La revolución de octubre de 1917
Por José Carlos Rodríguez

El régimen zarista se desplomó en febrero de aquél 1917. Se había producido una nueva revolución burguesa, más tardía de las que habían tenido lugar en otros países. Pero los socialistas no iban a dejar pasar la oportunidad. Lenin, que estaba convencido de que una vanguardia revolucionaria podría llevar al país al socialismo, inició su estrategia infiltrando los consejos (soviets) de los trabajadores, soldados y campesinos. Pero el proceso político seguía su curso y se eligió una Asamblea Constituyente presidida por Kérenski.

Paradójicamente, un acto de autoridad, la destitución del protogolpista general Kornílov, marcó el comienzo de su declive. El Gobierno, pese a contar con ministros de los partidos más diversos, perdía autoridad y se veía superado por una situación revolucionaria. Los saqueos sustituyeron a la cooperación económica y las palabras desabastecimiento y hambre se empezaron a pronunciar más que nunca. El ejército no quería a Kérenski, pero éste continuaba con las reformas. En septiembre su situación se tornó insostenible y en octubre Lenin atesta el golpe definitivo, bajo el lema "todo el poder para los soviets". Kérenski ordena el 24 de octubre a las fuerzas leales tomar los lugares estratégicos de Petrogrado, pero todo es inútil. El 25 de octubre del calendario ruso, 7 de noviembre de nuestro calendario, cae el último edificio significativo de la ciudad a mano de los bolcheviques, el Palacio de Invierno.

Todavía permitieron la celebración de las elecciones a la Asamblea Constituyente, que se produjeron exactamente un mes después, y de las que saldrían ampliamente derrotados. Los eseristas (demócratas) obtuvieron 370 de los 707 diputados, por lo que tendrían mayoría absoluta. La solución de los bolcheviques fue disolverla, y prohibió la que iba a ser la sesión inaugural de la Asamblea, que iba a tener lugar el 18 de enero. Mencheviques y eseristas convocaron una manifestación que concluiría en el palacio Táuride en defensa de la democracia rusa, que acabaría siendo disuelta a tiros por las fuerzas bolcheviques.

Aquél crimen marcaba el final del inseguro pero constante camino de Rusia por adaptarse al signo de los tiempos e introducir reformas democráticas, que al menos en parte se habían llevado ya a término. Y el comienzo de otra era, la del comunismo en el mundo, que llegó a amenazar la supervivencia de la democracia y de la libertad en Occidente.

Bibliografía:

La revolución rusa 1891-1924. La tragedia de un pueblo.
Figes, Orlando. Crapze Libros, Barcelona, 2000

The Russian Revolution.
Pipes, Richard. Vintage, Nueva York, 1991.