Las elecciones europeas cambiaron varias cosas en España. Una de ellas, fue la correlación entre las fuerzas de izquierda. Sumar demostró que va camino de un proyecto fallido. Desde aquel batacazo, Moncloa trata de reanimar a su socio sacando a algunos de sus ministros a presentar proyectar pero el electrocardiograma político sigue sin mostrar el pulso.
Algunas de las formaciones que integran la coalición de Yolanda Díaz, como la Chunta o Compromís, empiezan a distanciarse del resto de los partidos aprovechando debates como el de la financiación. Al vacío de poder en la cúpula de la formación, tras la dimisión de Díaz de sus cargos orgánicos, se suman los choques entre Más Madrid, los Comunes e IU por tratar de liderar el espacio.
Crisis con sus socios
Por contra, Podemos salió reforzado al quedarse a solo un escaño de la formación rosa. Los morados aprovecharon en los comicios el tirón de Irene Montero y ahora tratan de distanciarse del Gobierno tras el pacto del PSOE y PP en el CGPJ, asegurando que es la prueba de "una gran coalición".
El partido de Pablo Iglesias está en el grupo mixto, lo que les permite tener cierta autonomía, mientras que Sumar, al estar en el Ejecutivo, trata de defender que pintan algo, asegurando que están en el acuerdo, pero marcando distancias con la Proposición de Ley que registraron los populares y socialistas.
En el Gobierno ven a Podemos "pasado de revoluciones" y temen que la competición entre Podemos y Sumar vaya a más, aunque confían en que no tenga "repercusión" en esta legislatura. Casi a la misma hora que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, anunciaba "el pistoletazo de salida" de los Presupuestos del año 2025, con la publicación de la orden que obliga a los ministerios a elaborar sus respectivas cuentas, la portavoz de Podemos, Ione Belarra, pronosticaba que era porque " tenían los votos del socio mayoritario que es el PP".
Tampoco parece que la situación con ERC esté mejor. Los separatistas endurecen su posición sobre la "soberanía fiscal". En el Gobierno tratan de justificar la postura enconada de su socio porque ven a Junts apostando "fuerte por el concierto". Los altos cargos del Ejecutivo de Sánchez creen que los de Rufián están "preocupados" y no creen que se muevan de sus postulados más separatistas mientras siga la amenaza de una repetición electoral.
Pese al distanciamiento de sus socios, que se ha agravado tras el pacto del Bolaños con Pons, en el Gobierno tratan de alejar la imagen de una repetición electoral y creen que el acuerdo suscrito "pone de manifiesto que el PP sabe que no va a haber elecciones". Incluso deslizan que no habrían suscrito el acuerdo si creyesen que la legislatura está finiquitándose.