El movimiento independentista está a la espera de un cambio en el panorama político para recuperar su capacidad de movilización. Las últimas manifestaciones del 11 de septiembre han sido muy mediocres en comparación con las comprendidas entre 2012 y 2017 y tanto en la Assemblea Nacional Catalana (ANC) como en Òmnium consideran que un cambio de Gobierno tras las elecciones generales del 23-J debe ser el resorte que active la recuperación y devuelva a los independentistas a las calles.
En el seno de estos movimientos se debate abogar por la abstención o el voto nulo de cara a las generales, una evidencia del divorcio entre las organizaciones "cívicas" (de la ANC a Òmnium pasando por los CDR, los Comités de Defensa de la República) y los dos grandes partidos independentistas, ERC y Junts per Catalunya (JxCat). La ANC pregunta a sus militantes si están de acuerdo en que la organización promueva "la abstención activa y el voto nulo político con la papeleta del sí a la independencia del Primero de Octubre".
En Òmnium están del lado de los partidos han concluido sin proceso participativo que promover la abstención es como pegarse un tiro en el pie. Otras organizaciones, como los CDR, denuncian que "la deriva autonomista ha degenerado hasta el extremo de poner en cuestión la validez del mandato del 1-O" y añaden que "por eso creemos que los partidos merecen una reprobación en las urnas como una advertencia de cara a las elecciones autonómicas que vienen".
La división y los enfrentamientos entre ERC y Junts han contribuido notablemente a una cierta moral de derrota entre los independentistas. Pero tanto los dos partidos como las entidades que organizaron las grandes exhibiciones de masas previas al golpe de Estado dan por descontado un triunfo de la suma PP y Vox en las próximas elecciones generales y el consecuente cambio de Gobierno al tiempo que confían en ese vuelco para recuperar el tono, el discurso y volver a las calles.
Colapsar Barcelona, objetivo modesto
Aún así, el objetivo de la ANC para el próximo 11 de septiembres es modesto en comparación con el escenario que puede propiciar un cambio de Ejecutivo. Este año se conformarán con colapsar el centro de Barcelona con cuatro columnas que partirán desde distintos puntos para confluir en la plaza de España, rebautizada para ese día de manera no oficial como plaza del 1-O para denunciar el "colonialismo" español.
Los manifestantes llevaran camisetas azules con detalles amarillos en lo que los organizadores presumen un "guiño" a Europa que reconozca a Cataluña como un nuevo Estado. En una nota de la ANC se apunta además que "es el momento de pasar de las palabras vacías a la acción y a la confrontación para conseguir el objetivo independentista". También se dice que "después del fracaso del diálogo con España, es necesario que la ciudadanía tome las riendas y vuelva a la confrontación y al embate".
El "embate" está garantizado si el PP y Vox suman para formar Gobierno, puesto que tanto ERC como JxCat censuran el contenido lingüístico de los pactos entre PP y Vox en Valencia y Baleares y llaman a hacer frente a esos gobiernos con frentes unitarios y agitación entre las entidades. Si los resultados de las generales son favorables a la derecha, tanto los partidos como las organizaciones intentarán reactivar el proceso en las calles.