Sin haber ni siquiera asimilado el resultado de las elecciones autonómicas y municipales del pasado 28M Pedro Sánchez nos sorprendió con una nueva convocatoria electoral que destapaba la mentirá un millón del presidente: tras decir por activa y por pasiva que agotaría la legislatura la dinamitaba seis meses antes de la fecha correspondiente.
La nueva convocatoria ha provocado una remesa de encuestas que, con la excepción de la publicada por El País coinciden a grandes rasgos: el PP sube, Vox no baja mucho o se mantiene, sumar es insuficiente con o sin Podemos y el PSOE cae con fuerza, con lo que la mayoría absoluta de PP y Vox es aún más contundente que antes de las pasadas elecciones.
Pero además de eso hay otros signos más allá de las encuestas que nos transmiten con claridad cómo ven el Gobierno y el propio Sánchez el panorama que les espera, y la palabra es desesperación.
La propia convocatoria apresurada, la dureza de los primeros discursos o la propuesta de celebrar hasta media docena de debates con Feijóo son un indicativo evidente de que Sánchez no sólo no aspira a la victoria sino que se está limitando a tratar de minimizar la derrota, aunque sea a costa de arrasar a sus socios y abandonar a su suerte a su hasta hace sólo unas semanas gran protegida Yolanda Díaz.
En este momento se diría que sólo la falta de movilización en la derecha – que por el momento parece muy movilizada – podría salvar a Pedro Sánchez de una gran derrota electoral.