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Las comunidades judías de España muestran su "inquietud" por una "alarmante" campaña antisemita de Ada Colau

La nueva iniciativa antisemita del ayuntamiento de Colau podría consumarse en el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

La nueva iniciativa antisemita del ayuntamiento de Colau podría consumarse en el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
La alcaldesa de Barcelona Ada Colau | Cordon Press

El Ayuntamiento de Barcelona podría romper el acuerdo que hermana la ciudad con Tel Aviv desde 1998. La iniciativa se lanzó en una web municipal de recogida de firmas, y es apoyada por multitud de asociaciones relacionadas con el odio a Israel y el antisemitismo y también por Barcelona en Comú, el partido de Ada Colau, por CCOO, UGT e incluso grupos LGTBI o por el Observatori DESC. en el que trabajaban numerosos líderes de la facción catalana de Podemos y que ha sido regado con abundantes subvenciones por la propia administración de Colau.

Una campaña en la que se llegó a generar un cierto escándalo al aparecer los logos de la Generalidad de Cataluña y de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo, aunque luego se eliminaron ante la polémica. Una retirada prudente que, sin embargo, no parece seguir el Ayuntamiento de la Ciudad Condal ni el grupo de la alcaldesa, que se mantiene como una de las entidades adheridas a la campaña.

De hecho, hasta el Síndic de Barcelona, una especie de defensor del pueblo de la ciudad elegido por el Ayuntamiento, ha emitido un informe abogando por la rotura del acuerdo. Además, la iniciativa tiene ya las firmas suficientes para ser votada en el pleno municipal – sólo 3.750 – y podría serlo en el pleno que se celebra el próximo 27 de enero, que casualmente, o no, el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Al mismo tiempo y en mitad de esta polémica, Colau ha vuelto a entregar la Oficina de Asuntos Religiosos –un servicio municipal que funciona como referente en temática religiosa y espiritual y sobre todo lo relacionado con las entidades y comunidades religiosas", según su propia web– a una fundación privada que afirma tener como misión "impulsar espacios de encuentro y diálogo con la cultura árabe y las comunidades musulmanas".

Pese a en principio estar creada a "construir una sociedad inclusiva que permita a las personas migrantes ejercer una ciudadanía plena", esta fundación lleva gestionando la citada oficina desde 2013, lo que ya es en sí sorprendente, pues cualquiera podría pensar que un servicio de este tipo no debería estar en manos de una organización enfocada a sólo una de las muchas religiones que profesan los habitantes de Barcelona. Pero prolongar el contrato dos años con posibilidad de otros dos –que, por cierto, supondrían más de un millón de euros para la fundación– aún resulta más inquietante en este contexto de agresiones a Israel.

La preocupación de las Comunidades Judías

Todo ello ha llevado a la lógica preocupación de las comunidades y los colectivos judíos, que se ha concretado esta semana con una carta enviada a Ada Colau por el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, (FCJE), Isaac Benzaquén.

En ella el representante oficial de todas las comunidades judías españolas le comunica a Colau su "inquietud" ante "la campaña de ‘boicot’ contra el hermanamiento de la ciudad de Barcelona y Tel Aviv y para romper relaciones con Israel".

Además, califica de "alarmante" el lema de la iniciativa: "Barcelona con el Apartheid no" y habla de que "todas las comunidades judías vemos con preocupación" lo que los miembros de la comunidad judía de la capital catalana, "todos ellos barceloneses de origen o adopción e independientemente de su afiliación política" están viviendo como una "campaña de ruptura".

El presidente de la FCJE recuerda las similitudes entre ambas ciudades y sus sociedades "abiertas, de acogida (…) que atraen inversiones, start ups, turismo, descubridoras de arte y cultura y defensoras de derechos LGTB" y asegura que sus habitantes "siempre han acogido a todos por igual y no tolerarían ningún tipo de boicot".

También menciona que es el destino para "cientos de miles de turistas que llegan desde el otro lado del Mediterráneo" y señala una obviedad: "Es difícil entender cómo desembarcarán en la ciudad cuando no sean bien recibidos".

Por todo lo anterior, la carta, de la que también se ha enviado una carta al alcalde de Tel Aviv, Ron Huldai, concluye pidiendo "a todos los políticos del consistorio de Barcelona, que, como sus antecesores, permitan que la ciudad siga construyendo puentes de concordia, sensibles con todas las minorías y eviten la promoción de discursos de rechazo y aislamiento".

"Es un profundo insulto"

No ha sido la única queja desde el ámbito judío: la asociación ISFA, dedicada a tender "puentes entre Israel y España a través de la diplomacia pública", emitía también esta semana una nota de prensa muy dura en la que señalaba que esta iniciativa "es un profundo insulto" que además "no se limita a los ciudadanos de ambas ciudades, cualquier persona de bien ha de sentir la mayor repugnancia a esta injusticia" que, en su opinión, es todavía más hiriente porque "podría tener lugar el día de la Memoria del Holocausto".

Incluso antes de la votación en el consistorio desde ISFA se ha considerado la iniciativa como "un acto antisemita que ya cubre en la mayor de las vergüenzas a nuestra castigada ciudad" que, de aprobarse finalmente, afectaría de forma grave a "la percepción pública de Barcelona", que "se recubrirá de un barniz antisemita que costará mucho borrar y que traerá desgracia y deshonra a nuestra ciudad".

Sí, es antisemitismo

Llegados a este punto el lector podría preguntarse si una acción contra una ciudad concreta y que se escuda en los derechos humanos puede ser considerada antisemitismo. La respuesta sería tiene muy pocas dudas: sí.

Y para saberlo con total seguridad basta con comprobar la lista de ciudades actualmente hermanadas con Barcelona, de las que sólo Tel Aviv es candidata a desaparecer y en la que está San Petersburgo, la segunda mayor ciudad de la Rusia que ha invadido Ucrania y bombardea a la población civil; Estambul, la capital de uno de los pocos países relevantes que apoya a Putin en su guerra; Gaza, donde gobierna en una dictadura teocrática la banda terrorista Hamás; y La Habana, Ho Chi Min City o Shanghái, que son las tres mayores urbes de otras tantas dictaduras comunistas; o la Caracas en la que Maduro y sus secuaces torturan a presos políticos.

Sin embargo, sólo en el caso de Tel Aviv, la única ciudad de mayoría judía de todo el listado que además es parte de un país democrático en el que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos, se cuestiona el hermanamiento por unos supuestos crímenes contra los derechos humanos. Es triste, pero obvio, que no estamos ante una casualidad.

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