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Los robos y las desapariciones más extrañas del mundo del arte

El arte atrae por su belleza pero también por las cifras que alcanza en transacciones comerciales. De ahí que a lo largo de la historia se hallan producido robos de cuadros y otras piezas dignos de una novela de Agatha Christie o de un guion de cine. Los protagonistas:  escurridizos ladrones. Algunos de esos hurtos siguen siendo un enigma.

El mayor robo de arte en Estados Unidos
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El mayor robo de arte en Estados Unidos

En la medianoche del 18 de marzo de 1990, en Boston, se produjo el que el FBI considera el mayor robo de arte de la historia de EEUU, valorado en 500 millones de dólares. Sucedió en el Museo Gardner, que reúne la colección privada de Isabella Stewart Gardner. Desaparecieron 13 obras, incluidos dos lienzos de maestros holandeses: La tormenta en el mar de Galilea de Rembrandt y El concierto de Vermeer. El botín incluía, además, cinco dibujos de Degas, un cuadro de Manet y un remate de un estandarte en forma de águila de la época napoleónica. Hasta la fecha, y se han cumplido 29 años, no hay pistas sobre su paradero. El robo fue cometido por dos hombres que, vestidos de policías, engañaron al personal de seguridad alegando que habían recibido una llamada de emergencia. Una vez dentro del edificio, redujeron y esposaron a los vigilantes. Tardaron 81 minutos en hacerse con el botín, unas obras seleccionadas de antemano. Por ejemplo, pasaron por El rapto de Europa de Tiziano y no se lo llevaron. Isabella Stewart Gardner dejó ordenado en su testamento que la colección debía mantenerse sin cambios, así que actualmente se muestran los huecos vacíos en los que antes se exponían las obras robadas. 

El mejor ladrón del mundo
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El mejor ladrón del mundo

El francés Stéphane Breitwieser es considerado el ladrón de arte más famoso del mundo, una fama adquirida tras robar más de 230 obras del museo Richard Wagner. Entre pinturas, esculturas y otros objetos saqueó unos 1.4 mil millones de euros. Orgulloso de su hazaña publicó el libro Confesiones de un ladrón del arte, publicado en 2006 y traducido a más de 20 idiomas. 

Robado por su exotérico secreto
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Robado por su exotérico secreto

El Políptico de Gante, de los hermanos Van Eyck, es una de las obras maestras de la pintura flamenca. Tiene detrás una historia increíble, pues ha sido víctima de al menos seis robos, uno ejecutado por los nazis. Hitler creía que estas tablas guardaban un mapa para encontrar los objetos conocidos como Arma Christi, los utilizados en la pasión de Cristo, a los que atribuía poderes sobrenaturales. Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército alemán se hizo con el retablo y lo trasladó, junto a otras siete mil obras de arte saqueadas, a una mina de sal, donde iban a ser destruidas. Fueron rescatadas in extremis. Actualmente, se conserva en la Catedral de Gante. En la imagen puede verse el retablo recuperado de las minas de sal de Altaussee al final del conflicto. 

"Gracias por la escasa seguridad"
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"Gracias por la escasa seguridad"

El Grito, de Edvard Munch, ha sido objeto de varios robos de gran repercusión mediática. En Oslo, en febrero de 1994, dos ladrones accedieron a la Galería Nacional a las 6.30 de la mañana, saltaron una valla, pusieron una escalera y accedieron por la ventana a la sala Munch. Tardaron cincuenta segundos en hacerse con este icónico cuadro. Antes de irse dejaron una nota de agradecimiento: "Gracias por la escasa seguridad". Meses más tarde pidieron un rescate de 300.000 mil libras esterlinas y esto puso a la policía sobre la pista. Los ladrones fueron detenidos y la obra recuperada.

"Arriba las manos, esto es un atraco"
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"Arriba las manos, esto es un atraco"

Otra de las versiones de El grito también fue sustraída en un incidente de película. Dos hombres, vestidos de negro y enmascarados, entraron en el Museo Munch de Oslo en pleno día, con las salas llenas de visitantes. A punta de pistola, obligaron al público y a los dos guardias de seguridad a tirarse al suelo y se llevaron El Grito y otro cuadro. Huyeron a toda velocidad en un coche que les esperaba fuera. Dos años después, la policía localizó las obras. 

