecciones municipales contribuye a agitar el avispero separatista. Aragonès ha descartado la posibilidad de pactar con Sánchez un referéndum independentista antes de las próximas elecciones generales, pero presiona al Gobierno para que acometa reformas legislativas que supongan una amnistía encubierta, rebajando delitos como el de sedición. Algo que no es suficiente para el otro gran vector del separatismo, la confluencia de la vieja Convergencia en la que militó y ascendió Puigdemont y grupos dispersos de independentistas ahora liderados, en apariencia, por Laura Borràs.

Además de la impunidad, está en juego el control de los municipios catalanes, más de novecientas localidades cuyas administraciones, de mayor a menor, son claves para financiar y engrasar al movimiento independentista. JxCat cree haber hallado una grieta con la renuncia de ERC a participar en la manifestación del 11-S, una exhibición clave para demostrar la capacidad de convocatoria del independentismo.

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