El pasado día 27 de enero se celebraba, como todos los años, el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Una fecha que no es baladí sino que se eligió por ser el aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.
En nuestro país uno de los actos principales de esta conmemoración tiene lugar en el Senado, y en esta ocasión el ministro Félix Bolaños aprovechó para anunciar que en el siguiente Consejo de Ministros, es decir, en el que tuvo lugar el pasado martes, se iba a aprobar el Plan Nacional para implementar la Estrategia Europea de lucha contra el Antisemitismo.
Efectivamente, el martes 31 se hizo público el documento que recoge este plan: cincuenta páginas de las que las veinte primeras son una plúmbea introducción bastante llena de lugares comunes y en la que, pese a su extensión, se echan en falta algunas cosas importantes.
El olvido de Israel
Por ejemplo, en todo el documento sólo se menciona a Israel en una ocasión y se hace en el resumen sobre la presencia de comunidades judías en nuestro país y para referirse, literalmente, al reino de Salomón.
La omisión llama especialmente la atención cuando en el propio texto se presume de que "el Gobierno refrendó, en julio de 2020, la definición de trabajo, no vinculante jurídicamente, de antisemitismo de la IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance)", que se refiere al Estado de Israel en siete de los once ejemplos que cita de conductas antisemitas.
La IHRA reconoce en su definición que el antisemitismo moderno se vehicula en la mayor parte de sus manifestaciones no como rechazo a los judíos, aunque un milímetro más allá de la superficie lo sea, sino como un rechazo a Israel que justifica la adopción de medidas y actitudes que no se tienen contra ningún otro país del mundo, por ejemplo, y citamos textualmente a la IHRA: "Aplicar un doble rasero al pedir a Israel un comportamiento no esperado ni exigido a ningún otro país democrático".
Pero el Plan Nacional para la Implementación de la Estrategia Europea de Lucha Contra el Antisemitismo olvida por completo a Israel y este antisemitismo camuflado de antiisraelismo que es, sin duda, el principal motor de la propaganda, las ideas, las actitudes e incluso las medidas antisemitas en España, como por ejemplo las campañas de BDS aprobadas en decenas de ayuntamientos y que la Justicia ha prohibido por ser discriminatorias y atentar contra derechos fundamentales.
Y no es porque en el documento no haya espacio para comentar esta preocupante forma de antisemitismo, mucho más extendida en España que el más clásico de raíz religiosa y/o vinculado a la extrema derecha: en su apartado 2.2.3. el texto hace un recorrido por la historia del antisemitismo en España, remontándose a 1492, explicando como durante el siglo XIX "transciende los confines del catolicismo y emerge con renovada fuerza", hablando de cómo durante la Segunda República "diferentes fuerzas conservadoras antirrepublicanas adoptaron el discurso antisemita moderno", de la "retórica antijudía de corte nazi" del franquismo y, finalmente, de cómo "el antisemitismo actual se nutre de los viejos prejuicios y estereotipos del antisemitismo clásico, incorporando nuevos elementos que no guardan necesariamente una relación con el número de judíos que habitan España". ¿Cuáles son esos elementos? ¿Cómo se expresa ese antisemitismo en la política, los medios y las calles? ¿Qué estado y qué ciudadanos se ponen en la diana? Sobre eso Bolaños y su equipo han preferido guardar un ominoso silencio.
¿Qué razón puede haber para este olvido? Una muy clara: la inmensa mayoría de estas formas de antisemitismo que se manifiestan como antiisraelismo llegan o bien desde los sectores musulmanes más radicalizados, o bien y sobre todo desde la izquierda, es decir, desde el interior del propio Gobierno y desde sus aliados más cercanos.
La última muestra de ello se está viviendo en Barcelona, donde la alcaldesa Ada Colau pretende romper el hermanamiento entre Barcelona y Tel Aviv porque supuestamente en Israel se vulneran derechos humanos, pero al mismo tiempo mantiene las relaciones con la San Petersburgo de Putin, La Habana o Caracas, por poner sólo algunos ejemplos.
El extraño encargo a la Casa Sefarad-Israel
En la reducida parte del documento en la que se explica el contenido del plan –treinta páginas para una política de Estado que en teoría debe desarrollarse durante ocho años, hasta 2030– se definen una serie de tareas y qué instituciones deben llevarlas a cabo.
Muchas de estas labores recaen en el Centro Sefarad-Israel, una de las Casas españolas que se dedican a la diplomacia pública en nuestro país, entre las que también se encuentran Casa Árabe, Casa Asia, Casa África y Casa del Mediterráneo.
Creada en 2006 gracias a un consorcio entre la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, el Centro Sefarad-Israel se encargará, por ejemplo, de poner en marcha "un Museo judío en Madrid, de carácter público (…) en el que se aborde el legado judío de nuestro país, incluyendo el Holocausto" o de "apoyar la consolidación y ampliación de los estudios hebreos y judíos, incluidos los sefardíes, en las diferentes universidades españolas".
