Un viaje por los secretos del Flandes más cervecero
Flandes esconde un gran número de tradiciones centenarias, rincones con historia o tesoros culturales que merecen la pena ser descubiertos. Uno de esos rincones está situado en una pequeña extensión de tierra al sur de Bruselas, dentro de la provincia del Brabante Flamenco y que forma parte del llamado cinturón verde belga. Una campiña repleta de vida cuya extensión rodea la capital del país y es considerado el corazón cervecero de Bélgica.
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Una motocicleta con mucho estilo da un toque indie a la plaza de Halle, población más importante del valle del Senne.
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Una vista desde el aire de la región del Brabante Flamenco, llamada campiña de Geuze, ampliamente poblada por casas individuales que se mimetizan en un entorno bucólico de naturaleza.
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La puerta de entrada a la basílica de Halle.
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La torre principal de la basílica, un templo muy conocido en las inmediaciones.
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Una estampa rústica muy común en este área de Bélgica.
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Etiquetas de decenas de marcas y variedades de cerveza belga, posiblemente uno de los productos nacionales.
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Un hombre valora la mejor compra entre la gran variedad de botellas de cerveza que se pueden ver en el centro de interpretación de la cerveza Lambic.
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Además de tipos de cervezas, también hay multitud de vasos específicos, por su forma o capacidad, para cada variedad.
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La cerveza seleccionada para el 2015 embotellada y lista para servir en los pequeños cestos.
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Un listado con algunas de las marcas de Lambic del Brabante Flamenco.
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En esta ocasión el listado es tres dimensiones.
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La fachada de la centenaria cervecería Lindemans.
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Ya en el interior, un hombre investiga el exterior de una de las calderas utilizadas para mezclar la cerveza con otros ingredientes.
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El pabellón dedicado al proceso de fermentación natural de la cerveza por medio de las bacterias de la zona.
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Esta cerveza, aunque poco común, también es guardada en barriles de metal listos para su transporte.
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En el interior de la cervecería Lindemans, uno de sus dueños explica el proceso de degustación de la misma. El olor es un detalle muy importante.
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Después de una mañana aprendiendo sobre el producto local, alquilar una bicicleta para pasear por sus caminos es el mejor de los planes.
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Una pareja pasea por el mágico bosque de Hallerbos, uno de los lugares de obligada visita, en bicicleta o a pie.
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El Valle del rio Senne, también transitable con bicicleta.
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En el interior de la bodega De Torch. La humedad y el olor a fermentación es parte de su personalidad.
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Un detall del barril donde el tapón es acoplado junto con un papel especial.
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Un joven belga posa para la cámara con dos cervezas recien compradas en el interior de la cervecería De Troch, en Wambeek, en el día grande del Tour de Geuze.
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Un grupo de vecinos celebran el Tour de Geuze, día grande de la cerveza belga, que se celebra cada dos años.
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El dueño de la cervecería 3 Fonteinen, en Beersel, pone una cerveza del tipo Kriek.
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Varias botellas de cerveza Kriek, hecha con cerezas, en el interior de la cervecería Boon.
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Una feliz pareja brinda con cerveza de Boon.
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No sólo de cerveza vive el hombre, también es necesario comer. Un plato típico de acompañamiento, queso con hortalizas y cebolla sobre pan.
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De cervecería en cervecería un momento de descanso. En este caso el castillo de Bersell es un buen lugar para visitar.
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Botellas vacías de cerveza abarrotan la entrada a uno de los restaurantes más típicos de Bruselas, Restobiers, cuyo menú gira en torno a la cerveza belga.
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Tranquilo, auténtico, histórico, este restaurante es un buen lugar para abrir boca antes de conocer la región cervecera belga.
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Entre sus platos el pato a la cerveza.
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También cocinado con cerveza, conejo.
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