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Los escalofriantes datos del Reino Unido que alertan de lo que podría pasar en España con la Ley Trans y los menores

Un libro destapa ahora por qué el Gobierno británico ordenó el cierre de la clínica Tavistock, referencia mundial en el tratamiento de menores trans

Un libro destapa ahora por qué el Gobierno británico ordenó el cierre de la clínica Tavistock, referencia mundial en el tratamiento de menores trans
Irene Montero, tras la aprobación de la Ley Trans | Europa Press

El Congreso de los Diputados ha aprobado definitivamente este jueves la polémica ley Trans impulsada por Irene Montero, y lo ha hecho a pesar de las dudas manifestadas tanto por los profesionales de la Sanidad como por Amanda, la Agrupación de Madres de Adolescentes y Niños con Disforia Acelerada. Unos y otras coinciden a la hora de mostrar su principal preocupación: que la nueva ley empuje a muchos menores hacia un proceso irreversible, asumiendo que son trans sin serlo realmente.

El debate está abierto en muchos países de nuestro entorno, pero es en el Reino Unido donde la cuestión ha generado un mayor escándalo, a raíz de que el Gobierno británico ordenase el cierre de la clínica Tavistock, referencia mundial en el tratamiento de menores trans. Tras las denuncias de cientos de familias, se encargó una investigación a la doctora Hilary Cass que concluyó que el centro no era "una opción segura", por cuanto se estaban proporcionando bloqueadores de pubertad a menores sin tener en cuenta sus circunstancias psicológicas y con consecuencias y efectos secundarios dañinos e irreversibles para su salud.

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El libro que narra la verdadera historia del cierre de la clínica Tavistock

Ahora, el libro Time to Think: The Inside Story of the Collapse of the Tavistock’s Gender Service for Children destapa los escalofriantes datos que llevaron al Gobierno británico a decretar el cierre de la famosa clínica. La pormenorizada investigación de la autora, que verá la luz el próximo día 23, revela que el 97,5% de los menores que querían cambiar de sexo padecían autismo, depresión u otros problemas que podrían explicar el rechazo a su cuerpo y/o su género, y que, de haberse tratado correctamente, habrían evitado que muchos de ellos iniciaran un proceso irreversible.

Aunque es difícil cuantificarlo, según adelanta The Telegraph, uno de los trabajadores llega a asegurar que tan sólo 1 de cada 50 menores tratados en la clínica habría seguido siendo transgénero de por vida si no hubieran iniciado el proceso de hormonación. Un dato escalofriante si tenemos en cuenta que, tal y como revela Barnes, los bloqueadores de la pubertad se administraban a niños de tan solo 10 años, a muchos de los cuales se les diagnosticaba tras una única consulta de apenas 20 minutos.

Los trastornos y problemas ignorados

El propio personal muestra su preocupación por el alto porcentaje de menores autistas que acudían a la clínica, ya que, mientras a nivel nacional se estima que menos del 2% de los niños padecen un trastorno del espectro autista, alrededor del 35% de los menores tratados en Tavistock presentaban "rasgos autistas de moderados a graves". ¿Les estarían medicando innecesariamente?, se preguntaban los profesionales.

En el caso del autismo, las dudas eran y son más que razonables, puesto que se trata de un trastorno que por sí mismo puede generar una disforia de género que no desaparece con la hormonación ni el cambio de sexo. Sin embargo, los datos desvelan que detrás de los pacientes había un sinfín de problemas que podrían haber empujado también a los menores a rechazar su cuerpo o su género sin ser realmente trans.

Así, según los datos que maneja Barnes, los menores atendidos en Tavistock tenían diez veces más probabilidades que la media nacional de tener como progenitor a un delincuente sexual registrado, mientras que el 42% había perdido a uno de sus padres por muerte o separación, y el 70% presentaba más de cinco "características asociadas", como ansiedad, depresión, abusos, autolesiones, acoso escolar, trastornos alimentarios o intentos de suicidio. Sólo el 2,5% de los niños atendidos carecía de problemas asociados.

La presión del activismo trans

Las estadísticas eran tan demoledoras que una de las doctoras entrevistadas en el libro, Anna Hutchinson, reconoce que temía "estar contribuyendo a un escándalo médico, en el que un servicio del NHS no se paraba a pensar qué más podía estar ocurriendo con tantos de estos menores vulnerables". La pregunta es por qué se llegó a este punto y la respuesta la da el propio relato de médicos y pacientes, quienes, a lo largo de más de 100 horas de entrevistas, describen una clínica desbordada por la demanda y sometida a la presión de oenegés y activistas trans.

Entre estas organizaciones, se cita expresamente a Mermaids (Sirenas, en español), a la que acusan de ejercer una enorme presión sobre la clínica para que los menores se medicaran a una edad más temprana y para que se les recomendara la cirugía. No en vano, uno de los médicos relata cómo eran cruelmente atacados por dicha ONG "simplemente por intentar pararse a pensar" con los niños.

De la misma manera, el libro recoge el relato de numerosas familias y antiguos pacientes, como Harriet, una joven que se llegó a someter a una doble mastectomía para vivir como un hombre trans y terminó arrepintiéndose. Según explica, solo necesitaba que alguien escuchara sus problemas de adolescente y, en lugar de eso, le administraron rápidamente bloqueadores de la pubertad.

¿Qué pasará en España?

Lo que este libro describe ahora con datos reales del Reino Unido no viene sino a corroborar los argumentos esgrimidos en España por el Colegio de Médicos o prestigiosos psiquiatras como Celso Arango, quienes ya hace tiempo alertaron de que, al calor de las leyes autonómicas, "está habiendo un incremento bestial de adolescentes que asumen ser trans sin serlo". Con la aprobación de la Ley Trans, todos ellos temen que la situación se agrave más si cabe.

En el caso del Reino Unido, las cifras hablan por sí solas: mientras que, en 2009, la clínica Tavistock y Portman atendió a 50 personas, en 2020 los pacientes habían aumentado a 2.500 y otros 4.600 menores formaban parte de la lista de espera. En España, a falta de que Gobierno y Comunidades Autónomas hagan públicos los datos oficiales, la Confluencia Movimiento Feminista acaba de publicar un informe en el que asegura que el número de personas trans atendidas por la sanidad pública se ha disparado un 10.000% en algunas comunidades, como Valencia.

Sus advertencias se suman a las de Amanda (Agrupación de Madres de Adolescentes y Niños con Disforia Acelerada), que recuerda que, mientras en España el Gobierno celebra hoy la nueva legislación, cada vez son más los países de nuestro entorno que están empezando a dar marcha atrás. Entre ellos, algunos que en su día fueron pioneros a la hora de aprobar leyes para dar respuesta al fenómeno trans. Suecia, Noruega, Finlandia y Reino Unido son solo algunos ejemplos.

A todo ello hay que añadir la reciente dimisión de la ministra principal de Escocia por la polémica generada en el país con una ley que, sin embargo, es más restrictiva que la española. No en vano, mientras en Escocia no se permite el cambio de sexo a menores de 16 años, la ley impulsada por Irene Montero lo contempla desde los 12 con autorización judicial.

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