Lo mejor y peor de los premios Goya 2014
Echamos un vistazo a la reciente gala de los Goya, unánimente considerada una de las más aburridas y peores de los últimos años. | J. González @confecinepata
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El horrible número musical
Y hablando del bochorno del número musical. Pese a la presencia de Carolina Bang, Dafne Fernández, Lucía Jiménez, Fernando Tejero, Adrián Lastra y Secun de la Rosa, acompañados de la Orquesta de RTVE, todo en la coreografía parecía improvisado. El número musical de Fuentes y compañía convirtió el rap de Antonio Resines en una delicatessen musical.
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Y por fin, llegó el humor
Más de dos horas hubo que esperar para que los Chanantes subieran al escenario a arrancar una sonrisa. Su gag, con la colaboración de Raúl Arévalo, especuló sobre películas jamás realizadas y ganadoras del Goya. Lo que permitió a Carlos Areces disfrazarse de Tejero-Transformer en 23-F: Transformer.
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Manel Fuentes
Lo peor de la ceremonia fue Manel Fuentes, director y presentador de la edición y, por tanto, responsable de la mediocridad de los gags, del bochorno de los números musicales y del aburrimiento general. Complaciente y blando, de poco le sirvió besar un póster de Rosa María Sardá durante el vídeo inaugural, el único minuto potable de la noche.
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El Femen de Joaquín Reyes
Lo que permitió a Joaquín Reyes subir al escenario a recibir su premio al mejor director.... para arrancarse la ropa y se marcarse un Femen a favor de la subida del IVA. A falta de Jimmy Jump, buenos son gags como éste, el único de la gala digno de ser recordado.
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Internet no importa, según González Macho
Como estaba previsto, el discurso del presidente de la Academia, Enrique González Macho, se centró en criticar la subida del IVA y la piratería. Pese a la referencia a Ignacio González, el último discurso de Macho incluyó puyas a dos ausentes, el ministro Wert (sin llegar a nombrarlo) y el expresidente de la institución Álex de la Iglesia, defensor de abrir mercado en internet. Macho incidió en su política de persecución al internauta, y no crear nuevas modalidades de negocio en el ámbito digital: "Aquello de que Internet era el futuro y era ya" no se ha cumplido, dijo.
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El error más lamentable
Uno de los errores más notorios de la gala sucedió durante el In Memoriam. Los responsables confundieron a la fallecida periodista Beatrice Sartori por Nuria Vidal, también crítica y periodista cinematográfica. Las redes sociales ardieron.
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Los olvidados
En un plano estrictamente artístico, el triunfo de Las Brujas de Zugarramurdi y David Trueba dejó un puñado de cadáveres por el camino. Es el caso de la excelente, árida y difícil película de Manuel Martín Cuenca, Caníbal, que hubiera merecido más reconocimiento que el de mejor fotografía. Al menos tiene el consuelo de las nominaciones. Otras como Gente en sitios, Los últimos días o Combustión (estas últimas en su excelencia técnica) ni siquiera han sido contempladas.
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Fallos de sonido
Los fallos de sonido, sobre todo durante el número musical, fueron constantes y notorios. Apenas se escuchaban las frases, solapadas por la respiración de los actores, y nada tenía sentido.
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Castigo a la taquilla
Los académicos han debido de considerar que el éxito de taquilla de 3 bodas de más ya era suficiente premio, y la película de Javier Ruíz Caldera, ya bastante ignorada en las nominaciones, se fue de vacío. Una muestra más de que el éxito de taquilla no es la canción favorita del cine español, incluso cuando éste tiene lugar.
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En efecto, Wert no fue
Como era de esperar, el clima reivindicativo fue una de las constantes de una ceremonia en la que el glamour ni estaba, ni se le esperaba. Roberto Álamo se confesó "deshonrado" por la ausencia de Wert. Fue sólo uno de muchos. Entre todos, consiguieron que la ausencia del ministro fuera el único titular claro de la gala, además del sopor y vergüenza ajena de la función.
