Carlos Semprún Maura (1926-2009)

El rebelde total

Regino García-Badell

Sin aviso previo, sin estar enfermo, sin dar la lata, ha muerto de repente en París Carlos Semprún Maura. Carlos Semprún ha sido, sin duda, el mejor de toda su generación, la de los niños de la guerra, todos esos que vivieron la guerra civil de niños, en medio de las pasiones y de los sectarismos de uno u otro bando, y que tuvieron que hacer un inmenso esfuerzo para encontrar su sitio en el mundo dislocado por sus padres. Carlos Semprún ha sido, hasta el final, el rebelde total, el inconformista por antonomasia, el irreductible contumaz. Nadie podrá nunca decir que Carlos ha escrito una sola línea, de los millones de líneas que escribió en su vida, al dictado de nadie, al servicio de nadie. Siempre inmensamente libre y siempre decidido a que nadie le coartara su libertad.

Estoy convencido de que su vida y su obra tendrán, con el tiempo, los estudios y los análisis que se merecen, y, sobre todo, tendrán la oportunidad de ser conocidas por esas nuevas generaciones de lectores, a las que el sectarismo de los mandarines culturales de la cutrez imperante en el mundo editorial español de hoy les ha vedado conocerlo como se merecía. Porque Carlos muere, a sus 82 años, como un autor juvenil, que tiene que aguantar que las editoriales de relumbrón le den largas para no publicar su última novela, por la única razón de que Carlos despreciaba y se reía de esos mandarines que mandan en la nada independiente cultura española y que, en muchos casos, apenas disimulan sus orígenes totalitarios. Porque a Carlos nunca le perdonaron que, tras unos años de arriesgada militancia comunista en los cincuenta, abandonara el PC y dedicara todas sus energías, su profundo conocimiento del mundo totalitario del comunismo y su inmenso talento literario y periodístico para luchar contra todas las tiranías del mundo, entre las que, por supuesto, ocupan un lugar preferente las comunistas.

Hoy es el día de llorar su muerte, de acompañar a Nina, esa mujer excepcional que ha sido la suya desde hace más de cincuenta años, y de enorgullecernos de ser sus amigos. Siempre nos va a quedar el recuerdo de su vida plena, rica en experiencias políticas, intelectuales, literarias y humanas, y siempre nos van a quedar sus libros irreverentes, profundos, valientes, como su extraordinario y crítico estudio sobre Jean Paul Sartre, como sus memorias desmitificadoras, El exilio fue una fiesta, como sus novelas tan llenas de trozos de vida, o como sus muchísimas obras de teatro para la radio y para la escena. Muchas veces volveremos a Carlos Semprún los que tuvimos la suerte de conocerle y de ser sus amigos.

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