Inés Arrimadas y Edmundo Bal se enrocan en sus posturas y avocan a Cs a una batalla interna que marcará el probable fin de su existencia. Después de enlazar varias derrotas electorales y de que muchos auguren la desaparición del partido, sus dos principales dirigentes se han enfrascado en una guerra sin cuartel que dejará a la formación completamente fracturada para repartirse los restos del partido.
La todavía líder de Cs trabaja contrarreloj para forzar la renuncia del que era su mano derecha y que dé un paso al lado para no concurrir a las primarias. Por su parte, Bal se revuelve contra sus declaraciones ante los medios de comunicación, en público y en privado, sonde sube el tono.
El detonante de la ruptura
"Quien ha defendido la Ley del Sí es Sí está inhabilitado para liderar ningún partido", advertía Arrimadas sobre su compañero de filas durante los actos institucionales del Día de la Constitución. Las nefastas consecuencias de la norma han sido el detonante definitivo que ha hecho saltar por los aires la relación entre ambos. La líder de Cs reprocha al que fuera Abogado del Estado no haber previsto las incongruencias de la norma y haberles indicado que votaran que sí. "Lo dejamos en sus manos como jurista, confiamos en él y falló", dicen cargos naranjas.
Bal, por su parte, defiende que los diez diputados de Cs apoyaron la ley promovida por Irene Montero y asegura que suscitó mucho menos debate interno que el apoyo que han brindado al Gobierno en otras normas, como las económicas. "Siempre que nos hemos alejado de la posición del PP ha habido debate", asegura para defender que todo el partido asumió el apoyo al Sí es Sí.
Mientras, la líder de Cs insiste en su órdago para forzar la renuncia de su compañero y se muestra convencida de que, finalmente, Bal "rectificará" y optará por no presentarse para regresar a la "lista de unidad" en la que están trabajando. La llamada tercera vía que ve con buenos ojos Bal pero que dice que no termina de concretarse. "Es mentira que esté trabajando en esa vía", asegura el dirigente naranja para responder a su jefa.
El portavoz parlamentario reprocha a Arrimadas el tono "bravucón" de la rueda de prensa que ofreció el lunes desde la sede de Cs y compara su actitud con la del monarca de Francia Luis XIV, el Rey Sol, símbolo del despotismo por excelencia. "Quiere una refundación del ordeno y mando", criticaba en corrillo informal con periodistas antes de los actos oficiales del 6-D.
La batalla final
Ninguno cede en sus pretensiones de hacerse con el control del partido a las puertas del año electoral que se avecina, con las elecciones municipales y autonómicas de mayo a la vuelta de la esquina, y las generales para finales de 2023, salvo adelante de última hora. La tercera vía, que ambos defienden para renunciar a sus respectivas candidaturas, no termina de coger forma a pesar de que Adrián Vázquez es el nombre que suena como persona de consenso para evitar un choque de trenes.
La famosa refundación que desde hace meses venden en el partido como solución a los males que les acechan desde que presentaron la moción de censura en Murcia, ha quedado completamente eclipsada por la guerra fratricida que ambos se han declarado y que podría llevarse por delante a un partido cuyas perspectivas electorales son cada vez peores.
Apenas Begoña Villacís aguanta como representantes institucional de una formación cuyo anterior líder, Albert Rivera, casi llegó a disputarle la presidencia a Mariano Rajoy hasta el punto de que todas las encuestas auguraban su victoria frente a un PP acorralado por los casos de corrupción. Apenas unos meses después y después de dos convocatoria electorales, el partido se quedaba apenas con diez escaños.