
El delegado del Gobierno en el CIS lo ha vuelto a hacer: José Félix Tezanos ha publicado una "macroencuesta de tendencias de voto autonómico" que, por supuesto, es un empujón demoscópico para el PSOE, aunque en esta ocasión los datos son tan confusos y contradictorios que ni siquiera en la prensa más cercana al Ejecutivo se ve excesivo entusiasmo: en el momento en el que escribimos estas líneas en la tarde del jueves periódicos como El País o El Diario no tienen al CIS entre sus 15 primeras noticias. Cierto es que es el día del Gordo de Navidad, pero eso también lo sabía Tezanos antes de publicar esta presunta encuesta.
Y esa falta de impacto es lo lógico, no sólo porque ya nadie cree al CIS, sino porque en esta ocasión el ejercicio de confusión al que nos tiene acostumbrados Tezanos llega a un punto que es difícil de describir, quizá el peor en la ya demasiado larga carrera de Tezanos al frente de una institución pública que no es que la haya llevado a su punto más bajo, es que la está arrastrando por el barro.
Horquillas fuera de toda lógica
El sondeo está lleno de datos contradictorios con la realidad y, sobre todo, hace un uso completamente abusivo de la información que ofrece y la que oculta. En este sentido, el aspecto más llamativo de la encuesta son, al menos a primera vista, las enormes horquillas de asignación de escaños que establece y que le sirven para decir al mismo tiempo una cosa y la contraria.
Por ejemplo, en Extremadura –una de las comunidades cuyo resultado más se está comentando en los medios– el PP podría sacar 35 de los 65 diputados, es decir, una cómoda mayoría absoluta dejando al PSOE en 24; pero al mismo tiempo los populares podrían quedarse con 26 y el PSOE llegar a 32, a sólo uno de la mayoría que podrían lograr con Unidas Podemos… o no, ya que el partido morado esta entre desaparecer y obtener seis jugosísmos y determinantes escaños.
Esas enormes variaciones podrían responder a que la muestra de la encuesta es reducida en esta autonomía, sólo 242 entrevistas, pero la realidad es que se repite en otras en las que el sondeo ha sido exhaustivo.
Esto es lo que ocurre, singularmente, en Madrid a pesar de haber contado con 1.573 entrevistas –una cifra más que suficiente, incluso excesiva para la población de la Comunidad– y de tratarse de una circunscripción única, lo que hace mucho más sencillo el cálculo. Pero incluso así las horquillas de asignación de escaños que propone Tezanos son tan exactas como las que habría hecho un agricultor olisqueando el viento: el PP podría tener 67 representantes en la Asamblea regional, es decir, a sólo uno de la mayoría absoluta, o por el contrario quedarse en 55; el PSOE, por su parte, mejoraría mucho de los 24 diputados que tiene ahora hasta 31, o incluso muchísimo hasta 37; las probabilidades de Más Madrid van de 21 a 25; y Ciudadanos, por favor no se rían demasiado con esto, podría conseguir cuatro escaños o volver a quedarse a cero.
Este último dato es especialmente revelador del rigor de la encuesta, ya que en la Asamblea de Madrid si se supera el umbral del 5% del voto necesario para lograr representación se obtienen siete diputados, no se pueden tener menos, tal y como le ocurrió a Unidas Podemos en 2019, cuando Isa Serra sólo obtuvo el 5,6% del voto y, efectivamente, el grupo parlamentario del partido estaba formado por siete representantes.
Así, en Madrid y en otras autonomías, es imposible saber si la derecha arrasará o la izquierda gobernará, si bien en otras la apuesta del CIS es que el PSOE mantendrá su poder.
Lo más grotesco es que, encima, Tezanos oculta los porcentajes de estimación de voto: en un momento de la encuesta da la intención directa de voto y más adelante ofrece la suma de voto más simpatía, pero no la estimación que debería hacer a partir de esos datos y de la que, se supone, que parten esas asignaciones de escaños. Es decir, oculta completamente a qué le ha llevado la cocina y se lanza a unas horquillas completamente disparatadas y, en algunos casos como el referido de Ciudadanos, directamente imposibles.
Madrid, una comunidad izquierdista
Pero el voto no es lo único en lo que la encuesta de Tezanos nos sorprende, por decirlo de una forma suave: otros datos son como mínimo igual de llamativos. Por ejemplo, y volviendo a Madrid, en el apartado en el que pide a los entrevistados que se definan ideológicamente descubrimos con sorpresa que Madrid, donde el PP lleva ganando las elecciones desde 1991 y gobernando desde 1995, resulta que es una comunidad de izquierdas.
