Las formaciones hermanas de Vox en Europa, y en algunos casos también en América, han tomado la delantera a la derecha tradicional, llegando incluso a hacerse con el poder, como ha ocurrido recientemente en Italia o Argentina. El último ejemplo es Portugal, donde Chega! ha pasado en sólo dos años a cuadruplicar escaños, de 12 a 48 , convirtiéndose en llave de gobierno.
España parece ser la única excepción a la ola ascendente que inunda el continente, y que preocupa a Bruselas, donde tildan a estos partidos de populistas y antieuropeos. Aunque con diferencias ideológicas notables, como ocurre entre Santiago Abascal y Javier Milei, todos comparten su rechazo al "globalismo" y la izquierda, además de defender las raíces cristianas de Occidente. Inmigración, empleo o el campo son sus principales caballos de batalla.
En Europa Georgia Meloni gobierna Italia, Viktor Orban lo hace en Hungría, Marine Le Pen podría ganar en Francia y Donald Trump está en disposición de regresar a la presidencia en EEUU. Mientras en nuestro país todas las encuestas recogen un importante descenso de la formación de Santiago Abascal, al que sitúan en torno a los 20-25 diputados, por debajo incluso del 10% de votos. Cifras que se suman a la caída ya experimentada el pasado 23-J, donde se dejaron medio millón de votos y 19 diputados.
El secretario general de la formación, Ignacio Garriga, echaba ayer balones fuera al ser preguntado por esta discordancia, asegurando que "el cambio llegará" también a España porque "Vox es el único que está denunciando las consecuencias de la inmigración masiva ilegal, la complicidad con el islamismo o el progresismo que condena a la precariedad". "Que no tengan ninguna duda los españoles", remataba, desvinculando la influencia de Vox de los resultados electorales ya que, dijo, "lo importante es el cambio de políticas".
Para intentar contrarrestar la idea de que Vox parece haberse quedado rezagado con respecto a sus aliados políticos, Garriga puso de ejemplo los gobiernos autonómicos en los que han entrado recientemente, sacando pecho de las medidas aprobadas en estos meses junto al Partido Popular. Sin embargo, a nivel nacional no despegan de la misma forma que lo hacen sus partidos homólogos en Europa o EEUU, a pesar de haber absorbido muchos de sus postulados, sobre todo en lo referente a la inmigración.
Para intentar exhibir fuerza y alejar el fantasma de crisis que les acompaña desde hace tiempo, Santiago Abascal ha intensificado su agenda internacional, fotografiándose esta misma semana con el líder de Chega!, André Ventura, en plena campaña electoral portuguesa.
Apenas una semana antes lo hacía con el expresidente de EEUU, Donald Trump, durante la CPAC, donde se le pudo ver también junto al presidente argentino, Javier Milei. Todos ellos se dieron ya cita hace dos años en el acto anual de Vox, Viva 22, que congregó además a la italiana Georgia Meloni, con la que Abascal se ha reunido en varias ocasiones, al igual que el polaco Mateusz Morawiecki, ya fuera del gobierno.
El presidente de Vox mantiene también lazos estrechos con el húngaro Viktor Orban, que logró repetir mandato por tercera vez. Unas alianzas que Abascal no ha conseguido capitalizar en España, especialmente su relación con Orban, Le Pen o Trump, que siguen provocando un importante rechazo en el país, especialmente después de la invasión de Rusia a Ucrania.
A pesar de la creciente preocupación de la población por las cuestiones migratorias o las políticas verdes, Vox no despega como ocurre en otros país, lo que el partido achaca a la "demonización" por parte de los medios, señalando también al PP.
De hecho, Garriga volvió ayer a aprovechar el resultado de las elecciones en Portugal para preguntarse si Alianza Democrática, el partido homólogo al de Feijóo, pactará con Chega o se sumará a la estrategia del PP de "demonizar y estigmatizar" a su posible aliado, como reprochan a los populares. Unos obstáculos con los que han tenido que lidiar también sus aliados en Europa o EEUU, y que no han impedido que logren buenos resultados.