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El presidente del Gobierno lo ha vuelto a hacer: ha usado el Falcon oficial para ahorrarse un viaje de sólo unas pocas horas en coche, en esta ocasión a Badajoz.

El PP denuncia el despliegue de Pedro Sánchez para ir a Badajoz: Airbus A310 y caravana de una docena de vehículos

El presidente del Gobierno lo ha vuelto a hacer: ha usado el Falcon oficial para ahorrarse un viaje de sólo unas pocas horas en coche, en esta ocasión a Badajoz.

Pedro Sánchez se ha trasladado a la ciudad extremeña para un acto del PSOE: un mitin preelectoral con Guillermo Fernández Vara para el que ha vuelto a poner una excusa poco menos que patética: una visita a un colegio que hasta la misma mañana de este viernes ni tan siquiera estaba en la agenda oficial.

Después del viaje en Airbus A310 –la mayor aeronave oficial con la que cuenta España–, en el que le acompañaba la ministra de educación Pilar Alegría, Sánchez ha repetido otra de las costumbres que le está granjeando críticas habituales: una caravana de casi una docena de vehículos, la mayoría de ellos de gran cilindrada, para llegar a los actos previstos.

La región sin trenes

El PP de Extremadura ha denunciado el comportamiento del presidente, aún más sangrante si cabe en una región que ni siquiera dispone de una conexión rápida ferroviaria con Madrid: el tren de "alta velocidad" que el propio presidente inauguró tarda 4 horas y 17 minutos en llegar a Badajoz y alcanza la portentosa velocidad de 150 kilómetros por hora.

El portavoz de los populares en la región, José Ángel Juliá, criticaba la llegada de Sánchez a Badajos "sin escatimar recursos" mientras "los extremeños tenemos que "jugárnosla" en una odisea si cogemos el tren, o tardar más de una hora en recorrer los 90km que separan Cáceres y Badajoz".

Aviones particulares

El abuso de los aviones oficiales y especialmente del famoso Falcon se ha convertido en una de las costumbres más controvertidas del presidente, que lo usa para desplazarse a actos de partido o particulares, como hizo recientemente para ir al concierto de despedida de Joan Manuel Serrat en Barcelona.

Amén del gasto de dinero público que supone movilizar estos medios oficiales, hay que señalar la hipocresía de un político que defiende medidas muy duras para frenar la emisión de CO2, pero que en lugar de dar ejemplo no renuncia ni a un ápice de su comodidad aunque eso suponga toneladas de emisiones.

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