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Abucheos y pancartas
Trabajadores de Coca-Cola exhibieron pancartas a la entrada del Hotel Auditorium, y también grupos como la plataforma Stop Desahucios, o el del colectivo de figurantes se añadieron a las protestas. Todo ello generó un clima muy alejado del meramente cinematográfico. La gala de los Goya, llamada a exhibir el glamour y el cine español, vendió muy poco de eso y mucho de esto.
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La gala sin Wert
Al final, todo basculó en torno a una ausencia. José Ignacio Wert, ministro de Cultura, no fue a la ceremonia señalando problemas de agenda. Sea como fuere, estaba visto que Wert iba a ser protagonista de una ceremonia que hace mucho tiempo que no va de cine, de glamour y espectáculo, sino de lloriqueos, victimismos y política.
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Bardem
Javier Bardem salió al escenario y con su furia habitual casi consigue oscurecer uno de los principales premios de la noche, el que acabó en manos de Terele Pávez. "Nuestro cine está por encima del ministro de Cultura", fue una de sus sentencias. Las redes sociales han dado buena cuenta de la hipocresía y mal genio del actor, recordando los episodios del cierre de la Bardemcilla y el nacimiento "blindado" a la prensa de su segundo hijo en Madrid.
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Discursos eternos
El discurso del maestro Jaime de Armiñán fue una muestra más del intolerable descontrol general de una gala que aspira a reunir a cuantos más espectadores televisivos, mejor. No tiene nada que ver con el cineasta, merecido Goya de Honor a sus 86 años. Pero su alocución fue larga y difícil de seguir, y nadie se molestó en gestionarla. Todo contribuyó a alargar la gala y distraer al personal.
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Actor revelación a los 32 años
Es el cuento de siempre, el del sinsentido de las categorías de mejor actor/actriz revelación. Este año se llevó el cabezón Javier Pereira, que a sus 32 años lleva ya casi dos décadas dedicado a la actuación, por lo que tildarlo de actor revelación resulta, como poco, hilarante. El premio fue el único que se llevó Stockholm, una de las sensaciones del festival de Málaga y apenas contemplada en las menciones.
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Javier Cámara
Sí, Javier Cámara. Nadie discute que estemos ante un gran actor, o que merezca su premio por la película de David Trueba (o sí). De hecho, su alegría al recibir el premio fue una de las imágenes de la gala. Pero su triunfo huele a compensación por seis nominaciones sin premio. algo que ya incluso nos anunciaba la promoción de la gala. Por el camino se queda Antonio de la Torre y Caníbal, Eduard Fernández por Todas las mujeres o incluso Tito Valverde por 15 años y un día. Quizás no era el premio más merecido.
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Sin emoción
El momento emotivo de la noche lo creó Terele Pávez, actriz secundaria por Las Brujas de Zugarramurdi. La veterana actriz, que no ha conseguido el Goya hasta la quinta nominación, se mostró genuinamente emocionada... y precisamente nos hace más conscientes de que precisamente eso, el sentimiento, también brilla por su ausencia.
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'Las Brujas de Zugarramurdi'
La película del expresidente de la Academia, Álex de la Iglesia, barrió en apartados técnicos, alzándose como la película más premiada con ocho galardones. No obstante, el vasco era el casi el único que no estaba nominado como mejor director, como tampoco en mejor película. Tras lo afirmado por González Macho ¿se trata de un ninguneo de la Academia a De la Iglesia?
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Criticando a Fuentes
Los sketch de los anteriores presentadores de los Goya criticando la labor de Fuentes no arreglaron el invento, por reiterativos e insípidos. Por no mencionar tampoco eran irónicos. Al fin y al cabo de gag tenía poco, dado que tenían razón.
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Pura desgana
Salvo contadas excepciones, los presentadores de los premios se limitaron a enumerar nominados y conceder la estatuílla. Una de las excepciones fue Alex O'Dougherty, con un número musical voluntarioso pero fallido. Y es que a esas alturas ya no se podía arreglar nada en una ceremonia low cost y desganada.
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Chicote en Caníbal
Hubo ocurrencias afortunadas, y la de Chicote asesorando al Caníbal Antonio de la Torre fue una de las mejores, por chocante. Pero ni por esas: cualquier cosa cerca de Fuentes pierde su química, y el guión brilló por su escaso ingenio.
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