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Rodríguez Pam manipula el drama de una joven trans arrepentida que ha denunciado a Sanidad para defender su Ley

Con 15 años, Susana inició la hormonación amparada en la ley gallega. Después, le quitarían los pechos, el útero y los ovarios sin detectar su autismo

Con 15 años, Susana inició la hormonación amparada en la ley gallega. Después, le quitarían los pechos, el útero y los ovarios sin detectar su autismo
La número 2 de Irene Montero, Ángela Rodriguez Pam | Eduardo Parra / Europa Press

En plena polémica por la reciente aprobación de la Ley Trans, una joven gallega anunciaba este jueves la primera denuncia contra la Sanidad pública española por haberla empujado a transicionar sin indagar qué otras razones podrían estar detrás de la aparente disforia de género que padecía. Con apenas 15 años, y amparados por la ley gallega de no discriminación por razón de sexo, los médicos arrastraron a Susana Domínguez a un proceso irreversible que empezó con la hormonación y terminó con una doble mastectomía y la estirpación del útero y los ovarios.

Con 21, la joven se arrepintió y achacó su confusión a la adolescencia, a sus problemas mentales -depresión y ansiedad- y a un autismo que no le detectaron antes de iniciar el proceso. Desgraciadamente, ya no había marcha atrás. "Me arruinaron la vida", lamentaba este jueves en una entrevista concecida al diario El Mundo. A pesar del drama que la joven y su madre narran en primera persona, denunciando la desprotección que provocará la nueva Ley Trans, el Ministerio de Igualdad no solo no ha hecho ni un ápice de autocrítica, sino que ha optado por manipular y utilizar burdamente el caso para defender sus postulados.

La ignorancia de Rodríguez Pam

"Noticias como ésta solo demuestran lo necesaria que es la ley trans, que desvincula el cambio de sexo y de nombre para los menores y adultos de la obligación de operaciones y de la hormonación", escribe la número 2 de Irene Montero, Ángela Rodríguez Pam, en su cuenta de Twitter. La respuesta de la joven no se ha hecho esperar. "Cuando no has leído la noticia y ni siquiera sabes que ya no era obligatorio operarse", escribe la propia Susana en sus redes sociales en referencia a la ley gallega bajo la que ella inició su transición.

Lo que olvida la secretaria de Estado de Igualdad es que lo que consagra esta nueva ley es la despatologización de lo trans, que es precisamente el peligro del que advierte la joven gallega. Ningún médico podrá cuestionar el sentimiento que un adolescente pueda tener de sí mismo. Ningún profesional podrá indagar si, como en el caso de Susana, hay otras razones para que los menores puedan rechazar su cuerpo o su género. De lo contrario, podrían enfrentarse a multas millonarias acusados de transfobia. Y eso es exactamente lo que hará que muchos de ellos inicien un camino irreversible.

El caso de Susana

Según relata la propia Susana al diario El Mundo, todo empezó en un momento en el que su salud mental le estaba pasando factura. No en vano, a sus 15 años, ya estaba siendo tratada por depresión y ansiedad. Como cualquier adolescente, se refugiaba en Internet y, desgraciadamente, ése fue el origen de sus problemas. "Todo fue por ver vídeos de YouTube, de gente que había cambiado de sexo y decía que su salud mental había mejorado", recuerda la joven.

Su madre asegura que "se pasaba el día llorando, diciendo que necesitaba testosterona y operarse, que sólo eso podía ayudarla", así que decidió contárselo a la psiquiatra que ya la estaba tratando, pensando que esta profesional le ayudaría a darse cuenta de que ése no era el origen de sus problemas. "La sorpresa fue que me dijo desde el primer momento: 'Tiene usted que aceptarlo. Si ella se siente chico, es que es chico’", relata apostillando que ella jamás había sospechado que eso pudiera ser así.

"Yo nunca había pensado que Susana fuera un chico. De hecho, mi hijo pequeño siempre se ha puesto vestidos y diademas, y siempre se ha pintado las uñas, yo creo que por imitación de su hermana, nunca pensé que fuera transexual... Pero, bueno, le pregunté a la psiquiatra si quizás ése era el motivo de que ella hubiera tenido tantos problemas. Me dijo: 'Seguro, sería eso'", explica. A partir de ahí, su hija iniciaría un camino de no retorno. A los 16 comenzó a hormonarse. A los 18 le hicieron una doble mastectomía y se cambió de nombre en el Registro Civil para llamarse Sebastián. Poco después, en vista de que seguía teniendo la menstruación, le quitaron el útero y los ovarios por recomendación de la endocrina, una operación que lo cambiaría todo.

El arrepentimiento

"Empezó a sentirse fatal, sólo quería que la ingresaran -lamenta su madre-. Al poco tiempo, Susana me dijo que ya no quería ser chico, que era una chica". Ella lo explica a su manera: "Cuando estaba transicionando me seguía sintiendo mal -se justifica-. A veces pensaba que igual me había equivocado y que igual solo era una chica con problemas mentales. Luego encontré el foro Detrans en Reddit para gente que se arrepiente de transicionar, y me identificaba con lo que ponían. Sentí ira contra ese psicólogo que me hizo los informes sabiendo que esto no me iba a ayudar. Me quería morir".

Su dolor se sumaba al de su madre, quien albergaba y aun hoy alberga un sentimiento de culpa que, sin embargo, no parecen tener ni los médicos que la trataron ni los políticos que promueven la autodeterminación y la despatologización de lo trans. El apoyo y la fuerza que necesitaban solo lo encontraron en Amanda, la Agrupación de Madres de Adolescentes y Niños con Disforia Acelerada.

La joven dejó de tomar hormonas masculinas, pero ahora va a tener que tomarlas femeninas toda la vida, porque ya no puede producirlas naturalmente. No podrá recuperar sus pechos, sus ovarios ni su útero. El daño es irreversible y, precisamente por eso, han decidido reclamar al Servicio Gallego de Salud. En concreto, denuncian un diagnóstico incorrecto de disforia de género, y la ausencia de acompañamiento psicológico durante todo el proceso, algo a lo que estarán condenados todos los menores con la nueva Ley Trans de Irene Montero.

Las similitudes con el caso de Keira Bell

Su caso es el primero que salta a la luz en España, pero recuerda a lo que sucedió en Reino Unido con la joven Keira Bell, la joven trans arrepentida que logró que la Justicia británica condenase al Servicio Nacional de Salud por aconsejarle y suministrarle el tratamiento hormonal cuando tenía 16 años sin hacerle una evaluación psicológica.

Su historia fue especialmente relevante por cuanto sirvió para abrir los ojos al Gobierno británico, que ha acabado decretando el cierre de la famosa clínica Tavistock, referencia mundial en el tratamiento de menores trans. Después de la denuncia de Keira Bell, cientos de jóvenes y sus familias denunciaron haber recibido un diagnóstico equivocado en el centro, al que acusaban de haberles proporcionando bloqueadores de la pubertad sin tener en cuenta sus circunstancias psicológicas, ni los efectos secundarios para su salud.

Ahora, el libro Time to Think: The Inside Story of the Collapse of the Tavistock’s Gender Service for Children destapa que el 97,5% de los menores que querían cambiar de sexo padecían autismo, depresión u otros problemas que podrían explicar el rechazo a su cuerpo y/o su género, y que, de haberse tratado correctamente, habrían evitado que muchos de ellos iniciaran un proceso irreversible. Y ese es precisamente el caso de Susana, ya que la joven no solo estaba siendo tratada por depresión y ansiedad, sino que, después, se le diagnosticó autismo.

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