Sin embargo, una de las tareas asignadas a esta institución ha causado sorpresa e incluso estupor al verla en el plan. Es la que aparece en la página 37, dentro de la "línea de acción" sobre la "protección del patrimonio judío":
"Apoyo a la propuesta de estudiar una futura red estatal de juderías españolas no integradas en la asociación Red de Juderías de España, con la colaboración de la Federación de Municipios y Provincias y la organización Pluralismo y Convivencia. El objetivo principal, en este caso, estaría dirigido a apoyar la protección y difusión del patrimonio judío de estas localidades, especialmente sus juderías, haya o no restos arqueológicos, a través de actividades que rescaten su historia documentada: charlas, formación de técnicos de patrimonio y de turismo".
La sorpresa viene, por supuesto, de que se encomienda la creación de una red alternativa a una ya existente, la Red de Juderías de España, que está cumpliendo exactamente esa función desde hace décadas y lo hace además con un notable éxito.
Fuentes de la propia Red de Juderías aseguran a Libertad Digital que nadie del Gobierno se ha puesto en contacto con ellos para la elaboración del documento ni se les ha presentado petición alguna o se les ha sugerido un cambio en la forma en la que realizan su labor.
La maniobra del Gobierno resulta especialmente sorprendente porque la Red no es una institución privada creada por un particular con afán de lucro –lo que, por cierto, sería algo legítimo– sino una asociación que reúne a ayuntamientos y que, tal y como explican en su web, cumple exactamente las funciones que el Gobierno asigna a esta nueva red alternativa, es decir actuar "de forma conjunta en defensa del patrimonio histórico y legado judío promoviendo proyectos culturales, turísticos y académicos y realizando una política de intercambio de experiencias nacionales e internaciones que contribuyan al conocimiento y respeto mutuo de pueblos, culturas y tradiciones".
En este momento, 21 municipios forman parte de la Red de Juderías –Ávila, Barcelona, Béjar, Cáceres, Calahorra, Córdoba, Estella-Lizarra, Hervás, Jaén, León, Lorca, Lucena, Monforte de Lemos, Plasencia, Ribadavia, Sagunto, Segovia, Tarazona, Toledo, Tudela y Tui– y, según ha podido saber Libertad Digital, algunos de sus alcaldes –muchos de ellos socialistas– han mostrado su sorpresa por una propuesta que consideran "incomprensible" y "muy grave".
La parte más positiva
Probablemente la parte más interesante del plan es lo relativo a la investigación sobre temas judíos, antisemitismo y el holocausto, así como su introducción en el ámbito de la educación: el plan recoge los "desarrollos curriculares" que ya se han introducido en la educación y en los que cabe enmarcar "la pedagogía sobre el antisemitismo y la educación sobre el legado judío en España". También prevé, entre otras cosas, "favorecer y apoyar la implementación de iniciativas legislativas en el ámbito de las Comunidades Autónomas para ampliar en sus propios desarrollos curriculares educativos el conocimiento del legado y de la vida judía y el estudio sobre el Holocausto". En lo que no deja de ser una curiosidad llamativa, aquí reconoce "la experiencia de las Comunidades de Aragón y Madrid".
Del mismo modo, se aprueba en un par de puntos la colaboración institucional con Yad Vashem, el centro mundial de recuerdo del Holocausto ubicado en Jerusalén, al que se realizarán "viajes de estudio de memoria del Holocausto" así como la participación de docentes españoles en formación online que se imparte desde dicha institución.
En varios de estos apartados educativos –y en algunos de otras partes del documento– se incluye como una de las instituciones participantes o responsables a la Federación de Comunidades Judías España (FCJE), que sí ha sido consultada durante la elaboración del Plan. De hecho, en una nota de prensa distribuida a los medios de comunicación la Federación muestra su satisfacción por la adopción del plan, que según detallan "recoge muchas de las propuestas de la FCJE" y, en su opinión, "supone una respuesta adecuada para combatir todas las formas de antisemitismo, aporta medidas y recursos y será el marco de actuación para el periodo 2023-2030".
Del mismo modo, la embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon, también se felicitaba por la aprobación del plan, en este caso en un mensaje en Twitter en el que afirmaba que "servirá para combatir y prevenir con mayor determinación el antisemitismo y fomentar la presencia de las comunidades judías en la sociedad española".
Mis felicitaciones al Gobierno 🇪🇸 por el plan de lucha contra el antisemitismo elaborado con la colaboración de @fcjecom. El plan servirá para combatir y prevenir con mayor determinación el antisemitismo y fomentar la presencia de las comunidades judías en la sociedad española. https://t.co/RVr4l6P37T
— Embajadora de Israel 🇮🇱 (@Isr_Amb_Esp) January 31, 2023
En otros ámbitos y asociaciones de la vida judía en España, no obstante, se mostraba más escepticismo por un plan que no reconoce la principal causa de antisemitismo en nuestro país y que, por tanto, no parece un esfuerzo del todo sincero para erradicarlo.