
La energía nuclear se ha colocado en el centro del debate político a raíz del apagón de 12 horas que sufrió España la semana pasada. El habitual choque entre izquierda y derecha a cuenta de este asunto se ha intensificado, especialmente después de que se ponga en duda el abuso de las energías renovables en detrimento de otras más estables que son necesarias para preservar el sistema. Llegados a este punto, ¿qué hace el resto de Europa con sus centrales?
España es el único país que sigue promoviendo su cierre progresivo hasta 2030 sin posibilidad de prórroga. En el ojo del huracán, la central extremeña de Almaraz, la primera que cierra y que puede afectar al suministro de otras regiones como Madrid, además de dejar a miles de familias sin trabajo en una zona que depende económicamente de esta instalación. El Gobierno de Pedro Sánchez es el único de Europa que ni siquiera se plantea un debate sobre si mantener esta energía, especialmente ahora que se ha demostrado tan necesaria.
Fuentes del PP consultadas por Libertad Digital al respecto acusan a Sánchez de "estar atrapado por su dogmatismo climático". Una decisión que califican de "sectaria". "España no puede permitirse un Gobierno que antepone su doctrina a nuestro futuro energético" critican desde el partido de Feijóo recordando que "Teresa Ribera convirtió la energía en un arma política al servicio de la izquierda más radical", y su sustituta en el ministerio, Sara Aagesen, "ha heredado esa inercia, a pesar de darse de bruces contra la realidad".
La situación en Europa
Alemania es un ejemplo paradigmático de lo que supone dejarse guiar por el fanatismo climático. En 2023 concluyó el cierre de sus centrales nucleares, medida promovida por el gobierno conservador de Angela Merkel, que optó por ceder a las presiones de los verdes. El país ha reabierto ahora el debate sobre si promover su reapertura, pese al elevado coste que supone reactivar este tipo de instalaciones, dada su dependencia energética de otros países como Rusia.
El Gobierno de Georgia Meloni en Italia ha aprobado recientemente un plan para reintroducir la energía nuclear con el objetivo de acabar también con su dependencia energética, asunto clave a raíz de la guerra en Ucrania. En Bélgica, otro de los países que ha promovido el cierre de centrales nucleares, se ha decretado una prórroga parcial hasta 2035 y Lituania vive también un debate político y técnico sobre si reactivar las suyas.
Francia, Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria, Finlandia, Suecia, Países Bajos, Eslovenia y Croacia están impulsando o ampliando las nucleares. El país gobernado por Emmanuel Macron es el que tiene mayor infraestructura nuclear de Europa y apuesta decididamente por reforzarla. En 2022 se anunció un "renacimiento nuclear" con la construcción de al menos seis nuevos reactores para 2050, revirtiendo la antigua política de reducir la dependencia nuclear.
España, en el grupo de los rezagados
Suecia ha revertido su política contra las nucleares desde 2022, dando un giro de 180 grados. Ha impulsado recientemente cambios legales para permitir nuevos reactores y Polonia, que todavía no tiene centrales, impulsa su instalación desde 2014 y en 2033 podría tener la primera ya activa. El resto de países perteneciente a este grupo lleva tiempo reforzando su apuesta por esta energía. Reino Unido está expandiendo su programa nuclear, dado que los dos grandes partidos coinciden en impulsarla.
Si nada cambia, España se sumará en 2030 al grupo de países integrado por Austria, Portugal, Irlanda, Luxemburgo, Dinamarca, Grecia, Chipre, Malta, Estonia y Letonia que se oponen este tipo de energía y no tienen planes de impulsarla, dado el rechazo que existe en la opinión pública de estos países, pese a que la UE ha decretado que se trata de una energía considerada verde, es decir, ecológica.