Un robo que la aupó a la fama
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Un robo que la aupó a la fama

La fama de las obras, en algunos casos, aumentó significativamente tras el robo. Es el caso de la Gioconda. Fue robada el 20 de agosto de 1911 por Vincenzo Peruggia, un carpintero de la empresa que habían contratado, irónicamente, para reforzar la seguridad de las obras que atesora el Museo del Louvre. Peruggia se ocultó en un armario del museo hasta primera hora de la mañana siguiente, día de descanso semanal. Escondió la obra dentro del abrigo y se fue. Los periódicos titularon: "El Louvre ha perdido la Gioconda". La pinacoteca francesa estuvo cerrada durante una semana para proceder a la investigación y fue interrogado, entre otros, Pablo Picasso, que resultó ser inocente. Dos años y ciento once días después del robo, la Mona Lisa fue recuperada cuando el detenido intentaba vender el cuadro al director de la Galeria de los Uffizi. Italia aceptó devolver el lienzo al museo del Louvre, pero antes viajó por Italia para ser exhibida en ciudades como Florencia, Roma y Milán. Todos querían conocer la obra víctima de ese escandaloso robo.

Una habitación completamente de ámbar
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Una habitación completamente de ámbar

El Salón de Ámbar era una fabulosa obra de orfebrería rusa, una lujosa habitación del zar de Rusia, de principios del siglo XVIII, confeccionada con paneles y muebles formados por miles de astillas de ámbar, cuyo precio es doce veces superior al del oro. Al comenzar la invasión alemana durante la II Guerra Mundial, los rusos trataron de evacuar esta habitación pero les fue imposible por la delicadeza del material. También trataron de ocultarla tras papel común. Los nazis robaron la cámara aproximadamente en 1941 y desde entonces no se sabe su paradero. Hay muchas teorías sobre qué pasó. Se dice que fue destruida durante los bombardeos, que está escondida, que quedó sepultada bajo las montañas o que se perdió tras el naufragio del barco alemán que la evacuaba. Fue buscada por la Stasi, sin éxito. Actualmente, sigue siendo objeto de deseo de historiadores y busca tesoros. En la imagen, su reconstrucción. 

¿Dónde está?
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¿Dónde está?

Es uno de los enigmas más asombrosos del siglo XX. Este retrato de un médico parisino, homeópata y psiquiatra, fue pintado por Van Gogh en 1890. Pasó por una docena de dueños, incluso fue custodiado por los nazis bajo la etiqueta de "arte degenerado". En 1990 se subastó en Christie's por 82,5 millones de dólares, una cifra que hizo de esta pintura la más cara de la historia. Fue comprada por el millonario japonés Ryoei Saito que, enfadado con el gobierno nipón por los impuestos que le reclamaban por el cuadro, anunció que el Van Gogh desaparecería con él. El japonés murió en 1996 y, desde entonces, nada se ha vuelto a saber de la obra. ¿Fue quemada?  

Objetivo: un camión de Getafe
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Objetivo: un camión de Getafe

En España también se han producido robos de arte dignos de un guión de película. Uno de ellos sucedió en un polígono de Getafe, en Madrid. Varios individuos se llevaron del interior de un camión 35 obras de arte, valoradas en unos 5 millones de euros. Acababan de ser expuestas en Alemania y pertenecían a seis galerías de Madrid, Barcelona y de la ciudad alemana de Colonia. Las obras, que fueron recuperadas a las pocas semanas, pertenecían a autores como Picasso, Botero, Eduardo Chillida, Gonzalo Gonzáles, Cveto Marsic, Julio González y Antonio Saura.

La venganza del electricista
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La venganza del electricista

Y para robos turbios el que se produjo en la Catedral de Santiago. El 5 de junio de 2011, se descubrió que el Códice Calixtino, un manuscrito iluminado de mediados del siglo XII, la primera guía sobre la peregrinación por el camino jacobeo, no estaba en su caja fuerte. Era el robo del siglo y ponía en entredicho la seguridad del templo. De repente, esta joya bibliográfica del medievo era el tema de conversación de cualquier rincón de España. Un año después, la policía lo encontraba intacto y envuelto en un paño rodeado de basura en un garaje. El autor del hurto fue un electricista que, después de trabajar durante veinticinco años en el mantenimiento de la Catedral, había sido despedido.

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