Lo explicamos: en este tipo de sondeos se pide a los entrevistados que se definan ideológicamente en una escala del 1 al 10 en el que uno es "lo más a la izquierda" y diez "lo más a la derecha". En esta encuesta se ofrecen esos datos por autonomías y en Madrid nada más y nada menos que el 57,7% de los encuestados está en los cinco primeros números, es decir, se declara de izquierdas; mientras que sólo el 37,9% se sitúa en los cinco segundos que representaría a la derecha. Una diferencia de veinte puntos que lleva casi tres décadas sin materializarse en ninguna convocatoria electoral.
Una muestra completamente desviada
Seguimos tomando como ejemplo Madrid para revisar el desastre del sondeo de Tezanos y ahora vamos a detenernos en el recuerdo de voto, que es un dato clave tanto para que la muestra de la encuesta sea correcta como para hacer bien la cocina de los datos necesaria.
Este apartado es un clásico entre los desastres de Tezanos, pero en esta ocasión se ha superado a sí mismo: sólo el 31,6% recuerda haber votado al PP en Madrid, que en realidad obtuvo el 44,7% de los votos. El dato es escandaloso de por sí, pero es que además lo habitual en los sondeos es que la gente se sume al caballo ganador, con lo que en una encuesta normal el porcentaje del PP podría ser algo mayor al real, pero es disparatado que sea tan inferior.
El PSOE obtiene un recuerdo más cercano a lo que de verdad pasó, aunque siempre algo mejorado: obtuvo un 16,8% del voto y en cambio recuerda haberle votado un 19,3%. Por su parte, Más Madrid se ve muy penalizado: si logró un 17% en las urnas en la encuesta sólo se declara votante suyo un 10%. Esta diferencia explicaría por qué los socialistas están muy por delante de los de Mónica García en el resultado que da Tezanos y debería haber indignado a la candidata errejonita, que muy al contrario se ha mostrado muy feliz con los datos de la encuesta, es de suponer que, con su perspicacia habitual, ni siquiera se haya enterado de cómo se la han jugado.
Unidas Podemos también se ve favorecido por la desastrosa muestra de Tezanos: aunque Pablo Iglesias no pasó del 7,4% en las urnas en la encuesta un 9,2% afirma que le votó; y por supuesto a Vox le pasa lo contrario: tuvo un 9,15% y en el recuerdo de voto se queda con sólo un 4%, incluso por debajo de Ciudadanos.
Los abstencionistas, ninguneados
Pero la mayor desviación de la muestra se da en otro apartado del recuerdo de voto: los que afirman haber participado en las anteriores elecciones. Aquí las diferencias son todavía mayores: en la Comunidad de Madrid el voto real fue del 71%, pero recuerda haber votado el 90,8%; en Valencia es un 73% frente a un 88%; en Aragón del 68% pasa al 85%; en Asturias del 62% también al 85% y así en todas.
Son diferencias que en opinión de expertos consultados por Libertad Digital "invalidan el resultado de la encuesta". El problema es que con esa muestra se quedan prácticamente fuera los abstencionistas, que son un porcentaje muy importante de los votantes con el que es necesario contar. Esto incide en varios aspectos, como por ejemplo en la participación electoral que se estima para la siguiente convocatoria, otro elemento fundamental a la hora de interpretar los datos crudos.
Con unas diferencias tan enormes entre la realidad y la muestra seleccionada la distorsión es "enorme" y "se come todo el margen de error", tal y como asegura Arcadio Mateo, de la firma Demoscopia y Servicios, que explicaba que una empresa demoscópica habría ido subsanado ese sesgo según avanzaba el trabajo de campo, pero es obvio que el CIS no lo ha hecho.
Es tal el desaguisado, que aunque José Félix Tezanos hubiese corregido todos estos sesgos en la mal llamada cocina, es decir, en el tratamiento de los datos brutos recogidos en las entrevistas, está claro que ante la tremenda distorsión introducida habría resultado imposible. Además, como el socialista que hunde el CIS mes a mes y encuesta a encuesta se ha preocupado de ocultarnos los datos, es imposible saber si lo ha hecho, pero muy fácil intuirlo: lo único en lo que se ha esforzado es en encajar como fuese la encuesta con los resultados que él quería dar desde un principio. Eso sí: para hacerlo se ha gastado miles de euros públicos.