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Puigdemont se esfuma delante de los Mossos tras pronunciar un discurso en el centro de Barcelona

El pleno de investidura de Salvador Illa arranca con "normalidad", mientras el prófugo está en paradero desconocido.

El pleno de investidura de Salvador Illa arranca con "normalidad", mientras el prófugo está en paradero desconocido.
El fugado Carles Puigdemont ha logrado este jueves irrumpir en el acto de bienvenida en el paseo Lluís Companys de Barcelona. | EFE/ Quique Garcia

Puigdemont apareció en Barcelona, arengó a sus fieles y desapareció como por arte de magia. Parece ser que la intención de los Mossos d'Esquadra era detenerlo cuando apareciera por las puertas del Parlament, pero el golpista ha pegado otro golpe, esta vez de efecto y se ha esfumado. Un desbordado Salvador Illa arrancaba un discurso de un interés nulo en la cámara mientras los Mossos se afanaban en la búsqueda del fugitivo más famoso de España.

El despliegue de la policía autonómica tenía como objetivo blindar el recinto de la cámara catalana, el parque de la Ciudadela. El plan consistía en dejar que Puigdemont se diera un baño de masas, pronunciara un discurso y arrestarlo a las puertas de la cámara, pero todo se ha torcido. Rodeado por la plana mayor de su partido, parecía que el prófugo se encaminaba hacia la cámara catalana pero en un punto indeterminado del recorrido el prófugo se ha vuelto a dar la fuga.

El ridículo de los Mossos es estratosférico. Incompetencia o complicidad. Ninguno de esos supuestos favorece al cuerpo y al gobierno de la Generalidad saliente. Mientras los Mossos buscaban hasta debajo de las piedras a Puigdemont, su equipo de confianza esperaba en la puerta de la cámara. Ahí estaban el abogado Gonzalo Boye, su pasante Jordi Cabré (sobrino de Xavier Trias), Josep Lluís Alay, jefe de gabinete del prófugo y Jami Matamala, el empresario gerundense amigo de Puigdemont. Parecían ejercer el papel de señuelo para confundir a los agentes autonómicos.

También habrían facilitado la nueva fuga personajes como Quim Torra, Artur Mas, Laura Borràs, Jordi Castellà o el propio presidente del Parlament Josep Rull, que han hecho de pantalla de Puigdemont en el amago de trayecto hacia la cámara.

Como Puigdemont no había sido detenido a las diez de la mañana, hora prevista para el inicio de la sesión de investidura, esta ha dado comienzo con relativa normalidad. Illa ha accedido al estrado para comunicar sus planes de gobierno mientras la práctica totalidad de los diputados seguía los acontecimientos de fuera de la cámara a través de las redes sociales. El esperpento ya es marca de la casa del Parlament, pero eso no parecía afectar a Illa, que en un alarde de delirante generosidad ha afirmado que "respetaré el legado del presidente Aragonès", el joven presidente de la Generalidad que hoy abandonará un cargo que ha ostentado sin pena ni gloria durante tres años.

Cargas policiales fuera del 'Parlament'

La intervención de Illa ha durado cuarenta minutos. El tono habitual de Illa, mano extendida a todos los grupos y vaguedades sobre sanidad, educación y servicios sociales. Fuera del Parlament, los Mossos se han visto obligados a cargar y lanzar gases lacrimógenos contra algunos de los fans de Puigdemont que pretendían entrar en el recinto donde se emplaza el Parlamento autonómico. Los agentes de los Mossos han actuado con la mínima fuerza posible mientras los mandos del cuerpo activaban la búsqueda de Puigdemont.

"Operación jaula"

Los Mossos han desplegado una "operación judicial" para tratar de localizar el vehículo en el que habría vuelto a escapar Puigdemont. Los Mossos creen que Puigdemont se ha dirigido a la zona sur del área metropolitana de Barcelona. Al parecer, los agentes cuentan con la matrícula del coche con el que Puigdemont ha llegado a la capital catalana y confían en que sea el mismo con el que se ha vuelto a marchar dejando a los Mossos a los pies de los caballos.

Un eventual arresto muy inoportuno

Tres horas después de la reaparición y desaparición de Puigdemont, cobra fuerza la tesis de un pacto político para facilitar la deambulación del prófugo sin inoportunas detenciones que pongan en riesgo tanto la investidura de Illa como la legislatura nacional. Conforme avanza la mañana, cobra peso esa explicación. El contraste es el enorme despliegue de los Mossos en las carreteras.

Por otra parte, la peripecia de Puigdemont tapa el nuevo pinchazo de convocatoria del separatismo. Solo los más fieles a Puigdemont y una parte de la ANC y Òmnium han acudido al recibimiento, lo que evidencia que el desgaste ya no es pasajero sino crónico.

En cuanto al pleno de Illa, la sesión se ha reanudado como si no estuviera pasando nada. El plan era suspender el pleno y aplazar la investidura a mañana o el sábado incluso si Puigdemont era arrestado, pero ese supuesto no se había producido al mediodía, por lo que sus señorías siguieron a lo suyo. Se dijo que el portavoz de Junts para dar la réplica al aspirante socialista sería Puigdemont, pero ha sido Albert Batet.

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