El pacto de Estella, cerrado el doce de septiembre de 1998, no fue sino la reacción de urgencia del separatismo vasco ante el rechazo generalizado a ETA cosechado tras el terrorífico asesinato de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP de Ermua. Se unieron para salvar sus privilegios, para salvar su capacidad de presión y reorientar el futuro de ETA. Un futuro que ahora ya conocemos a través de Sortu y Bildu. El Pacto de Estella fue firmado en una localidad navarra, Estella, igualmente como anticipo de lo que estaba por llegar.
Allí se pacto un proceso. Y ahora Otegi lo reclama como estrategia unida del separatismo vasco y catalán. Aquel proceso tenía una "fase preliminar. El proceso de diálogo y negociación puede propiciarse con conversaciones multilaterales que no exijan condiciones previas infranqueables para los agentes implicados, a fin de que el diálogo pueda producirse". Incluía otras fases y unas "claves de resolución" que "conlleva que una negociación resolutiva no comporte imposiciones específicas, respete la pluralidad de la sociedad vasca, sitúe todos los proyectos en igualdad de condiciones de consecución, profundice la democracia en el sentido de depositar en los ciudadanos de Euskal Herria la última palabra respecto a la conformación de su futuro y se respete la decisión por parte de los estados implicados. Euskal Herria debe tener la palabra y la decisión".