En su libro " La trama rusa" (La Esfera de los LIbros), el periodista David Alandete (ABC) recuerda la reacción que produjo entre los diputados, allá por el año ‘17, una ponencia sobre la injerencia rusa pronunciada por Mira Milosevich, investigadora del Real Instituto Elcano.
Mira trataba de explicar a sus señorías la dimensión de la tela de araña _putinesca_ y las evidencias de sus vínculos con el independentismo catalán. En aquel momento, el diputado socialista Antonio Hernando ( numero 2 del gabinete de Sánchez) reconocía los hechos que exponía la investigadora, y recurría a la famosa frase: si camina como un pato, grazna como un pato y come como un pato, es un pato. Desde entonces, el PSOE ha cambiado mucho, de hecho hay quien piensa que ha dejado de existir. La anécdota sirve para explicar la importancia histórica que en determinados momentos tiene llamar a las cosas por su nombre.
Recientemente, Josep Borrel, todavía jefe de la diplomacia europea, calificaba a Venezuela de una dictadura. Con todas sus letras D-I-C-T-A-D-U-R-A. Quizá peque de inocencia al pensarlo pero esta declaración podría ser determinante para conseguir el reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de Venezuela.
Es cierto que la perversión del lenguaje es un clásico de nuestros días, y que los políticos tienen un máster en la materia. No por ello debemos dejar de denunciarlo, ni de pensar que hasta en el peor de los infiernos existen los milagros.