
El Gobierno no las tiene todas consigo. En Moncloa y Ferraz siempre negaron lo que parecía evidente: que era incompatible un Gobierno de Sánchez con un Ejecutivo de Illa. Por activa y pasiva, negaron que Junts fuese a descolgarse de esa mayoría Frankestein que el PSOE armó para la investidura. Ahora, con la tercera bofetada parlamentaria de los de Puigdemont en dos meses, el escepticismo crece en el entorno de Sánchez. Ya nadie se atreve a aventurar qué es lo que pasará en los próximos meses.
La orden es la de preparar y presentar unos Presupuestos. Se mantiene, por tanto, la idea de aprobar un nuevo techo de gasto en las próximas semanas, tras la negativa de Junts a respaldar el último que se llevó al Congreso. En el Ejecutivo llegaron a barajar la idea de darles luz verde a la vuelta de vacaciones aunque, como quedó patente en el primer Consejo de Ministros celebrado este martes tras el parón estival, todavía tardará unos días más. "Todavía estamos a tiempo", aseguraba este martes la portavoz, Pilar Alegría, recordando que el plazo expira antes del 1 de octubre para presentar "en tiempo y forma" unas cuentas en el Congreso.
Eso sí, en un acto de prudencia, la ministra Pilar Alegría utilizaba términos como "lo vamos a intentar" o "vamos a trabajar para presentar unos cuentas", mientras que ponía la pelota en el techo de los socios. "Cuando este Gobierno cumpla con su tarea, entra la responsabilidad de los diferentes grupos políticos", terciaba en otro momento, sin dar por hecha la aprobación. Es decir: las cuentas se presentarán aunque no se tengan atados los respaldos parlamentarios. Algo que no sucedió este año cuando se prorrogaron y se evitó presentarlos ante el Congreso para evitar una derrota que pudiese dar una imagen de inestabilidad.
En privado, el escepticismo se apodera de los socialistas, incapaces de dar por hecha la aprobación de las cuentas. Incluso ya se desliza un argumentario al que se acogerían en caso de derrota parlamentaria. "Si se prorrogasen los Presupuestos, serían unas cuentas nuestras", aseguran fuentes del Ejecutivo. Hasta ahora, nadie quería mentar una posible prórroga e incluso se enmarcaba la de 2024 como algo "excepcional", y se prometía que, en caso de verse sometidos a tener que trabajar de nuevo con los de 2023, se optaría por ir a elecciones.
Evitar el panorama de 2019
Ahora, la palabra tabú de "prorroga" se vuelve a utilizar y la posibilidad de recurrir a ella es una hipótesis a la que trata de quitarse hierro. Se elogian las cuentas de 2023, las últimas de pasada legislatura, por ser de un gobierno de coalición bajo Pedro Sánchez e incluso se añade que al ser "expansivas" podrían encajar con el actual ciclo económico. Todo virtudes para un escenario de inestabilidad total ya que el Ejecutivo se vería obligado a prorrogar por segunda vez unas cuentas.
No sería la primera vez que Sánchez recurre a un panorama similar. En 2019 y 2020, se prorrogaron los que elaboró para el año 2018 el popular Cristóbal Montoro. Los últimos presupuestos del Gobierno de Mariano Rajoy, se convirtieron en los más longevos de la democracia ya que sirvieron durante los dos años siguientes. Algo que irritó a Sánchez ya que, a la segunda prórroga, decidió convocar elecciones.
Sólo tardó 2 días desde que ERC evitó respaldar las cuentas que habían elaborado el Gobierno en solitario del PSOE para 2019, y el anuncio de unos comicios anticipados para el domingo 28 de abril de 2019. Unas elecciones a las que Sánchez se presentó anunciando que "no dormiría tranquilo" con Pablo Iglesias de vicepresidente.
Ahora el Gobierno marca distancias con ese escenario y ya se blinda para mantenerse en el poder. No quieren un símil con aquella segunda prórroga y de ahí que recalquen que, en esta ocasión, se repetirían unos Presupuestos del PSOE con Unidas Podemos y no unas cuentas elaboradas por Rajoy.