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El 8M vuelve a llenar Madrid de grotescos eslóganes y esperpento feminista

Tras el infectódromo del 2020 y la suspensión de 2021 la manifestación del 8M ha vuelto a Madrid con toda su parafernalia y sus gritos feministas.

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Un poco antes de la cabecera de la manifestación una chica joven repartía pequeñas pancartas, alguna de las cuales era contra Putin y no despertaba el entusiasmo de las feministas de UGT al fondo.

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Un grupo de mujeres llegaba para sumarse a la manifestación y ha decidido correr "una carrerita contra el patriarcado". Han corrido, literalmente, una veintena de metros. Si hubiesen corrido así contra 'los grises' les habrían medido el lomo pero bien.

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La primera pancarta de la manifestación era la de los barrios y pueblos 8M de Madrid.

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¿Se puede ir a una manifestación feminista con la cabeza cubierta con un pañuelo? Se puede ir a una manifestación feminista con la cabeza cubierta por un pañuelo.

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El tema de la cartelería del 8M está alcanzando un grado de cripticismo que hace casi imposible comprender buena parte de las presuntas reivindicaciones.

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Esta manifestación del 8M ha tenido un componente racializado algo mayor que las anteriores, aunque sea difícil de creer y de entender que las mujeres de ciertas sociedades se manifiesten contra el racismo en España y no en sus países de origen.

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La cursilería es uno de los rasgos distintivos de la izquierda de hoy y, por tanto, del feminismo, y si no que se lo pregunten al "sororo rugir del amor".

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Ninguna mamarrachada sin su batucada podría ser otro de los lemas de la extrema izquierda española, aunque que sepamos por lo pronto no lo es.

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Una de las 'batucaderas' iba disfrazada de Pumuki con canas. Lo malo es que la mayoría de sus compañeras, bastante más jóvenes, no debe haberla reconocido.

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Unas bailarinas practicaban algo parecido a una danza del vientre que, sorprendentemete, ni sexualizaba sus cuerpos ni las cosificaba.

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El "no es no" es ya un clásico de las manifestaciones del 8M. Y no voy a decir nada más porque total, para qué.

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El comunismo ha sido la ideología más homófoba y machista de la historia, pero eso no parece importarles mucho a los miembros, miembras y miembres de las Juventudes Comunistas que desfilaban así de marciales. Por cierto, ¿soy yo o ahí había poca paridad?

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Un pequeño grupo de cubanos ha protagonizado el que probablemente ha sido el momento más significativo de la manifestación. Increpados por la gente a su alrededor la Policía les ha pedido que saliesen unos minutos de la manifestación.

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La gente les gritaba "¡fuera, fuera!", "¡sinverguenzas!" y cosas por el estilo. El insulto más sorprendente lo ha proferido un hombre de bastante edad y pelo blanco que les ha llamado, literalmente, "¡españolazos!".

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Minutos después el pequeño grupo ha vuelto a reintegrarse en la manifestación, pero siempre bajo la protección de efectivos de las Unidades de Intervención Policial del Cuerpo Nacional de Policía.

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Eran las ocho de la tarde y la manifestación había recorrido aproximadamente un tercio de la distancia prevista, pero Irene Montero la ha abandonado ya, al altura de la plaza de Neptuno.

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¿Puede haber un gesto menos feminista que hacerse una foto con una mujer porque es la SEÑORA DE un político? Pues aquí tienen a unas entusiastas fans de Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez.

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La cabecera del PSOE, con menos caras conocidas que otros años.

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Alguien tendría que decirles a estas jóvenes que las criptomonedas quizá no son el mejor ejemplo de algo fácil de entender.

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Una pequeña orquestilla amenizaba parte de la manifestación con un entusiasmo muy superior a su habilidad musical.

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"Patriarcado y capital, alianza criminal" ha sido uno de los eslóganes más repetidos de esta manifestación que en teoría era apolítica y sólo iba de feminismo. Lo de la tortilla sí que admito que no lo vi venir.

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Una gran bandera indigenista en una manifestación que ha tenido un toque muy indigenista.

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Sorprendetemente, resulta que el señor Patriarcado tiene el aspecto de una sesentona de los años 70.

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Una miembra o miembre de las Juventudes Socialistas, luciendo ombligo.

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Las, los y les integrantes del colectivo Pan y rosas -que les confieso que no conocía hasta ahora- han lanzado las consignas habituales aunque sus pancartas eran presuntamente pacifistas.

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Estos dos manifestantes exigían que la OTAN abandone una Ucrania en la que la OTAN ya ha dejado clarísimo que no tiene ninguna intención de entrar.

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Las juventudes de Izquierda Revolucionaria han sido de lo más exaltado de la manifestación con gritos conta Rocío Monasterio, Díaz Ayuso "y los fiscales que también son unos fascistas".

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Sin embargo, la izquierda revolucionaria, como tantas otras cosas, ya no es lo que era.

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Otra pancarta bastante incomprensible y en la que, encima, lo poco que se comprendía era de lo más inquietante.

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Mucha reivindicación de las mujeres trans, aunque al menos en mi recorrido desde la cabecera hasta el final no he encontrado representación de ningún colectivo trans.

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Una chica le pinta un corazón en la cara a otra en mitad de la manifestación.

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Que se creía Trump que se iba a librar por llevar más de un año fuera del poder, ¡ja!

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No es nuestra mamasita y, en general, creo que la mayoría no lo lamentamos.

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Esta joven posaba así de elegante para Libertad Digital, mientras otra a la izquierda le dedicaba una mirada que no parece de aprobación.

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Quizá la pregunta que todos nos hacemos sobre el propio 8M.

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La elegancia en las metáforas y las rimas nunca ha sido el punto fuerte del 8M.

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Una imagen general de la manifestación durante su recorrido por el Paseo del Prado.

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Un abuelete con una imposible boina republicana le da la lata a un grupo de jovencitas.

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Esta ha sido la única referencia a las mujeres afganas de la manifestación, a cargo de Amnistía Internacional que, eos sí, sigue sin enterarse de lo que ocurre en Ucrania.

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Esta reivindicación del rugby femenino ha sido una de las cosas más sorprendentes de la manifestación.

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