El PP prácticamente ha repetido el elevado porcentaje de voto que obtuvo en las elecciones de 2020 – al 97% del escrutinio roza el 47,5%– y sólo ha perdido dos escaños –se queda con 40– por el empuje del BNG, que obtiene el mejor resultado de su historia, pero aun así seguirá en la oposición.
Es un resultado excelente tanto para el candidato popular, Alfonso Rueda, que se reafirma así ya no como un presidente que hereda el cargo sino un sólido valor electoral. Y también lo es para Alberto Núñez Feijóo, que se enfrentaba a unas elecciones complicadas en su tierra y en las que una derrota le iba a presentar como un lastre para el PP, cosa que evidentemente no ha ocurrido.
Ridículo del PSOE
Al mismo tiempo, el resultado electoral es un varapalo tremendo para el Gobierno: empezando por el PSOE, por supuesto, cuyo resultado sólo puede denominar con una palabra: ridículo, ni más ni menos. Los socialistas se desploman y encima lo hacen tras el que ya era uno de los peores resultados de su historia. Con sólo un 14% del voto, cinco puntos menos que en el año 2020, ni siquiera llegan a la decena de diputados.
Y eso después de una campaña en la que la presencia de Sánchez ha sido prácticamente continua, a pesar de que no estaba muy claro si era para apoyar a su candidato, José Ramón Gómez Besteiro, o a la del BNG.
Papelón de Yolanda Díaz
Pero el PSOE no ha sido el único socio damnificado de esta noche electoral: si los socialistas han hecho el ridículo no hay una palabra en el español para definir lo que han logrado Yolanda Díaz y la candidata que ella ha elegido a dedo para estas elecciones, que era ni más ni menos que su portavoz parlamentaria.
Pues con esas mimbres Sumar no ha logrado ni llegar al 2% del voto, quedándose en menos de la mitad de lo que tuvo Podemos en 2020, en lo que ya fue todo un descalabro. El tirón electoral de la gallega Yolanda Díaz ha quedado retratado ya para siempre.
Catástrofe de Vox
Los dos partidos del gobierno no han sido los únicos derrotados: después de una campaña muy dura y de una radicalización que se ha profundizado desde el 23J, Vox no sólo no ha logrado entrar por primera vez en el Parlamento Gallego, sino que se ha quedado muy lejos de hacerlo.
Y es que si en 2020 logró un 2,04% de los votos en esta ocasión no ha llegado al 2,2%, es decir, en cuatro años el partido no ha logrado salir de la marginalidad, y eso a pesar de la presencia mediática, de la durísima campaña contra el PP y del apoyo de algunas encuestas, singularmente el CIS, que le daban a los de Abascal unas posibilidades que en realidad nunca ha tenido.
Gran resultado, o no tanto, del BNG
El único partido que ha mejorado de forma sensible desde las pasadas elecciones ha sido el BNG, que tiene tanto más votos como escaños: sube casi ocho puntos y pasa de 19 a 25 diputados.
Es un gran resultado por mucho que finalmente sea inútil, y desde luego es un mérito de los estrategas del partido nacionalista y de su líder, Ana Pontón, pero no sólo de ellos. Como ha hecho en otras regiones el PSOE ha entregado el liderazgo absoluto de la izquierda a una formación muy extremista que ha sido la que ha agrupado todo el voto contra el PP.
Está claro que el crecimiento del nacionalismo es una mala noticia allí donde se produzca, pero en este caso hay que hacer una salvedad: un porcentaje altísimo de los votantes que ha logrado reunir Pontón no son nacionalistas y han elegido la papeleta del BNG porque era la forma de echar al PP de Xunta. Habrá que ver cuánto de ese voto prestado logra mantener Pontón en próximos comicios.
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