María Jesús Montero no es una política comedida, al contrario: su histrionismo y sus gestos exagerados son ya conocidos, junto a un gracejo que a veces complica el entendimiento de lo que dice. Buena muestra de todo ello dio durante el aquelarre en Ferraz para pedir a Pedro Sánchez que no dimitiese.
Pero esta vez su falta de compostura y educación se ha puesto de manifiesto en el Congreso de los Diputados, donde ha vuelto a dar rienda suelta a sus impulsos durante la sesión del control al Gobierno.
Hablando al mismo tiempo que lo hacía Sánchez, María Jesús Montero ha mostrado todo un catálogo de gestos despreciativos hacia la bancada popular, ordenándoles que se callasen, interpelándoles con chulería ("¡Tranquilo, tranquilo, hombreeee!"), prorrumpiendo en sonoras carcajadas y aplaudiendo como una posesa las palabras del presidente del Gobierno.
Tanto era su entusiasmo que ha terminado con un perfectamente audible "¡Muy bien presidente!", en un tono más propio de una tasca que de la bancada azul del Congreso, mientras seguía aplaudiendo con entusiasmo. Ya sin sonido, se puede leer en sus labios, dirigido a alguien del PP, "¿qué estás diciendo? Qué cabrón".